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África retoma a varios clásicos para mostrarse en el próximo Mundial

Marruecos, Túnez y Senegal se unen a Nigeria y Egipto como representantes del continente en la cita de Rusia, por primera vez con tres escuadras norteafricanas

Los futbolistas de Senegal celebran su pase al Mundial.
Los futbolistas de Senegal celebran su pase al Mundial.SIPHIWE SIBEKO (REUTERS)

África ya presenta sus poderes de cara al próximo Mundial con las cinco selecciones que han superado su durísima fase de clasificación. Por primera vez accederán a la máxima competición futbolística tres escuadras norteafricanas. A Egipto, que ya había logrado el pase el pasado mes, se unen ahora Marruecos y Túnez. Nigeria, también clasificada en la anterior ventana de partidos de selecciones, y Senegal, que llegó a la meta esta viernes, completan el elenco. África no envía debutantes a un Mundial desde que en 2006 se estrenaron cuatro selecciones. Los clásicos aún tienen peso aunque algunos como Camerún o Argelia se hayan quedado por el camino. Otras potencias de los últimos años como Costa de Marfil o Ghana se quedan fuera.

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Marruecos vuelve a la primera línea tras perderse los cuatro últimos mundiales y atravesar un desierto futbolístico después del oasis que supusieron dos magníficas generaciones de futbolistas. La primera le llevó a ganar su grupo en el Mundial de 1986 y caer, en los últimos minutos, en octavos ante Alemania con Zaki en la meta y futbolistas de excelente técnica como Bouderbala, Timoumi o Merry Krimau. Ellos ya entonces se dejaban ver en las grandes ligas europeas y mostraron el camino a Naybet, Hadji, Chiba, Bassir o Chippo, que empataron en 1998 ante Noruega y golearon a Escocia para quedarse al filo de superar la fase de grupos. Ahora llega otro equipo de postín, justo en el momento en el que el país presenta su candidatura para organizar el Mundial de 2026.

Benatia, central de la Juventus y antes del Bayern, se pone al frente de un colectivo emergente que necesitaba apenas un punto en Abidjan para lograr el pasaporte a Rusia y se llevó un triunfo (0-2) tras mostrar su superioridad sobre Costa de Marfil, que debe emprender ahora una renovación tras participar en los tres últimos mundiales. Gervinho, Zaha, Doumbia o Aurier se quedaron con la miel en los labios ante un rival que alineó a futbolistas que toman vuelo como el madridista Achraf Hakimi, que a sus 19 años se manejó pleno de carácter en terreno marfileño para defender una posición que no es la suya, la de lateral izquierdo. Munir, meta del Numancia, y Amrabat, extremo del Leganés, también se alinearon en el once que dispuso el galo Hervé Renard, que tiene un currículo con dos títulos continentales a los mandos de Zambia y Costa de Marfil. Fayçal Fajr, del Getafe, tuvo unos minutos y Bounou, meta del Girona se quedó en el banquillo.

Marruecos es un equipo pleno de matices. Tiene fuerza y clase atrás, con Saïss, mediocentro del Wolwerhampton, líder de la Championship inglesa, ejerciendo de acompañante de Benatia en el centro de la zaga y talentos como Ziyech, el extremo del Ajax, o Belhanda, mediapunta que había enamorado en el Montpellier para ganar la liga francesa en 2012 y ahora se alinea en el Galatasaray. Flojea Marruecos, eso sí, en ataque. En Abidjan recurrió a Boutaïb, que la temporada pasada fue el segundo máximo goleador de la Ligue 2 gala y ahora juega en el Malatyaspor turco.

Sadio Mane conduce la pelota en el decisivo partido contra Sudáfrica
Sadio Mane conduce la pelota en el decisivo partido contra SudáfricaSIPHIWE SIBEKO (REUTERS)

Túnez es otro clásico que regresa para jugar su quinto Mundial tras faltar a los dos anteriores. Superó no sin apuros a Mauritania para acceder a la ronda final y ahí resultó favorecido por un sorteo benévolo que le encuadró en un grupo accesible. Al final necesitaba sumar un punto en casa ante Libia para ganarse el pase y lo hizo sin mayor brillo (0-0).

Túnez es un equipo con futbolistas sin excesivo motor a los que les gusta manejar la pelota. El camino hacia el Mundial estaba previsto que lo preparase con el belga George Leekens, pero abandonó el equipo justo al día siguiente del atentado que segó la vida de 38 turistas en la costa del país hace algo más de dos años. Alegó diferencias salariales para romper el vínculo y dejó vía libre a Henri Kasperczak, un veterano que tuvo que dejar el cargo tras caer en cuartos de final de la última Copa de África frente a Burkina Faso. El reemplazo fue local, Nabil Maaloul, y ese detalle alerta sobre la idea que baraja el fútbol tunecino, no tan prolífico como otros de su entorno para enviar futbolistas al extranjero ni tan nutrido de descendientes de emigrantes forjados en el continente europeo. “En Túnez sabemos entrenar a futbolistas”, reivindica Maaloul, que llega a Rusia con una base de jugadores de clubs nativos, apenas con el mediapunta Khazri, cedido por el Sunderland al Rennes tras perder la categoría en la Premier League

