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Final Four Euroliga
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ganadores infinitos

La Euroliga es una competición cruel, ganarla es una heroicidad deportiva; el reto es tan grande como los ganadores que lo persiguen

Pablo Laso, en la semifinal.
Pablo Laso, en la semifinal.Darko Vojinovic (AP)

Estamos ante una final de retos increíbles. Se enfrentan dos ganadores infinitos como son el Real Madrid y Zeljko Obradovic en busca de la Décima y, no menos importante, el Fenerbahçe aspira a revalidar el título, algo heroico que, desde el fin de la hegemonía de la Jugoplastika en 1991, solo han conseguido Maccabi (2004 y 2005) y Olympiacos (2012 y 2013) en el baloncesto moderno.

No hay palabras para abarcar la trayectoria de Obradovic. Si no es este año, antes de retirarse alcanzará las 10 Euroligas en su palmarés. Seguro. Es el entrenador de referencia en Europa desde hace más de 20 años. Es un genio en lo táctico y en lo psicológico. Enfrente Pablo Laso, que ha sabido continuar la tradición ganadora del Madrid, con un proyecto que no deja de llegar a finales con una regularidad y competitividad increíbles.

Son dos grandes frente a frente. Los grandes son los que tienen claro que los malos momentos pasan, los que no pierden el foco sobre el objetivo final, los que saben que el valor está más en el trabajo que en el resultado. Van a pelear el título dos equipos magníficos con dos entrenadores fantásticos.

El plan del Madrid en la semifinal aisló a Sergio Rodríguez y desquició al CSKA. El partido fue un ejemplo de que cuando se consigue enderezar una temporada tan complicada, la fuerza del grupo se dispara. Al Madrid no se le puede dar nunca por muerto porque es un equipo ganador. La memoria del vencedor impide rendirse.

La fuerza y ambición colectiva la representa como nadie Sergio Llull. El jugador referente no es el que habla sino el que hace; el que permanece en el tiempo manteniendo el mensaje y la historia del club. Es un chico con un corazón increíble y una personalidad muy fuerte. Hacer lo que hizo el viernes en Belgrado después de ocho meses y medio fuera es solo para elegidos. Verle a ese nivel le da a su equipo una confianza increíble.

Entre los herederos del mensaje de Llull está Luka Doncic. Cuando un joven asume unas expectativas tan altas es muy difícil desenvolverse en un escenario de ese nivel con tanta presencia. Su talento y su personalidad son excepcionales. Con esos valores y una elogiable actitud colectiva se presenta el Madrid en una final sin favorito.

La Euroliga es una competición cruel. Es un torneo fabuloso para los aficionados, pero mentalmente durísimo para los clubes y los jugadores por tener que enfrentarte a todos los formatos posibles durante ocho meses. Ganarla es una heroicidad deportiva. El reto es tan grande como los ganadores que lo persiguen.

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