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España sucumbe en Bruselas y el Mundial tendrá que esperar

El XV del León cae (18-10) y buscará la plaza en la repesca tras lamentar un arbitraje sospechoso

Las selecciones de España y Bélgica durante el partido.
Las selecciones de España y Bélgica durante el partido.OLIVIER HOSLET (EFE)

El estadio anexo a Heysel convirtió el sueño español en pesadilla. El XV del León tenía en su mano la segunda clasificación para un Mundial 20 años después; bastaba con derrotar a un equipo al que superó 30-0 el año pasado. Los belgas jugaron un partido notable y contaron con todos sus efectivos y España se vio siempre a contracorriente. No ayudó un arbitraje quizás demasiado protagonista que terminó con la categoría de sospecha. El rumano VladIordaschescu tuvo que salir corriendo tras el pitido final ante la indignación española. El rugby no contempla conflictos de intereses cuando designa a un colegiado, pero la plaza directa para Japón es de Rumanía.

Ya fuera por las reducidas dimensiones del campo o por la importancia del momento, España no se encontró. No llegaban balones para los genios de la trasera, principalmente porque se perdían en las fases de conquista. El ataque que tan eficazmente cocinaba las fases a fuego lento era incapaz de asegurar el balón tras el placaje ante una defensa hambrienta que ganaba metros sin balón. Los flankers Jean Maurice Decubber y Thomas De Molder cuajaron un partido soberbio en las trincheras ante una España que acusó en esa lucha esencial la baja de su capitán, Jaime Nava. El XV del León superó la decena de golpes de castigo cometidos en la primera parte. La sangría en el marcador fue inevitable.

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Bélgica contaba con un campo diminuto que maneja a su favor. En estas circunstancias, la importancia de cada golpe de castigo es crucial porque la zona de marca está a un paso. Y hubo para hartarse. Bélgica forzó la disciplina de España y arriesgó en la zona de conquista consciente del alto premio. Su melé, con veteranos de tonelaje por mucho que jueguen en la competición doméstica, causó estragos. Ganaban metros con el pie, cometieron muy pocos errores con el balón y canjearon cada oportunidad. El apertura Vincent Hart transformó con solidez cuatro de las cinco faltas que tiró a palos y Bélgica se marchó al descanso con una renta merecida (12-0) que pudo ser mayor.

No ayudó a la confianza española que Brad Linklater fallara sus dos primeras a palos, ambas francas. Para alimentar la superstición, la primera se estrelló contra el poste. La férrea defensa española del último mes se volvió mantequilla y Bélgica tiene talentos de calidad en su trasera que llevan años jugando en el rugby francés como el centro Jens Torfs o el zaguero Charles Reynaert, canterano del Racing de París. La ruptura de este último volvió a meter a España en su retaguardia. Cayó otro golpe de castigo y una amarilla que mandó diez minutos al banco a Beñat Auzqui (15-0)

La afición española que tan feliz cantaba “a por ellos” al inicio del choque empezó a pitar sin reparos cuada golpe a favor de los belgas. Cada brazo levantado del colegiado era un mazazo, sobre todo porque imposibilitaba cualquier atisbo de continuidad. España evitó el golpe de gracia mientras estuvo en inferioridad, pero el marcador exigía una resurrección. Con todo lo que habían pasado, incluida la hazaña ante Rumanía, los de Santi Santos no se iban a ir sin luchar. Ensayó en el tramo final Gautier Gibouin tras un maul y se pusieron a cinco con una patada a palos. Cuando el colegiado señaló el enésimo golpe para los belgas al considerar que Guillaume Rouet se levantó cuando ya había sido placado se cerró el choque y empezó el caos. La indisciplina se transformó en injusticia.

España ahora entra en una fase de repesca; primero en un duelo directo aparentemente asequible ante Portugal, campeona del Seis Naciones C, que se disputará en abril o mayo. El vencedor se enfrentará por otra plaza para Japón en una eliminatoria a ida y vuelta contra Samoa (en junio), un clásico de Oceanía y selección que jugó el útlimo Mundial. Y quien pierda esa eliminatoria pelearía por una última plaza en una final a cuatro donde el rival de peso sería Canadá (en noviembre), también mundialista. El camino es cuesta arriba para España después de desaprovechar en Bélgica su mejor oportunidad.

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