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Un título para una nueva era

Real Madrid y Atlético se disputan la Supercopa de Europa en Tallin con las ausencias de Cristiano, Zidane y Gabi como ejemplos de los procesos de renovación que afrontan

Ladislao J. Moñino
Modric junto a Lopetegui.
Modric junto a Lopetegui.MAXIM SHEMETOV (REUTERS)

La política de expansión de la UEFA hacia el este de Europa emprendida por el inhabilitado Michel Platini y continuada por el actual presidente Alexander Ceferin ha llevado hasta la coqueta y medieval Tallin la Supercopa de Europa. En el miniescenario del Lecoq Arena (11.000 espectadores) de la capital de Estonia, Real Madrid y Atlético dirimen hoy otro episodio de la rivalidad que han extrapolado a Europa en el último lustro.

Para uno y para otro, el duelo marca el inicio de una temporada de cambios sustanciales. Hasta hace muy poco, este era el Real Madrid de Cristiano. Ahora no se sabe qué será, pero sin duda será distinto por todo lo que ha trascendido el portugués en su paso por Chamartín, desde lo deportivo y también desde la exportación de la marca Real Madrid. Cristiano representó la voracidad ganadora del club y también el deseo de sobredimensionar al club por todo el planeta. Tampoco estará en el banquillo madridista Zinedine Zidane, artífice del histórico registro de alzar tres Copas de Europa consecutivas.

No deja de ser relevante que de los dos clubes sea el Atlético el que ponga sobre el tapete a la gran vedette del fútbol mundial, encarnada en la figura de Griezmann, campeón del mundo con sueldo de galáctico y claro aspirante al Balón de Oro junto a Luka Modric. El duelo también contiene ese atractivo, con la particular revancha de la final del Mundial de fondo, con Lemar, Lucas y Varane también como representantes de lo acontecido en Rusia.

En esa transición que afronta el Madrid las incógnitas principales se centran en saber si el físico de Gareth Bale, el fútbol no se le discute, aguantará para liderar el proyecto durante un curso entero. Ahora mismo, el símbolo del madridismo es Sergio Ramos. También en esta era pos-Cristiano, el foco del madridismo está puesto en saber si Julen Lopetegui tiene la piel y la altura que demandan el club más exigente y laureado del fútbol europeo.

En el Atlético, el mayor cambio respecto a los últimos años es la ausencia de Gabi. Una imagen definió ayer en el estadio de Tallin esta nueva era sin el carismático capitán. Con todo el equipo reunido en el centro del campo, del vestuario emergió el nuevo cuarteto de capitanes, anunciado oficialmente por el club minutos antes: Godín, Koke, Griezmann y Juanfran.

La marcha de Gabi supone para el Atlético la pérdida del principal transmisor de los valores del club y del jugador que marcaba la tensión competitiva del equipo en los partidos. El Atlético se movía al compás de los impulsos de Gabi para ordenar el repliegue y la presión. En esta última faceta, Simeone intuye que puede estar una de las claves de la final: "Con Lopetegui se adivina una fuerte presión tras perdida de la pelota y una intención de posicionarse en campo rival buscando presionar más alto, las mismas características que imponía en la selección". Justo los rasgos tácticos que más se le han atragantado a Simeone en los últimos años contra el Madrid y también contra el Barça.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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