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Santa Marta inaugura los Juegos Bolivarianos en el último segundo

Más de 4.000 deportistas de 11 países de América Latina se preparan para Tokio 2020 en el caribe colombiano

Ana Marcos
El nuevo estadio de fútbol de Santa Marta, en obras, 24 horas antes de la inauguración de los Juegos Bolivarianos. (Colombia)
El nuevo estadio de fútbol de Santa Marta, en obras, 24 horas antes de la inauguración de los Juegos Bolivarianos. (Colombia)Charlie Cordero

Una fila de camiones con materiales de construcción espera en un camino de tierra poder continuar con sus tareas. Uno de los conductores cansado, da marcha atrás y se vuelve por dónde ha venido. “Los vecinos han cortado el paso”, dice por la ventanilla. A lo lejos se avista a no más de una decena de personas sobre la vía de un tren de carga. Están a pocos metros de sus casas de madera y chapa, inundadas por las fuertes lluvias del invierno y la falta de condiciones mínimas en las que malviven. Por hoy no pasa nadie más por este acceso a las obras del estadio de fútbol de los Juegos Bolivarianos que se celebran hasta el 25 de noviembre en Santa Marta, en el Caribe colombiano. Quedan 48 horas para la inauguración.

Al día siguiente, el paso está libre. Los habitantes de Villa Bettel, en un sector llamado Bureche, a las afueras de la ciudad donde murió Simón Bolívar, han vuelto a la rutina del rebusque, la forma de vida de los que no tienen nada. Los camiones vuelven al trabajo.

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Los Juegos Bolivarianos, en obras

La sede principal de los Juegos Bolivarianos tiene que estar preparada para recibir a las delegaciones de los siete países que integran la Organización Deportiva Bolivariana (Odebo): Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Bolivia, Panamá y Chile. Y a sus invitados: República Dominicana, Paraguay, Guatemala y El Salvador. Más de 4.000 deportistas preparados para competir en 34 disciplinas deportivas. Hace casi ochenta años que las naciones que liberó Bolívar precalientan de esta manera para las Olimpiadas.

El cielo se oscurece y las nubes comienzan a bajar por las imponentes montañas de la Sierra Nevada que rodean esta sede. Del mismo color se tornan las previsiones sobre el estadio. Menos de tres cuartas partes de las gradas están terminadas. El esqueleto de cemento y hierro no se disimula detrás del escenario preparado estratégicamente para la gala inaugural. Cientos de trabajadores pican, drenan, pulen, adoquinan, construyen a destajo. Tienen que intentar que el 80% del estadio quede listo, así se estableció en el contrato de adjudicación al que tuvo acceso el medio digital La Silla Vacía.

“Esta parte se entrega hoy”, dice uno de los obreros en la pista de BMX. La misma suerte tendrán los atletas, su pista parece casi terminada. “Para la inauguración no van a abrir todo el graderío”, opina otro trabajador. Alrededor de estas tres instalaciones las carreteras de acceso, las entradas y los aparcamientos son solo vestigios. Hay más barro que cemento y césped. Y quedan menos de 24 horas para que empiece la fiesta.

La otra versión de los Juegos

En el nororiente de la ciudad, en el sector conocido como el Polideportivo, algunos de los deportistas que participan en los Juegos Bolivarianos pasean por las canchas de béisbol y softball, prueban el centro de gimnasia artística y visitan las instalaciones de natación. En este espacio, dentro de Santa Marta, en un barrio de estrato cuatro, la clase media colombiana, las obras han avanzado más rápido. Las grandes estructuras están pendientes de los últimos retoques. Fuera, los trabajadores terminan de adecuar las calles y luchan contra el agua que ha afeado las nuevas zonas verdes.

Antonio, de unos 40 años y vecino, recorre en bici el sector. En su memoria están los antiguos centros deportivos, durante algún tiempo abandonados, después aprovechados por los samarios “a precios asequibles”, cuenta. “Todo esto es gracias al dinero del Gobierno, en Santa Marta no hay plata”, dice. El Estado, a través de Coldeportes, el departamento responsable de esta cartera, ha aportado 110.000 millones de pesos para las obras (más de 36 millones de dólares) y 30.000 millones (casi 10 millones de dólares) para la organización del evento. Los Juegos Bolivarianos han escapado al recorte en la partida de más del 60% para 2018.

“En un primer momento estaban presupuestados 90.000 millones, se ampliaron 20.000 más para las áreas exteriores porque la alcaldía no podía asumirlo”, explica Clara Luz Roldán, responsable del organismo. Santa Marta ha aportado 60.000 millones (casi 20 millones de dólares) de sus arcas.

Esas zonas aledañas han mejorado el barrio en el que Fabiola Uribe y su familia viven desde los setenta. Pero hasta conseguirlo han sufrido los inconvenientes de casi un año de obras a pocos metros de su casa. “Cada derrumbe hacía temblar las paredes”, cuenta. Está a la espera de que la Alcaldía le otorgue una ayuda para arreglar los daños en su patio.

Han pasado cuatro años desde que Santa Marta, con subsedes en Cali y Bogotá, fuera elegida para albergar una competición que permite a muchos deportistas latinoamericanos competir a alto rendimiento. El que fuera en aquel momento alcalde, Carlos Eduardo Caicedo, actual gestor de los Juegos y candidato a la presidencia en las elecciones de 2018, dijo entonces: “Hay que empezar la ejecución de las obras para que no nos coja la noche”.

Aunque la Odebo establece que los espacios deportivos deben ser entregados un mes antes de que arranque la competición para su equipamiento, no ha sido posible a tenor del estado de las obras cuando faltaba menos de un día para el inicio. Llegó la noche antes de tiempo.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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