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Fernando Alonso, un huracán en Daytona

El asturiano catapulta a su equipo a la victoria en las 24 Horas con tres relevos antológicos

Oriol Puigdemont
Fernando Alonso conduce el Konica Minolta Cadillac en Daytona.
Fernando Alonso conduce el Konica Minolta Cadillac en Daytona.Gerardo Mora (EFE)

Las condiciones que Fernando Alonso se encontró en aquel entrenamiento con Minardi en el circuito de Jerez (1999) que le abrió las puerta a la Fórmula 1 se asimilaron mucho las que se aliaron de nuevo con su habilidad, este domingo en Daytona, donde el asturiano volvió a demostrar que el portazo que dio al Gran Circo no ha hecho que pierda facultades. Él y sus compañeros (Kamui Kobayashi, Jordan Taylor y Roger van der Zande fueron los que mejor se manejaron en las extremas y muchas veces caóticas circunstancias en las que se celebraron estas 24 Horas. La edición de este año estuvo marcada por el temporal que obligó a neutralizar la prueba en diversas ocasiones y a darla por concluida 11 minutos antes de tiempo después de más de una hora de inactividad, con todos los participantes bajo las carpas de sus escuderías y fuera de sus coches. El mal tiempo, en cualquier caso, no desmereció la descomunal exhibición de Alonso, que en su segunda participación se convirtió en el principal responsable del triunfo de la estructura de Wayne Taylor Racing.

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En su primer turno y con la pista todavía seca, el bicampeón del mundo de Fórmula 1 (2005 y 2006) asumió el volante del Cadillac número 10 cuando este figuraba en la octava posición de la tabla. Él solito lo llevó hasta la cabeza del pelotón después de una serie de adelantamientos tremendos, rodando hasta dos segundos por vuelta más rápido que los demás, justo antes de cederle el sitio a Kobayashi. A partir de entonces, el cielo se cerró y la cosa comenzó a ponerse fea para la mayoría menos para el ovetense, que se vino arriba y dio un auténtico recital de cómo se debe conducir sobre un piso resbaladizo como el cristal mojado: frenó mejor y más tarde que los demás, sin apenas vacilar, igual que lo hizo siempre que le cayó un monoplaza de los punteros. En el último pulso con Felipe Nasr, el brasileño se fue largo en un viraje a la izquierda cuando sentía en el cogote el aliento de Alonso, que ya no perdió la batuta hasta que la cita se dio por concluida. “Este Fernando Alonso lo hace bastante bien”, bromeó Jordan Taylor a través de las redes sociales y con la carrera en marcha.

En ese crecimiento multidisciplinar que sigue desde que decidió poner fin (veremos si momentáneamente) a su etapa en la F1, el español ya ha ganado las 24 Horas de Le Mans (con Toyota) y en mayo tratará de hacer lo mismo en las 500 Millas de Indianápolis, esta vez con McLaren. Esa es la única muesca que le falta en estos momentos para completar la Triple Corona, el objetivo que se ha marcado y que reconoce a quien es capaz de imponerse en Indianápolis, Mónaco y Le Mans, algo que solo ha sido capaz de lograr Graham Hill. “Las condiciones fueron complicadas aunque no tanto para nosotros, que íbamos delante. Los demás, con tanta agua, lo debieron pasar mucho peor”, resumió Alonso.

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