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Playoffs Ascenso a Primera - final - jornada 1
Numancia
Numancia
0 3
Finalizado
Real Valladolid
Real Valladolid
Kiko 36'Hervías 57'Óscar Plano 67'

El Valladolid pone un pie en Primera División

El equipo pucelano desarma al Numancia en Soria y le marca tres goles que dejan casi sentenciada la última eliminatoria por el ascenso

El defensa del Valladolid, Kiko Olivas, en el centro, celebra el primer gol de su equipo junto a varios compañeros.
El defensa del Valladolid, Kiko Olivas, en el centro, celebra el primer gol de su equipo junto a varios compañeros.Wifredo García (EFE)

El Valladolid tiene un pie en Primera División tras ganar 0-3 en Soria. Mal haría en confiarse e iniciar la fiesta antes de tiempo porque las promociones, cualquiera que sea la categoría, son terreno abonado a lo extraordinario. Sobran precedentes de vuelcos inopinados, pero el Numancia necesita marcar cuatro goles el próximo sábado en Zorrilla para empezar a pensar en darle un vuelco a lo que parece inevitable.

El partido comenzó alegre, a paso ligero, incluso con una cierta querencia por parte de ambos equipos a precipitarse en sus acciones de ataque, a frenarse en el fuera de juego. Ese punto de ansiedad tamizó el trasteo hacia el tacticismo. Había verticalidad, pero también prudencia a la hora de desplegar hombres ataque. Tampoco es ilógico que algo así ocurra en un doble duelo que decide la temporada, en un partido que se aguarda a 180 minutos. Así, poco se concretó mientras el marcador estuvo a cero. El Valladolid se acomodó en un trabajo defensivo que tras una campaña repleta de permabilidades ha encontrado justo ahora el punto perfecto de equilibrio. No es sencillo hacerle daño al equipo que dirige Sergio González, que igual no es muy sofisticado ni altisonante en su discurso de cara al público, que tampoco trata de pregonar ni patrocinar inventos, pero que hace virtud de saber interpretar las cosas sencillas, que a veces son las más complicadas de expresar. Y el Valladolid explica que, en este momento decisivo, es un señor equipo.

El Numancia quiso y se quedó lejos de poder. Tardó 26 minutos en lograr que Masip se estirase. Le obligó en una jugada manual, distracción en zonas interiores, apertura a la banda, centro de Saúl al primer toque y remate de Guillermo al centro de la portería. No fue un aviso sino una excepción, el siguiente intento que molestó al meta visitante fue, más de cuarenta minutos después, un libre directo que Íñigo Pérez casi coloca en la escuadra. Entre medias penaron por tres goles que le obligan a subir una cuesta. Dos golpes llegaron poco antes y después del descanso. Primero cometió una desatención atrás el Numancia y le golpearon sin piedad, en un centro de Giannotas hacia una situación en el área en la que aguardaban dos delanteros y cuatro zagueros. Era una segunda jugada tras una acción de estrategia, terreno abonado para la confusión defensiva. Los dos vigilantes de Kiko Olivas decidieron tirar la línea para dejarlo en fuera de juego, los otros dos recularon y habilitaron al central del Valladolid, que cabeceó a la red.

Jagoba Arrasate y Sergio había hecho tres cambios en sus onces respecto al último partido. El Valladolid añadió pulmones en la línea que debía secundar al delantero, sobre todo en los flancos. Entraron Giannotas y Antoñito, se guardaron de inicio Hervías y Toni Villa, que habían estado brillantes en partidos anteriores. El primero no deja de ser decisivo porque tiene un guante en el pie derecho y lo emplea para el centro, el disparo o la ejecución a balón parado. Hizo diana poco antes de la hora de juego, apenas ingresar al campo en sustitución del lesionado Moyano, en la típica falta que anima a un lanzamiento cruzado que busque un toque propio o ajeno o, en su defecto, botar ante el portero y envenenarse. Justo eso fue lo que ocurrió y el Valladolid acalló Los Pajaritos como hizo el pasado fin de semana con El Molinón.

El Numancia varió de inmediato de partitura. Juntó a dos delanteros, salió al verde Higinio para operar junto a Guillermo, pero el Valladolid manejó la situación a la perfección, tapó los centros y se le cayeron las notas del pentagrama a los interpretes sorianos. Estaba tocado además el equipo de Arrasate, dolorido e impotente. Cedió espacios y Mata los encontró para dejar a Óscar Plano mano a mano ante el meta Aitor Fernández. No hubo perdón en esa oportunidad, sí para que llegase el cuarto gol, que lo tuvo Mata más de una vez en sus botas. Visto lo visto tampoco parece que el Valladolid lo vaya a necesitar.

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