Ana Carrasco: “La gente nunca ha confiado en que una chica pueda ganar”
Vencedora en Imola, la piloto murciana habla en esta entrevista de lo que significa ser la primera mujer líder de un Mundial de motociclismo
Un lunar en la mejilla, rizos de muñeca de porcelana, una larga cicatriz en el hombro izquierdo. Y esa sonrisa. Dicharachera, Ana Carrasco (Cehegín, Murcia, 21 años) siempre quiso ser piloto de motos. El sueño no solo se convirtió en realidad. Sino que, además, ha hecho historia. El año pasado se convirtió en la primera mujer que ganaba una carrera internacional de motociclismo, pues en velocidad no se distingue entre géneros, como ocurre en otras disciplinas, por falta de demanda. Venció en Portimao, en la recién estrenada categoría de SuperSport 300. Y volvió a hacerlo un año después, hace unas semanas en Imola: después de lograr la pole, después de arrasar durante todo el fin de semana, también lo hizo en la carrera: dejó al segundo a 14 segundos de distancia. Y volvió a hacer historia. Es la primera mujer que lidera un Mundial de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM). Y quiere más.
No es que quiera seguir saltando a las páginas de los diarios por ser pionera, que lo es –“Eso va pasando, pero no lo pienso”, dice, en conversación con EL PAÍS–, sino que aspira también a ganar el título. “Lo importante de haber alcanzado el liderato es el simple hecho de que estemos primeros en el campeonato. Eso es muy bueno porque el objetivo es ganarlo, y eso es lo más importante para mí”, señala. Está contenta, “muy contenta”, aunque las últimas semanas ha estado muy ajetreada. Quizá demasiado para su gusto. O para su agenda. Entre la carrera de Italia y la siguiente, en Gran Bretaña, sigue con sus rutinas de entrenamiento y con sus estudios, pues cursa segundo de Derecho en la Universidad Católica de Murcia (UCAM).
Sigue viviendo con sus padres, “en mi casa de siempre”. Y se entrena, también, en su pueblo, Cehegín. Sale a correr, con la bici, se pasa horas en el gimnasio. Y, además, visita una pista de karting casi cada día. Allí se entrena con una Kawasaki de 85cc, y a veces con otra que tiene de 300cc. Y, entretanto, las clases las lleva como mejor puede –“Me gustan más las motos que el Derecho, la verdad”, reconoce, simpática–, con la ayuda de los profesores, que le cambian las fechas de los exámenes si lo requiere. Y con mucha organización.
Como la que tuvo en Imola. Uno de los peores circuitos para ella el año pasado. Esta vez, sin embargo, “fue un fin de semana redondo”. La Kawasaki, explica, ha mejorado mucho del año pasado a este. “Todo lo que el año pasado no funcionaba ahora va bien. En 2017 era la moto con menos cilindrada de la categoría y en circuitos como Imola, con muchas subidas, se notaba; en aceleración perdíamos mucho. Ahora, el motor ha mejorado, la moto es mucho más competitiva y eso ayuda. También el equipo, toda la gente que tengo alrededor me ayuda a mejorar”.
La carrera de este domingo, en directo
La victoria de Ana Carrasco en Imola ya ha tenido unas consecuencias inmediatas. La ronda de este fin de semana en el circuito de Donington, la sexta del Mundial de Superbike, la cuarta para la categoría de SuperSport 300, podrá seguirse por Teledeporte. Y por primera vez, tal y como anunció ella misma, la carrera de SuperSport podrá verse en directo en el canal Tdp, a las 15.20 de este domingo.
Teledeporte ofrecerá todas las carreras del Mundial de SSP300 hasta final de curso para seguir la evolución de Carrasco, que puede convertirse en la primera mujer que gane un campeonato del mundo de motociclismo mixto de la FIM.
Cuando competía en Moto3 –llegó al Mundial con 16 años y fue la primera española en puntuar–, las edades y la categoría limaban las diferencias con sus rivales, de modo que ser chica no era un hándicap. ¿Lo es ahora que su Kawasaki de 300cc pesa bastante más que aquella Moto3? “Una Moto3 pesa unos 90 kilos y la moto que llevo ahora pesa 140, pero ni me sentía en inferioridad de condiciones entonces ni lo siento ahora. Me entreno muchas horas para, cuando tengo que competir, tener la fuerza que necesito. Creo que en el motociclismo, además de fuerza, se necesitan otras cosas”, indica.
Dijo que llegaba al Mundial (la de SuperSport es una de las categorías del Mundial de Superbike) para ganar. Y no se esconde. No sabría decir si compite bien con presión porque nunca hasta ahora se ha visto en la situación de pelear por un título: “Ahora estoy tranquila, pienso carrera a carrera. Lo más importante es intentar no fallar, que es un campeonato corto y es difícil recuperar un cero”.
Aunque sueña, “como todo el mundo”, con correr en MotoGP, no quiere pensar en el futuro. “Quiero disfrutar y, si gano el campeonato, veremos cuál es el siguiente paso. Aquí me siento cómoda, tengo el material para ganar y me divierto”, afirma. Tras competir en Moto3 durante tres temporadas sabe lo que se sufre cuando no se tienen las herramientas para ganar. Por eso renunció a una oferta de Moto2 el año pasado. Y por eso afirma: “Solo volvería si tuviera una buena oportunidad”.
Tanto a ella como a María Herrera, con quien coincidió en la parrilla de Moto3 y contra quien vuelve a competir ahora, les faltaron apoyos para sacar la cabeza en el circo de MotoGP. “La gente nunca ha confiado en que una chica pueda ganar, ese es el problema. Nos ha costado tener una buena moto y buen material para estar delante. Por eso lo importante de este año es que se vea que con medios podemos conseguirlo”, reivindica.
Con 16 años lo suyo era una rareza. “Los chicos se molestan cuando les gana una chica. Creen que, por ser chicos, son superiores”, dijo entonces una joven Carrasco. Testaruda en la pista y lanzada ante los micrófonos. Ahora siente que se está normalizando. “Llevo ya cinco años corriendo en competiciones internacionales y con buenos resultados, creo que todos se han acostumbrado ya a ver a alguna chica corriendo. Y creo, también, que ahora me consideran antes un piloto rápido que una chica. Eso es lo importante, porque para mí somos todos iguales”.
Poco a poco. Carrera a carrera. Como intentará hacer este fin de semana en Donington. Donde espera que no llueva. Aunque, ella, por si acaso, no mira ni de reojo las previsiones meteorológicas. “Si no, me pongo nerviosa”, ríe.
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