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El Hijo del Perro Aguayo, a dos años de su muerte

Este martes se cumplen dos años de la muerte del luchador mexicano, que murió por una patada en las cervicales en una pelea en Tijuana

Diego Mancera
Pedro Aguayo durante una función en la Arena México en 2007
Pedro Aguayo durante una función en la Arena México en 2007E. Tlaxcala (Cuartoscuro)

Apenas iban seis minutos de pelea. El Hijo del Perro Aguayo, uno de los luchadores con gran linaje en México, recibió una patada que lo estrelló contra la cuerda del cuadrilátero. El golpe le provocó una lesión en las cervicales y después un paro respiratorio. Él estaba inmóvil sobre la lona. Sus rivales siguieron la lucha durante 166 segundos hasta que llegaron los médicos. Allí los gladiadores sobre el cuadrilátero lucían descolocados, no sabían si la lesión iba en serio. Aguayo, de 35 años, no se movió más y ahí acabó todo. 

“Fue un accidente como el que puede pasar en un campo de fútbol. No hay culpables, cuando subes al ring tú vas a dar un espectáculo, nunca vas con la intención de matar a tu compañero”, opina a EL PAÍS el Hijo del Santo, uno de estos gladiadores. Pero a partir del fallecimiento de Aguayo, hace dos años, no ha cambiado en nada la seguridad para la protección de luchadores.

El parte médico determinó señaló que la muerte no fue por error de los paramédicos que asistieron al Hijo del Perro Aguayo sino por un infortunado golpe. “Hay gente que piensa que la lucha libre es un juego, un cotorreo o falsa, pero no hace falta demostrarlo: se han muerto muchos. Uno trata de cuidarse, de combatir, a veces tu cuerpo no está al cien. Nadie mata a propósito. La lucha libre es un deporte de alto riesgo. Todos estamos conscientes de que subes y no sabes si vas a bajar”, comenta Jesús Reyes, mejor conocido como Máscara Año 2000. 

La muerte sacudió al gremio de luchadores llenos de testosterona y se vieron vulnerables ante un mal movimiento en el cuadrilátero. El funeral realizado en la ciudad de Guadalajara reunió a los gladiadores que, fieles a sus personajes, acudieron con máscaras a despedirse del Pedro Aguayo, un chico que debutó en la disciplina con 15 años para emular a su padre de quien tomó el nombre. El personaje prefería los insultos a una ovación, era el antagonista por excelencia. La persona, Pedro Aguayo, prefería tener un perfil bajo en el vestidor.

El momento cuando Aguayo es atendido por los médicos y personal en el auditorio de Tijuana
El momento cuando Aguayo es atendido por los médicos y personal en el auditorio de TijuanaA. Vladimir (Cuartoscuro)

La conmoción entre los luchadores llegó al Senado mexicano. Allí, senadores en conjunto con el presidente de la Consejo Mundial de Box y El Hijo del Santo, presentaron una iniciativa de ley federal para proteger a los deportistas de combate en cuestiones médicas, antidopaje, seguridad social, protección para el retiro y licencias para las empresas. Pero quedó estancada. 

“Los luchadores no estamos unidos, nos hace falta ser más conscientes de que nuestro trabajo es muy peligroso. Las empresas fuertes que existen en México ven para sí mismas, no hay una relación de una con otra, se ven como enemigos, a veces el mismo luchador debe proteger a su compañero”, comenta el hijo del enmascarado de plata.

La empresa que organizó la última pelea de Aguayo fue The Crash, ubicada en Tijuana. "Nosotros no recibimos ningún tipo de linchamiento, ni agresión por redes sociales. Nos dolió mucho por ser un accidente de trabajo, algo que no se puede controlar", comenta vía telefónica Ignacio Ríos, vocero de la promotora. Para este segundo aniversario luctuoso la compañía hará un homenaje en su función del 25 de marzo "no lo promocionamos porque nuestra intención no es lucrar con eso".

En la década de los noventa, Pedro Aguayo se estrenó en el encordado frente a Rey Mysterio, el último luchador que le propinó un golpe y figura en la World Wrestling Entretainment (WWE). En México algunos le condenaron y llamaron asesino. “Lo que estuvo muy mal fue que el público empezara a hacer memes y a culpar a Rey, jamás lo hizo con una mala intención”, opina El Hijo del Santo.

En su última noche, el Hijo del Perro Aguayo portaba su vestuario que hizo tradicional: botas, rodilleras y calzoncillo de color negro y una camiseta con un lema que hizo famoso desde 2006, “Perros del Mal”, en la parte trasera el mensaje sentenciaba, “Dios perdona, los perros ¡no!”. Cuatro años antes de su muerte sorteó el cáncer de estómago para mantenerse como el villano favorito en su país.

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Sobre la firma

Diego Mancera
Es coordinador de las portadas web de la edición América en EL PAÍS. Empezó a trabajar en la edición mexicana desde 2016 escribiendo historias deportivas. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

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