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Champions League - Grupo c - jornada 4
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FK Qarabag
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‘Wandazo’ del Qarabag; el Atlético, al borde de la eliminación

El equipo rojiblanco empata otra vez con el éxotico y atrevido equipo azerbaiyano y acaba pitado por su afición

Godín e Ismayilov luchan por un balón en el Wanda. En vídeo, declaraciones de Simeone tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: PAUL WHITE (AP) / ATLAS
Ladislao J. Moñino

Salvo milagro, la historia dirá que en 2017 el Atlético quedó eliminado de la fase de grupos de la Liga de Campeones porque no fue capaz de ganar a un exótico, desconocido pero atrevido equipo de Azerbaiyán. El Qarabag escribió anoche una de las páginas más negras de la historia rojiblanca. Añadió su nombre a los del Sion suizo, el Groningen holandés, la Politécnica de Timisoara de Rumanía o el Boavista portugués, verdugos europeos aún recordados por una hinchada que despidió con una tremenda pita a su equipo. Si el Roma y el Chelsea logran lo que el Atlético no ha logrado, ganar al Qarabag, se acabó esta Champions para los rojiblancos. El golpetazo afecta tanto al prestigio del club como a sus arcas de consumarse la eliminación. Ni contra diez durante 15 minutos en Bakú, ni durante media hora ayer, el equipo de Simeone ha sido capaz de derrotar a un equipo que mientras estuvo en igualdad numérica le puso colorado.

Desde la pelota, el Qarabag tuvo dos objetivos, defenderse con ella y desestabilizar al Atlético toque a toque. Durante muchos minutos dio una lección de buen trato al balón. Jugó con las urgencias rojiblancas pase a pase, durmiendo el juego con triangulaciones que nacían con atrevimiento en sus centrales. No jugó el Qarabag un mal patadón en todo el primer tiempo. Tuvo la osadía de rebelarse con rondos que se le hicieron inalcanzables a los futbolistas de Simeone y desesperaban a la hinchada rojiblanca ante la inacción de los suyos. Siempre quiso gobernar el partido desde ese artilugio redondo que tanto le cuesta domar al equipo de Simeone y que demasiadas veces le resulta tan incómodo. Un toque por allí, un toque por allá. Garayev, Míchel, Richard Almeida, bailando al Atlético en tuyas-mías que no encontraban la oposición de una presión decidida.

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Ese juego pendular y cadencioso, lo afilaba Pedro Henrique, que le sacó los colores a Godín a la carrera y a Filipe con un sombrero. Ese juego al pie terminó por generar un córner. El juego aéreo que antes era un trámite autoritario para este equipo ahora es un suplicio. Míchel certificó ese mal cazando, libre de marca, un cabezazo formidable que reventó la escuadra de Oblak. La grada sufrió un shock, que le dejó entre la indignación a unos, un silencio funerario a otros, y destapó los silbidos en una mayoría. El bochorno generó que por primera vez en la era Simeone los pitidos retumbaran en los oídos de sus futbolistas.

Así que quedaban 45 minutos para evitar un batacazo morrocotudo. Una afrenta a la historia del club, a la más reciente y a la más pretérita.

Con el desafío de evitar ese ridículo monumental se presentó el Atlético en el segundo acto. Correa empezó a mover el árbol pronto con un disparo raso que blocó mal Sehic. La pelota se le quedó muerta a Gameiro, pero este no estaba con los cinco sentidos en la jugada y no pudo dirigir el remate entre los tres palos sus botas.

Ahí se apagó durante unos minutos el Atlético para más desesperación del personal, atónito ante la poca capacidad de maniobra y de sorpresa de los suyos. Una jugada esperpéntica pudo agrandar el escarnio. Gabi comenzó a conducir el balón, hasta que ante la falta de apoyos tuvo que retroceder e irse a una banda. En su intento de evitar el fuera de banda, dio un taconazo. Ahí nació un contragolpe que pudo suponer el 0-2 si Savic no hubiera cortado un pase que era medio gol en el área pequeña.

Con el susto aún en el cuerpo, Thomas embocó un zapatazo desde 35 metros que perforó la escuadra. Restaba algo más de media hora de juego para intentar salvar la honra con un gol. La expulsión de Pedro Henrique por una patada en la cara a Godín pareció poder ayudar al Atlético a culminar la remontada.

Nada, de nuevo, no supieron ni Simeone ni sus jugadores encontrar los caminos del gol con ortodoxia. De nuevo, le pudo la pelota. Solo pudo generar peligro a la tremenda o a balón parado. Sadygov sacó bajo la línea a remate de Godín. Dos remates cruzados de Filipe Luis, un disparo lejano de Gabi bien respondido por Sehic y una última ocasión de Gaitán, de nuevo tapada por el meta, consumaron la catástrofe. El wandazo del Qarabag,

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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