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La estampa antigua de De Gendt tiñe la Volta de nostalgia

Etapa y liderato para el belga amante de las fugas en solitario en una carrera que se decidirá en las bonificaciones

Carlos Arribas
Thomas De Gendt, vencedor solo en Camprodon.
Thomas De Gendt, vencedor solo en Camprodon.Quique García (EFE)

El viento robó a la Volta la ascensión a Vallter 2000, su cumbre reina, y privó a los aficionados de esas peleas de escaladores entre sí y contra la gravedad que tanto apasionan, pero a cambio les hizo el regalo de una estampa de ciclismo antiguo, ay, la nostalgia, la de un ciclista belga con un maillot más blanco que rojo, a lo Faema, solo en una carretera desierta, falso llano eterno, árboles desnudos de ramas agitadas, pueblos sin almas, dos jubilados sentados junto al asfalto helado calentados por un rayo de sol tímido en el norte de Cataluña.

El ciclista, que no era, claro, Eddy Merckx revivido, sino Thomas de Gendt, un amante de la soledad, conquistador de Stelvio y Ventoux en Giro y Tour, resistió al pelotón desencadenado. Ganó la etapa con los segundos justos para salir de líder en la etapa del jueves, la ascensión a La Molina, que seguramente decidirá el ganador de una Volta que se decidirá por segundos y bonificaciones. Por detrás de él, pelea, desconcierto y un túnel. El pequeño drama de los hermanos Yates (Simon, atacante vivaz y peligroso; Adam, caído y doliente en los últimos kilómetros) Y Alejandro Valverde, aún por delante de los demás favoritos.

La fuga contra el viento helado de De Gendt, del equipo Lotto que busca el aire vintage en sus colores, marcó el ritmo al pelotón, cuyas acciones siempre buscaban responder a su melodía en contrapunto. Cuando el solitario belga tenía una ventaja de más dos minutos, el Mitchelton de los Yates dejó de aguantar el pulso de indiferencia con el Movistar de Valverde y empezó a tirar del pelotón para reducir su ventaja. Antes justo del túnel decisivo, el que en la Nacional 260 tan ancha allana el camino tras el puerto de Collabós, a 13 kilómetros de Camprodon, y cuando la ventaja había bajado a 1m 30s, atacó Dan Martin, el irlandés peleón. Salió a marcarle Marc Soler, un galgo de Valverde. Después se entró en el túnel. Cuando salieron, la situación era irreconocible: por delante, siempre, De Gendt; por detrás, a 40 segundos, un cuarteto de tipos duros, Simon Yates, Thibaut Pinot, Mathias Frank y Nairo, cancerbero de Valverde, que frenaba su impulso; y a medio minuto el grupo del murciano, tirado por el Sky, que veía que perdía la partida. Los importantes se juntaron todos en la última recta. De Gendt ya había pasado, feliz y antiguo, unos segundos antes.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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