Zidane: “Jugar para nada es complicado”
El técnico del Madrid advierte que el ambiente alrededor del equipo no ayuda a revertir la situación. “En el descanso nos dijo cuatro cosas bien dichas”, reconoce Reguilón
Hay veces en las que la climatología intercede directamente en las emociones. Esa capacidad natural e incontenible de la naturaleza para alterar cualquier elemento externo tiene, irremediablemente, un impacto directo en todo lo que sucede a su alrededor. Es más fácil sentir tristeza cuando se apaga la luz, de la misma forma que verla aparecer de golpe redimensiona la esperanza. Le ocurrió al escaso público del Santiago Bernabéu (poco más de 50.000 espectadores, muy por debajo de los 60.000 que acudían de media), hastiado con su equipo tras los primeros 45 minutos, grises como el cielo, caritativo tras la remontada final, una vez que contempló algún claro sobre su cabeza. Cuando la lluvia hizo acto de presencia el drama pareció agrandarse. Fue desaparecer, y la primavera devolvió la calma.
Al margen de todo esto sucedieron muchas otras cosas que facilitaron este vuelco emocional. La transformación de Asensio, por ejemplo, tuvo tanto impacto como la desaparición de cualquier nubarrón malhumorado. Sus llegadas junto a Odriozola en la segunda mitad calaron deportivamente al Eibar, de la misma forma que las punzadas de Benzema le desinflaron las venas. El francés picó de todas las formas imaginables a la defensa armera, lanzado tras la salida por lesión de Ramis (la quinta de la temporada), y liberado desde ese momento el espacio aéreo, propiedad permanente del francés. “La lesión de Iván ha sido determinante”, reconoció José Luis Mendilibar tras el encuentro. Esteta y plástico, poco dado al mazo, Benzema mostró su versión más rústica, quizás rudimentaria, a todas luces la más efectiva en situaciones comprometidas y puede que la más destacada desde su llegada a Madrid. Dos cabezazos impecables tan alejados de sus trucos habituales resultaron más dañinos que cualquier quiebro de cintura. Pudo llenarse más el estómago, pero los postes evitaron el empacho.
El del hambre es un sentimiento sin relación grupal. Si a Benzema se le ha agrandado esta temporada (suma ya 26 goles) a Bale solo se le presupone. Los pitos que recibió el galés fueron sonoros y notables. “Los pitos siempre afectan, aunque los jugadores digan que no”, descubrió Nacho. “Somos humanos, nos gusta que la afición esté con nosotros. Sólo podemos trabajar en cada entrenamiento y partido para recuperar la confianza y que vuelvan a creer en nosotros", amplió. “No nos alegramos de los pitos, pero el público viene a vernos y quiere ver jugar mejor al equipo”, le defendió (a su manera) Zinedine Zidane.
“Hay que felicitar al rival porque ha hecho un partidazo, más que nada en el primer tiempo”, analizó Valverde. “Hablamos en el vestuario tras el primer tiempo, y tratamos de tener mas confianza en el segundo”, reconoció el uruguayo, que lanzó un mensaje de buen calado en la revuelta afición del Madrid. “Estar en el Madrid siempre tiene que ser una motivación, hay que tener orgullo de jugador y por la gente que viene a apoyar. Hay que dejar al Madrid lo más alto posible porque el escudo lo merece”, subrayó. “Zidane nos ha dicho cuatro cosas bien dichas en el descanso”, descubrió Reguilón. “No te voy a decir qué les he dicho. Había que cambiar nuestros segundos 45 minutos, porque no se podía seguir como la primera. Lo que hicieron es eso, jugamos más como equipo, no hubo ningún cambio táctico”, replicó (también a su manera) el francés.
El comodín de Zidane para tratar de justificar algunos de los comportamientos de su equipo es que todo sucede en un contexto vacío. “Cuando veo a mis jugadores no intentando jugar, es que algo pasa. Es un momento complicado y lo de fuera no ayuda nada. Esta temporada no vamos a ganar nada, y esto está en nuestra cabeza. Jugar para nada es complicado. Con esto no digo que nos vayamos a dejar ir, pero debemos pensar que solo nosotros podemos salir de aquí y para ello hacer más”, completó el francés.
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