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El jugador de fútbol sala que echó al Athletic

Tito García Sanjuán, técnico del Formentera, fue campeón de Europa sobre el parqué en 1998

Los jugadores del Formentera celebrando la clasificación.
Los jugadores del Formentera celebrando la clasificación.JUAN FLOR (DIARIO AS)

San Mamés fue el miércoles testigo de una noche memorable en la que el protagonista no fue el Athletic. Todo lo que le pudo salir mal al equipo local le salió bien al SD Formentera, el conjunto de Segunda B que los eliminó de la Copa del Rey en dieciseisavos de final. Tras el 1-1 en la ida, el equipo que dirige Tito García Sanjuán convirtió un gol en el minuto 95 y avanzó a los octavos (0-1). “Creo que lo de ayer [por el jueves] fue lo más parecido a ganar un Mundial”, dijo el presidente del club, Xicu Ferrer.

El entrenador García Sanjuán, de 43 años, es hermano de Jesús, uno de los integrantes de aquel Zaragoza que ganó la Recopa ante el Arsenal en París en 1995. A diferencia de él, Tito triunfó en otro deporte: el fútbol sala. Ganó una Liga con el Sego Zaragoza, su primer equipo, y en 1998 fue campeón de Europa con el CLM Talavera. En 2006 se retiró y comenzó su carrera como técnico. Ahora en su segundo curso en Formentera, ha estado al frente del CD Benicarló, Racing Benicarló, CF Borriol, Villarreal C, Vinarós, Rapitenca y el Legirus Inter, club de la Segunda División finlandesa.

García Sanjuán, que siguió el partido desde el palco al no poder sentarse en el banquillo por sanción, explica lo que le sucedió en el momento del gol: “Vi cómo entraba el balón desde el túnel porque justo acababa de bajar. Entonces me fui corriendo eufórico hacia el vestuario, pero me di cuenta de que por la emoción no sabía si había sido gol o no”, dice, y confiesa lo que hizo después: “Volví hacia el campo y dos empleados del Athletic me dijeron que sí, que había sido gol y que había terminado el partido”.

La isla menos poblada

En abril, el Formentera todavía jugaba en Tercera, y ahora tiene un presupuesto 312 veces menor que el Athletic, que ingresa más de 100 millones de euros. El de ellos es de solo 320.000 euros. “Hay dos categorías de diferencia, pero el fútbol no son matemáticas y pasan estas cosas”, dice el presidente.

Con una superficie de 83,24 kilómetros cuadrados y 12.000 habitantes, Formentera es la isla balear menos poblada. Es tan pequeña que el entrenador, que solía jugar al golf, dice que allí no puede hacerlo. “Nuestro punto fuerte es la unión que tienen los jugadores, que hace que en un partido como el del miércoles, donde hay que tirar más del corazón en los momentos finales, lo hayamos podido lograr”, dice García Sanjuán.

El año pasado, el Formentera también fue la revelación de la Copa al ser el único equipo de Tercera en llegar a los dieciseisavos de final. Allí se enfrentó al Sevilla, que no le tuvo ni un poco de piedad y le ganó 14-2 en el resultado global.

Álvaro Muñiz fue el héroe de la noche. Cuando ingresó en el minuto 77, lo hizo con un gol en la cabeza. Un gol que convertiría en la última jugada del partido, cuando desde un lanzamiento de esquina cayó un balón al área y logró mandarla de un cabezazo al fondo de la red. “El portero, Marcos, subió desesperado a buscar el tanto y me dijo: ‘Álvaro, escúchame bien, lo he soñado y lo vamos a hacer’. Miré el marcador y pensé, uf, solo queda esta”, cuenta el mediocentro Muñiz, de 29 años.

Sobre el posible rival en octavos, Muñiz asegura que lo que más quiere ahora es un equipo grande. “Nos merecemos al Barça, al Atleti o al Real Madrid. Todos soñamos con algún día poder pisar el Camp Nou, el Wanda Metropolitano o el Bernabéu”, afirma.

Muñiz habla desde el ferry que los lleva de vuelta a Formentera. Ya han bajado del avión que los dejó en Ibiza y ahora van rumbo a su isla. “Anoche dormimos solo cinco minutos”, dice. Hoy tendrán permiso para ir a sus casas y descansar. El viernes habrá otra vez entrenamiento para preparar el partido de la liga. “Festejamos mucho. Nos lo merecíamos”, dice, mientras cuelga el teléfono porque el barco acaba de atracar y hay un centenar de aficionados con banderas y bufandas esperándolos.

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