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Sandra Paños frente a la caballería

La portera se mide al mejor ataque del torneo y dice que las charlas con el psicólogo la ayudan a superar los errores

Eleonora Giovio
Sandra Paños, en el último entrenamiento previo al partido contra Estados Unidos.
Sandra Paños, en el último entrenamiento previo al partido contra Estados Unidos. RFEF

Estados Unidos ha marcado 18 goles en la primera fase de este Mundial. Sandra Paños, portera de la selección y del Barça, dice que la responsabilidad no va a recaer solo en ella. “Tocará defender… pero esperemos que también atacar; si toca defender, nos pondremos el mono”, asegura la guardameta de 26 años que pasó por todas las categorías inferiores de la selección. En Canadá 2015 era la tercera portera; cuatro años después es titular. ¿Cómo lo ha conseguido? “Soy muy exigente y tengo las ideas muy claras, siempre he querido llegar donde estoy. Quizás en años anteriores no tenía tanta experiencia y tampoco tanto nivel competitivo que ahora sí he adquirido. He sabido encontrar serenidad y aprender a tomar mejores decisiones que antes. Además, he mejorado aspectos técnicos”, contesta. Su mayor virtud, el juego con los pies. Algo a mejorar, dice, el juego aéreo.

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Paños reivindica el trabajo que están haciendo las guardametas en este Mundial. Varias han sido elegidas MVP, la última, sin ir más lejos, la china Shimeng Peng, que lo paró todo contra España. Se enciende Paños, elegida varias veces en los últimos años en el once ideal de la UEFA, cuando se le pregunta por qué cree que la posición más criticada es la suya y por qué muchos opinan que donde más se nota la diferencia entre fútbol masculino y femenino es en la portería. ¿Pero quedamos en evidencia por qué?, pregunta. “Hay mucha diferencia entre un portero y una portera, no se nos puede pedir a una mujer intervenir como a un hombre porque no tenemos tanta potencia y fuerza, ni tampoco tenemos su envergadura. Y la portería, sin embargo, tiene el mismo tamaño. Evidentemente, con mi altura [1,68] me van a meter más goles por arriba que a De Gea o a Ter Stegen. Si yo mido 1,90 y la portería mide 2,44, evidentemente, tengo más posibilidades de intervenir y hacerlo mejor”, contesta. No hay manera de que tome aliento.

“Y aparte, nosotras llevamos mucho menos tiempo trabajado que los niños. Los tíos desde chiquititos están formándose; el fútbol femenino está empezando ahora a tener entrenador de porteras en las categorías inferiores. Muchas de las cosas que sabemos hacer nosotras [las de su generación] han sido intuitivas. De trabajarlas y repetirlas solas. De mayor ya te han enseñado, pero la base no la tienes. Me fijo en los niños que hay en el Barcelona y técnicamente son espectaculares, porque están todo el día con la posición básica, blocando no sé cuántos balones. Tienen una talla 10 de manos y nosotras 7-8. Hay que ponerlo todo en contexto”, prosigue.

Se crió en una familia de deportistas —padre y hermano futbolistas, la madre, atleta—; empezó con el kárate y se pasó pronto al fútbol. Empezó con el karate y se pasó pronto al fútbol. Con 18 años debutó en el Levante y con 23 la fichó el Barcelona. Estudió en un colegio de jesuitas y dice que no era tan buena alumna como sus hermanos. “Repetí cuarto de la ESO, estaba más centrada en el deporte que en los estudios”. A la selección llegó muy pronto, en sub-17, junto a Lola Gallardo. Cuando se le pregunta quién es la persona que más le ha enseñado en el fútbol contesta en medio segundo. “Manolo Amieiro. Es el que me enseñó y me formó”. Amieiro fue hasta hace poco el responsable de la preparación de porteras de la selección. Y ha dirigido, entre otros, a Iker Casillas.

“Sandra es una chica que desde que llegó a la sub-17 tenía un talento y un potencial físico que no era común en las niñas de su edad. No era alta, pero tenía morfología de atleta y la estructura física adapta a lo que requiere el puesto de portera. Además, tenía una gran vocación y eso animaba a trabajar con ella”, cuenta Amieiro desde el otro lado del teléfono. Este lunes verá el partido por la tele. “En cuanto a su carácter era, y poco a poco lo ha ido cambiando, una persona con exceso de celo y amor propio que a veces la perdía. Había que decirle: tranquila, sosiégate. La falta de entusiasmo es mala, pero el exceso también lo puede ser. A veces había que sujetarla porque se emocionaba más de la cuenta, es una apasionada, Cuando se empieza todos somos unos torbellinos y creciendo vamos acomodando las emociones”, añade Amieiro.

Sandra desvela que ese es uno de los aspectos que más ha trabajado. “Antes me precipitaba más, por los nervios. Con el tiempo me he tranquilizado”, confiesa ella, que en esta concentración se ha apoyado mucho en Javier López Vallejo, el psicólogo de la selección. “Sus charlas me han venido muy bien para superar los miedos y para que los errores en el partido no me condicionen. Me costó bastante y sigo trabajando para mejorarlo: si un fallo te condiciona es una catástrofe”, dice. ¿Y cuáles son las pautas del psicólogo? “Asumir que todos cometemos errores y aprender a convivir con ellos. Después de cometer uno me ha aconsejado volver a concentrarme inmediatamente, mirando donde está el balón, por ejemplo, y colocando a la defensa”, explica. Irene Paredes dice que transmite seguridad a las defensas porque habla mucho. “Sandra es un seguro de vida”, la define la central. Algo que será muy necesario contra EE UU.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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