La primera vez, y única hasta ahora, que Senegal jugó un Mundial se presentó en el partido inaugural contra el campeón y le ganó. Fue en 2002 frente a Francia en Seúl y el brazalete de capitán lo portaba Alliou Cissé, un mediocentro de trabajo que semejaba inmune a la fatiga y que hizo su carrera de corto en campos franceses e ingleses. Todavía es un líder, así que trece años después se hizo cargo de la selección en la faceta de entrenador para pilotar un proceso que ha llevado de vuelta a su país entre las 32 mejores selecciones del mundo.

Senegal se fue de aquella experiencia iniciática en Corea tras caer en la prórroga de los cuartos de final ante Turquía y en el puesto 27 del ránking FIFA. Justo a esa cota regresó el pasado verano tras tocar fondo en 2009. Entonces acababa de quedar eliminada en el camino hacia el Mundial de Sudáfrica por la modestísima Gambia, el país que fagocita geográficamente y al que trató de integrar en los años ochenta dentro de una confederación. Aquella humillación comenzó a olvidarse en Londres, en unos Juegos Olímpicos que alumbraron un equipo hercúleo en lo físico, vertical y con buen pie, con una promesa que descollaba (Sadio Mané) y un goleador (Moussa Konaté). Cissé también estaba allí, como segundo entrenador. Senegal venció a Uruguay, reforzada con Suárez y Cavani, empató con la anfitriona Gran Bretaña y cayó en cuartos de final en la prórroga frente a México, a la postre campeona.

Pero nada ha sido sencillo para Senegal. Pocos meses después cayó contra Costa de Marfil en un partido decisivo para acceder a la Copa de África. Fue una tarde aciaga con graves disturbios en Dakar y un partido que no se pudo completar. Un año después el equipo aún arrastró las consecuencias cuando debió disputar como local en Marruecos el decisivo playoff contra el mismo rival para acceder al Mundial de Brasil. Quedaron fuera, como también lo hicieron en la primera ronda de la siguiente Copa de África. Fue entonces, en marzo de 2015, cuando le dieron el equipo a Cissé. El pasado mes de enero emitió un primer aviso: llegó a los cuartos de final del torneo continental y Camerún, luego campeona, solo la pudo superar en los penaltis. Ahora, tras ganar 0-2 en el decisivo partido en Sudáfrica y dejar atrás también a Burkina Faso y Cabo Verde, accede a su segundo Mundial con un equipo que integra a futbolistas de amplia experiencia en las mejores competiciones europeas. Kalidou Koulibaly, pilar del Nápoles, capitanea la defensa. Gueye, del Everton, y Kouyaté, del West Ham, mandan en la medular. Niang, antes el Milán y ahora en el Torino, acompaña a Sadio Mané, estrella en el Liverpool en la delantera, con Konaté o Keita Baldé, el catalán del Mónaco, en la recámara.

De tener un cupo a los nueve previstos para 2026

Trece países africanos han estado presentes en los mundiales de fútbol desde que en 1934 Egipto derrotó a Palestina en una eliminatoria que agrupaba a la exigüa representación de África y Asia. Hasta 1970 no se disputó una fase de clasificación continental. Entonces participaron diez escuadras para ocupar un único cupo asignado, que lo ganó Marruecos. En 1982 con la ampliación mundialista a 24 escuadras, la FIFA reservó dos plazas para los equipos africanos, que se convirtieron en tres después de que en 1990 Camerún hiciese historia tras llegar a cuartos de final. Desde 1998 se clasifican cinco selecciones, aunque en el Mundial organizado en Sudáfrica participaron seis. En la previsión de una Copa con 48 equipos para 2026 la FIFA asignaría nueve plazas a África.

Los equipos africanos que se clasificaron a un Mundial son los siguientes:

1934: Egipto

1970: Marruecos (primer punto, un empate contra Bulgaria)

1974: Zaire

1978: Túnez (primer triunfo, 3-1 a México y un empate con Alemania, que defendía título)

1982: Argelia, Camerún

1986: Argelia, Marruecos (campeona de grupo y primera clasificación a una segunda ronda)

1990: Egipto, Camerún (primera en llegar a cuartos de final)

1994: Camerún, Marruecos, Nigeria

1998: Camerún, Marruecos, Nigeria, Sudáfrica, Túnez

2002: Camerún, Nigeria, Sudáfrica, Túnez, Senegal

2006: Túnez, Costa de Marfil, Ghana, Angola, Togo (cuatro debutantes)

2010: Argelia, Costa de Marfil, Ghana, Sudáfrica, Nigeria, Camerún

2014: Argelia, Camerún, Ghana, Costa de Marfil, Nigeria

2018: Egipto, Nigeria, Senegal, Marruecos, Túnez

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