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CICLISMO

Victor Campenaerts bate el récord de la hora

El belga recorre 55,089 kilómetros en Aguascalientes, superando en 563 metros el anterior registro de Bradley Wiggins

Carlos Arribas
Victor Campenaerts durante un entrenamiento previo al récord de la hora.
Victor Campenaerts durante un entrenamiento previo al récord de la hora.UCI

Cuando, el 7 de junio de 2015, Bradley Wiggins dejó el récord de la hora en 54,526 kilómetros, el británico se bajó de la bicicleta en el velódromo olímpico de Londres confesándose feliz por haberlo conseguido y, al mismo tiempo, un tanto triste por no haber logrado su objetivo secreto, pasar de 55 kilómetros, dejar una marca para la historia. Quizás, ayer, casi cuatro años más tarde, el ciclista inglés se lamentaría por no haber cumplido su voto de regresar rápido al velódromo y dejar las cosas en su sitio mientras contemplaba por televisión cómo un belga compacto, rapado y con bigotín se convertía en el primer ciclista que, acorde a la normativa de la Unión Ciclista Internacional (UCI), batía su marca y la barrera de los 55 kilómetros y dejaba el récord de la hora en 55,089 kilómetros.

Victor Campenaerts, que así se llama el nuevo poseedor de uno de los títulos más importantes e históricos del ciclismo, es el tercer belga que consigue el récord de la hora, tras Ferdinand Bracke (48,093 kilómetros, en el velódromo olímpico de Roma en 1960) y Eddy Merckx (49,431 kilómetros en 1972), y como el Caníbal, el ciclista más grande de todos los tiempos, lo consiguió en México y en altura. Si Merckx lo hizo en el velódromo olímpico de la capital mexicana, de cemento revestido de resina, descubierto y expuesto a los vientos, a 2.245 metros de altitud, Campenaerts, de Amberes, 27 años, lo consiguió en el moderno velódromo de Aguascalientes, cubierto, una pista de 250 metros de madera de pino siberiano finísima, situado a 1.800m. En él pudo controlar no solo la ausencia de viento, el mayor enemigo para la gesta, sino hasta la temperatura (30 grados) y la presión barométrica (1.009 mb). Cuando se bajó de la bici, Merckx dijo: “En mi vida lo vuelvo a intentar. No puedo ni andar. Ha sido como una operación sin anestesia, así de doloroso”.

Tras sus 220 vueltas y un pico (89 metros) en los 3.600s, cumplidas a un ritmo que osciló entre los 16,1s y los 16,5s por vuelta, pelín más de 100 pedaladas por minuto a piñón fijo en su Ridley Arena roja con un desarrollo de 60/14 que le proporcionaban 9,15 metros por pedalada, Campenaerts exhibió su gran sonrisa y solo lamentó haber comenzado demasiado rápido (“a full gas”, dijo, recordando FullGaz, la canción que compuso su padre para motivarlo). “Pero supe adaptarme bien la segunda media hora”, dijo el belga, que a los 30 minutos pasó con un ritmo superior a los 55,150 kilómetros.

Campenaerts es un anacoreta de la bici en general y friki de las contrarreloj en particular que saltó a la fama por primera vez en el Giro de 2017, cuando corrió una contrarreloj con un cartel en su maillot en el que le pedía una cita a una chica. Comenzó como triatleta y saltó al ciclismo en serio a los 18 años, corre en el Lotto, y en su palmarés, escaso, figuran victorias en dos campeonatos de Bélgica contrarreloj, dos de Europa y las cronos de la Tirreno 19 y Vuelta a Andalucía 18. Como especialista siempre ha estado por debajo de Dennis, quien poseyó efímeramente el récord de la hora (52,491 kilómetros en Grenchen, Suiza, en 2015), de Castroviejo y de Dumoulin. Comenzó a preparar el récord concentrándose desde el 2 de enero hasta la primera semana de marzo en el calor y la altura de Windhoek, la capital de Namibia, situada en la alta meseta (1.600m) del país africano. Corrió en marzo la Tirreno-Adriático y la última semana viajó a México para aclimatarse y coger el golpe de pedal del piñón fijo de la pista, un arte que nunca había practicado. Gracias a su trabajo transformó su habitual estilo de potencia bruta y desarrollos imposibles en algo ligeramente más fluido, sin llegar, de todas maneras a la elegancia de Wiggins, una bestia de la pista que logró su récord con un desarrollo de solo 8,90m por pedalada (59/14) pero que fue capaz de mover a un ritmo de 105 pedaladas por minuto.

Cuando Merckx, Coppi (45,798 kilómetros, en 1942, en Vigorelli, Milán), Anquetil (46,169 kilómetros, 1956, Milán), Indurain (53,040 kilómetros, en 1994, en Burdeos) o Rominger (55,291 kilómetros en 1994, en Burdeos, en la época en que se podía intentar con cualquier tipo de bici: la norma la cambió la UCI en 2014 y anuló su marca y la de Indurain. Dejaron de ser récord para ser consideradas mejores marcas) batieron el récord lo hicieron sin olvidar que su obligación seguía siendo ganar el Tour, el Giro, la Vuelta, y dentro de su calendario se apañaron para encontrarle el hueco a la hora. Todos se bajaron de la bici jurando nunca más. Habían sacrificado una hora para poner la guinda a su inmenso palmarés. Algunos, sin embargo, volvieron para mejorar sus marcas: los campeones, eternos perfeccionistas, siempre acaban insatisfechos.

En Aguascalientes, la ciudad de la plaza de toros en la que a José Tomás le gusta lidiar con la tragedia, también se batió el récord de la hora femenino actual. Lo hizo, en septiembre pasado, la italiana Vittoria Bussi, que lo dejó en 48,007 kilómetros.

 

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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