Fognini, el ‘príncipe’ heterodoxo
Al borde de los 32 años, el díscolo tenista italiano derrota a Lajovic en la final de Montecarlo (6-3 y 6-4) y eleva su primer M-1000. Es el segundo más veterano que gana un torneo así por primera vez, tras Isner
Por exceso o defecto, Fabio Fognini (San Remo, Italia; 31 años) no deja indiferente a nadie. Capaz de lo mejor y lo peor, un profesional a todo o nada, el italiano resumía su existencia en el circuito después de batir a Rafael Nadal en las semifinales de Montecarlo con una simple frase: “Si tuviera cabeza, sería top-10 durante una década”. No la tiene Fognini, o al menos no para ser un tenista regular. Su trayectoria dibuja picos, una línea en forma de serrucho que este domingo repuntó hacia arriba con mayor inclinación que nunca: Il Bello dejó, por fin, su impronta en un gran torneo. Derrotó a Dusan Lajovic en la final del Principado (6-3 y 6-4, en 1h 38m) y llegó allí donde podía haber ascendido un buen puñado de veces de haber tenido otro carácter.
Sin embargo, si así fuera, Fognini no sería Fognini. No sería lo mismo; sería, seguramente, un jugador mejor y más lineal, más competitivo, pero el encanto no sería el mismo. Se sabe diferente y así lo desea él, sin disimulos, y con ese hacer tan particular elevó en Montecarlo el premio más importante de su carrera después de haber ganado antes ocho trofeos, ninguno de ellos superior a un 500. Pero ahora sí, durante una semana, talento y voluntad confluyeron y, por fin, el italiano ya posee un Masters 1000 y se encarama a un peldaño inhóspito: sin una pretensión firme de serlo, ya luce como el 12 del mundo.
Podía haber caído este domingo en la tentación de aflojar el paso, de dar por bueno el pelotazo contra Nadal y de recurrir al pretexto de que apenas había dispuesto de descanso antes del cruce definitivo, pero no lo hizo. No lo hizo y mantuvo el tono del día anterior, dominando a Lajovic –también novel en una gran final– y exhibiendo ese tenis seductor, plástico y técnico. Controló el pulso de principio a fin y se condecoró en la arena monegasca, donde no ganaba un italiano desde que lo consiguiera Nicola Pietrangeli, en 1968, cuando aún no se había estrenado la Era Open.
“Estoy realmente feliz. Nada que decir… Tengo que calmarme, tal vez darme una ducha y relajarme, porque esto es increíble”, expresó Il Bello con el trofeo ya entre las manos. Una estampa novedosa, de lo particular a lo general: por primera vez, Fognini posaba con un 1000 entre las manos y el circuito, poco a poco, describe un paso de página que se resistía hasta hace no mucho y que ahora va cogiendo cuerpo. Nuevos vientos, nuevos tiempos. Al Big Four –Federer, Nadal, Djokovic y Murray– se le va acabando la mecha y cada vez se topa con una resistencia más firme, traducida en resultados.
Algo está cambiando: otro ‘nuevo’ campeón
Según precisa la ATP, el de San Remo, arropado a lo largo de toda la semana por multitud de aficionados –dada la cercanía entre su localidad natal y Montecarlo: 41 kilómetros–, es el octavo tenista que conquista un Masters 1000 en los 17 últimos torneos de esta categoría, la segunda más importante tras los Grand Slams. Desde que el alemán Alexander Zverev se estrenase en Roma, hace dos años, han ido triunfando por primera vez Grigor Dimitrov (Cincinnati 2017), Jack Sock (París-Bercy 2017), Juan Martín del Potro (Indian Wells 2018), John Isner (Miami 2018), Karen Khachanov (París-Bercy 2018) y Dominic Thiem (Indian Wells 2019).
Coincide, además, otro hecho: con 31 años y 11 meses, Fognini es el segundo jugador de mayor edad que gana su primer 1000; el estadounidense Isner, 32 años y 11 meses, es hasta hoy el campeón más veterano. “Cuando eres un niño, vas creciendo y decides jugar al tenis, siempre sueñas con ganar un gran título como este”, expresó el tenista de los andares desidiosos, un elemento extraño en el circuito. Acostumbrado a la ortodoxia de Nadal, Montecarlo encontró un relevo en sentido contrario: un italiano díscolo y heterodoxo que nunca aspiró a ser rey, pero que durante al menos un año será el príncipe.
ESPAÑA ASCIENDE AL GRUPO MUNDIAL EN LA ‘FED CUP’
Costó lo suyo, pero España lo consiguió. Durante todo el fin de semana a remolque, el grupo capitaneado por Anabel Medina logró el objetivo: remontó la serie contra Bélgica (2-3) y regresó al Grupo Mundial I, la Primera División de la Copa Federación.
Como ocurriera el sábado, la jornada no comenzó bien. Garbiñe Muguruza, que ya había cedido el primer punto ante Kirsten Flipkens, perdió contra Ysaline Bonaventure (6-4, 0-6 y 6-4) y otra vez, determinante, Carla Suárez salvó la eliminatoria con su triunfo contra Yanina Wickmayer (6-2 y 6-1).
La canaria resolvió sus dos intervenciones individuales y condujo el cruce hacia el pulso definitivo, en el dobles. Y ahí, mano a mano con Garbiñe, vencieron a la pareja formada por Flipkens y Bonaventure: 7-6, 2-6 y 6-2. De esta forma, España vuelve a figurar entre la élite de la Fed Cup, después del descenso de 2017.
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