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La victoria silenciada

Federicio Ezquerra ganó la etapa del 19 de julio de 1936, un día después de estallar la Guerra Civil española

Jon Rivas
Mariano Cañardo saluda a unos milicianos españoles de Puigcerdá en el Tour de 1937.
Mariano Cañardo saluda a unos milicianos españoles de Puigcerdá en el Tour de 1937.

Las cosas no estaban para pensar en el Tour el 19 de julio de 1936. Un día antes se había producido la sublevación militar que desembocó en la Guerra Civil y 40 años de dictadura. En España no se miraba a Francia, sino a las tropas africanas de Franco, o a los bandos de Queipo de Llano, que ordenaba a los vecinos de Triana a abrir las puertas de las casas y a los hombres a esperar en la calle con los brazos levantados. “¡Viva España, viva la República!”, proclamaba el general rebelde.

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Pero el Tour estaba en marcha, ajeno a la rebelión, y ese día se disputó la etapa entre Niza y Cannes. La ganó Federico Ezquerra, el ciclista vizcaíno de Gordexola, hijo de un capataz de obras de la Diputación, que empezó a correr en bicicleta para curarse una lesión de tobillo mientras jugaba al fútbol de extremo derecha, y que la primera vez que montó en bicicleta se cayó al río con el traje que estrenaba aquel día. Por Ezquerra tocó un pasodoble la banda de música de Grenoble, el 11 de julio de 1934, al día siguiente de coronar en cabeza el Galibier, a veces sujetando con una mano la bomba de la bicicleta, prometiendo “hostias” a quien le cerrara el paso, después de dejar atrás al ídolo francés René Vietto.

Dos años después, Ezquerra ya había aprendido a descender, y pudo ganar en Cannes con dos minutos de ventaja sobre Maes y Vervaecke. Las etapas nunca terminaban en alto y el vasco empezó a saber defenderse en el llano. “No es especialmente bello nuestro Federico, cuando se sube a los pedales, inclinándose hacia adelante, balanceando de un muslo al otro su bicicleta al ritmo seco del metrónomo. El esfuerzo sale del riñón, y parece que este esfuerzo se produce de forma ascendente. La cadera parece tirar del pedal cuando retrocede, en lugar de presionarlo. Esta forma de movimiento proporciona precisamente esta impresión de ligereza”, escribe Jacques Goddet en su crónica del día.

Pero la victoria de Ezquerra queda empequeñecida por las noticias que llegan de España. Cuando termina el Tour, el corredor vizcaíno, junto al madrileño Julián Berrendero y el catalán, nacido en Navarra, Mariano Cañardo, decidieron no regresar a España. Se quedaron en Francia. Los tres corrieron el Tour de 1937, y saludaron a los milicianos españoles de Puigcerdá, desde la línea fronteriza de Bourg-Madame. Un año más tarde regresó Ezquerra, para no ser declarado desertor. Cañardo, mito del deporte republicano y primer ciclista profesional en España, volvió en 1939, y aún ganaría la Volta. Berrendero, que se había quedado a vivir en Pau, cruzó la frontera al acabar la Guerra y fue detenido en Irún. Pasó 18 meses en varios campos de concentración, hasta que recibió el indulto en 1941. Ese mismo año ganó la Vuelta a España, y también la de 1942.

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