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Bielsa, un ‘Loco’ en la cuna del fútbol

El técnico argentino se estrena con victoria en la segunda división inglesa a los mandos del Leeds United, con el que ya protagoniza singulares episodios

Marcelo Bielsa posa con Andrea Radrizzani, propietario del Leeds United, durante su presentación como entrenador del club.
Marcelo Bielsa posa con Andrea Radrizzani, propietario del Leeds United, durante su presentación como entrenador del club.Mike Egerton (ZUMAPRESS.com)

La noción que se pueda tener sobre la figura de un gurú se sobrepasa ante Marcelo Bielsa (Rosario, 1955), que camina vecino a lo fascinante. Hace ahora un año que la BBC, la corporación pública de radiodifusión británica, señaló al conocido como El Loco como el entrenador más influyente del planeta. Pero hay quien le afea que no le sobren títulos en su currículum, por más que tampoco haya dirigido equipos ganadores. “No me quieras porque gané, necesito que me quieras para ganar”, le dice a sus jugadores.

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Estuvo diez años entre la selección argentina y la chilena, pero sus ciclos de trabajo en los nueve equipos por los que pasó fueron tan cortos que el destino en el que dirigió más partidos fue en Bilbao, poco más del centenar entre 2011 y 2013. Luego pasó una campaña por Marsella y se fue tras el primer partido de la segunda, rompió un vínculo con el Lazio justo antes de empezar la pretemporada y le despidieron del Lille después de catorce partidos y con el equipo en puesto de descenso. Bielsa señala ese pasaje como el más triste de su carrera: “Me dañaron la autoestima”. Ahora, por primera vez, trabaja en segunda división. Este domingo debutó con victoria a los mandos del Leeds United, un clásico que se alejó de la Premier League en 2004.

Si hay una cuna del fútbol esa está en Yorkshire, donde la pelota echó a rodar, quizás más bien a volar, entre industrías vinculadas al carbón, el hierro o el sector textil. Leeds no es un destino cualquiera. Se trata de la tercera conurbación del Reino Unido en número de habitantes, la única con más de medio millón en la que solo se enfoca hacia unos colores. El Leeds United no tiene antagonista y sí una trayectoria que entronca con la mística, la que se relató en The Damned United: la peripecia tras ganar la liga inglesa en 1974 que supuso la marcha del técnico Don Revie y la efímera estancia del pujante Brian Clough, al frente de un grupo indómito de futbolistas que tras forzar su despido se quedaron a un paso de ganar la Copa de Europa. Leeds fue la tierra inglesa que recibió a Eric Cantona para que les liderase en 1992 hacia la tercera liga de su palmarés, el último gran triunfo. En los albores de este siglo cataron las semifinales de la Copa de la Uefa y las de la Champions al año siguiente, en 2001 con el Valencia de verdugo. Tres después cayeron a la Championship y desde entonces nunca jugaron con los grandes, incluso con una breve pasantía por la tercera categoría. Bielsa es su décimocuarto entrenador en seis años y medio. Y apunta: “Estoy en un lugar más grande del que merezco”.

El ropaje de meritorio no debe confundir. Bielsa entrena donde quiere más que donde puede y siempre albergó la inquietud de trabajar en Inglaterra. “Solo esperaba el proyecto correcto”. Leeds le sedujo. Se empapó de los 51 partidos disputados por el equipo la temporada pasada, un curso decepcionante y que acabó con el director deportivo, el español Victor Orta, discutido por un sector de la afición. Bielsa fue su respuesta, una opción cara, de 6 millones de euros por campaña y un proyecto a dos años, excitante, pero también arriesgado si se considera que removerá cimientos.

Lo explicó el entrenador en las horas previas a su victorioso estreno (3-1) frente al Stoke City, un rival recién descendido de la Premier. “Me gusta más el protagonismo que la especulación, el campo contrario que el propio, atacar que defender y correr el riesgo de hacerlo en espacios reducidos y tener que ir hacia atrás en campo abierto. Apuesto más por jugadores creativos que de otro perfil y acepto los riesgos de la circulación progresiva del balón. Pero a cada una de mis afirmaciones hay una posibilidad antagónica que entiendo que es absolutamente válida. No criticaría jamás ni la salida larga del balón, ni la especulación, ni esperar y contraatacar o privilegiar la rudeza sobre la creatividad”. El segundo gol del Leeds este domingo lo marcó el español Pablo Hernández tras 53 segundos en los que el equipo, con diez futbolistas que ya estaban en el plantel la pasada campaña, engranó desde su meta quince pases.

Toda ese libro de estilo se trufa con sus peculiaridades. Parece lógico colegir que el hombre capaz de tipificar ocho maneras de centrar, once de definir ante la meta contraria, 17 de defender y 36 de pasar la pelota es un meticuloso obstinado. El diario inglés The Guardian reveló como puso a recoger basura a sus hombres en las calles vecinas a su campo de entrenamiento. Tres horas estuvieron en esa faena, el tiempo de trabajo que Bielsa calculó que debe aplicarse, por término medio, un seguidor del Leeds para poder pagarse una entrada a Elland Road, repleto este fin de semana.

Quiso que le dieran un valor tangible al apoyo de la gente. También leyó antes de una rueda de prensa unas líneas escritas en inglés para disculparse por su mal empleo de ese idioma y reconocer que se sentiría avergonzado si se escuchase hablar en él, justo lo que estaba sucediendo. Tras el partido contra el Stoke se empeñó en expresarse en esa lengua en la entrevista televisiva y generó situaciones surrealistas en el diálogo al oído con su traductor.

No parece un trabajo sencillo entrar en el mundo de Bielsa, ni siquiera trasladar sus impresiones. En Marsella durante un año tuvo tres traductores y algún episodio abrupto. En Lille también chocó con otro. “Es complicado lograr su confianza. Es cerrado y muy inteligente”, explica Franck Passi, un entrenador francés que estuvo con él en ambas experiencias galas. Passi, amable, respetuoso y trabajador, fue durante cinco años futbolista del Compostela en los noventa y se ganó a Bielsa primero a través del entendimiento del idioma y después cuando el técnico le pidió consejo para reforzar la zaga y le recomendó que probase a Rod Fanni, un futbolista que estaba apartado de la disciplina del primer equipo del Marsella, y al que convirtió en indiscutible.

Passi aprendió el fútbol de Bielsa: “La exigencia física es máxima. Cada futbolista asume una responsabilidad individual y es preciso que tenga inteligencia para aplicarla en los cambios de las marcas”. No es fácil. Guardiola, Pochettino, Sampaoli y hasta Simeone pueden inspirarse en conceptos y sobre todo en aspectos que lindan con el compromiso y la ética de trabajo. Pero seguramente la réplica más exacta es la que propone Toto Berizzo, su segundo durante cuatro años en la selección de Chile, que alguna vez definió su manera de agrupar al equipo como un “marcaje en la zona al hombre”. En el Athletic no era extraño ver a Llorente o Muniain realizar persecuciones de treinta metros en defensa para cuidar de un par. Todo eso se trabaja en el día a día en ejercicios cortos, pero con muchas repeticiones. Dicen quienes le han tratado que Bielsa parece ahora más tranquilo que hace años, como si por fin disfrutase del fútbol, atormentado como semejaba por decodificarlo.

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