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Rafa Martínez, un tipo normal que deja una huella inmortal en Valencia

El jugador con más títulos en la historia del equipo de baloncesto deja la formación tras 11 años en los que se ha ganado la estima por su sencillez y sus triples

GRAF6473. VALENCIA, 10/06/2019.- El escolta del Valencia Basket, Rafa Martínez, durante el tercer partido del playoff de semifinales de la Liga Endesa que Valencia Basket y Real Madrid disputan esta noche en la Fuente de San Luis, en Valencia. EFE/Miguel Ángel Polo
GRAF6473. VALENCIA, 10/06/2019.- El escolta del Valencia Basket, Rafa Martínez, durante el tercer partido del playoff de semifinales de la Liga Endesa que Valencia Basket y Real Madrid disputan esta noche en la Fuente de San Luis, en Valencia. EFE/Miguel Ángel PoloMiguel Ángel Polo (EFE)

Rafa Martínez es un tipo normal. El paso del tiempo no le ha cambiado. No ha perdido ni una pizca de la humildad con la que aterrizó en Valencia en el verano de 2008. Salvo alguna cana incipiente que se abre paso entre su cabello, apenas se vislumbran cambios en el rostro de aquel risueño chico de Santpedor (tierra sagrada para el guardiolismo) que llegó a Valencia procedente del Manresa con el sueño de hacer grandes cosas. Y ahora, 11 años después y con la misión cumplida con creces, se marcha igual: risueño, cercano y bonachón. Sin negarse a una sola fotografía o autógrafo, paseando, junto con Olatz y Paula -su mujer y su hija-, por el centro de la ciudad y comprándose un bocadillo de calamares en el histórico Casa Mundo. Una estampa inimaginable en cualquier futbolista hoy, aun con un currículum esquelético comparado con el de Rafa.

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No le hace falta colocarse sobre sus hombros los galones de capitán o las medallas que ha ido obteniendo en once años de exitosa trayectoria en Valencia. Es el jugador con más títulos en la historia del Valencia Basket: tres Eurocups, una Liga ACB y una Supercopa de España. Cuatro de esos títulos los ha levantado él como capitán -la Eurocup de 2010 la elevó al cielo de Vitoria el valenciano Víctor Claver-. También es el máximo anotador en la historia del club taronja. Y el segundo con más partidos (623), muy cerca del otro gran capitán: Víctor Luengo. Pero nada de esto le ha cambiado. Él sigue siendo Rafa, el tipo normal.

Por este motivo, su sencillez, le tuvieron que convencer durante varios días desde su entorno y la cúpula del Valencia Basket para protagonizar un acto emotivo de despedida. Una marcha con honores. Colocarse en el centro del Pabellón Fuente de San Luis y recibir una merecida dosis de afecto sobre el parqué que tantas veces ha pisado, intimidando con su defensa a los rivales y destrozándoles con sus triples letales. Esa misma pista sobre la que Rafa ya derramó sus lágrimas el pasado lunes en el tercer y último partido de las semifinales de la Liga Endesa ante el Real Madrid. Su entrenador, Jaume Ponsarnau, le metió en pista faltando un minuto para que el capitán se despidiera en el campo de batalla, vestido de corto y recibiendo una ovación de más de 7.500 personas que aplaudieron a rabiar y corearon el clásico “Rafa, Rafa” que tanto ha retumbado en la Fonteta en los últimos once años. Ese día, el capitán lloró. Lloró mucho. Y lo pasó mal, aunque suene paradójico: tanto cariño recibido le hizo sufrir. De ahí que le tuvieran que convencer para otro acto emotivo: no quería volver a llorar.

Esta vez, cuatro días después de su último partido, la Fonteta volvió a abrir sus puertas para un acto más íntimo. Aficionados, amigos, compañeros de equipo, entrenador y representantes de todos los estamentos del club. Y, cómo no, Olatz, su compañera de vida y a la que, tras romper a llorar y guardar unos segundos de emocionado silencio, le agradeció en un emotivo discurso “formar parte del otro equipo, el de las cosas importantes”. “Vinimos dos y nos volvemos con una valenciana con nosotros, Paula”. Efectivamente, Rafa se lo temía y llevaba razón: volvió a derramar sus lágrimas sobre el parqué de la Fonteta, adornado para la ocasión con los cinco títulos ganados en once años.

Pero la despedida de Rafa Martínez no es definitiva, ni en el Valencia Basket ni en el baloncesto profesional. A sus 37 años, se ve capaz de dar guerra en otro de los clubes ACB que le pretenden y se marcha a un nuevo destino que todavía no ha decidido para apurar dar sus últimos coletazos sobre las pistas. Y cuando ya decida colgar las zapatillas, se consumarán los homenajes en su club del alma: Valencia Basket retirará el dorsal número 17, colgará su camiseta del techo de la Fonteta -acompañando a las ya retiradas de Víctor Luengo y Nacho Rodilla- y una de las pistas de La Alqueria del Basket -las instalaciones donde el club trabaja su cantera- recibirá su nombre. Todos los homenajes, los de ahora y los que vendrán, más que merecidos para el gran capitán: Rafael Martínez Aguilera. Un tipo normal, una leyenda del Valencia Basket.

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