El gran tímido del Barça
El portugués André Gomes se confirma como el centrocampista más polivalente de Luis Enrique
Al Barça le ha salido algún buen partido sin el tridente, como el del Sadar, un campo en el que no jugó por sanción Neymar. El juego fluye de forma más natural cuando parte de los centrocampistas y no de los delanteros, sobre todo cuando se articula a partir de Busquets. La reacción de los azulgrana, que llevaban tres empates seguidos, ha coincidido con la recuperación del medio centro internacional y de Iniesta.
Aunque su fútbol resulta a veces inofensivo y hasta empalagoso, cuando los azulgrana tienen superioridad en la medular se garantizan el orden y el control del partido y tienen la posibilidad de desequilibrarlo si los laterales le dan amplitud y profundidad y Messi acelera (11 goles en la Liga y 10 en la Champions). El equipo se asocia mejor, sus ataques son más largos y sus triangulaciones resultan decisivas con Busquets en una punta y en la otra Messi.
Asegurada la identidad, recuperada la esencia, la clave está en la velocidad del balón y en la agresividad sin la pelota, aspectos que exigen de los futbolistas un juego solidario y por supuesto defensivo. Tal circunstancia demanda la implicación del jugador número 11, el que acompaña a Messi y Luis Suárez o a Messi y Neymar. Únicamente el 10 está exento de cualquier tarea de contención o presión, liberado para marcar las diferencias en ataque, siempre resolutivo, también en Pamplona.
Aunque Arda no ayudó mucho ante Osasuna, el Barça jugó de manera cómoda, beneficiado por la actitud de los muchachos de Caparrós, que prefirieron esperar a presionar, un terreno que favoreció la tarea del turco y del tercer volante, André Gomes, el jugador por el que Luis Enrique ha apostado como titular en cinco de los seis últimos partidos, tanto como Messi. “¿Te parecen muchos partidos?”, ironizó el técnico cuando en la sala de prensa se le advirtió de su apuesta por André Gomes. “Igual hay que darle descanso. Ya lo valoraremos”.
André Gomes jugó el sábado igual que el martes, sin reparar en el rival, más pendiente de su equipo y de las instrucciones del entrenador, de manera que estuvo correcto, extremadamente pulcro y prudente, concentrado en no fallar más que en arriesgar, actitud que propició una cierta lentitud o ralentización del juego, respetuoso con el fútbol de posición. A veces da la sensación de que el medio portugués todavía se familiariza con el estilo del Barcelona.
Ya lo advirtió Alexis Sánchez, figura del Arsenal, cuando llegó a Camp Nou: “Tuve que volver a aprender a jugar a fútbol”. No es fácil pasar rápido, a uno o dos toques, en lugar de conducir el balón y menos en un equipo cuyos últimos referentes son Xavi, Iniesta y Busquets. Y más difícil parece si resulta que el instruido es tímido como André Gomes. Luis Enrique, sin embargo, elogia el buen manejo que tiene de la pelota, su llegada y tiro y la versatilidad para jugar en las dos bandas o como pivote en lugar de Busquets.
Un fichaje sorpresa
André Gomes (Grijó, Oporto, 1993) tiene la bendición del entrenador, que hoy parece preferirle a Denis Suárez, Rafinha y Rakitic, e incluso del presidente Bartomeu, que anunció su fichaje por sorpresa en una comida con los periodistas cuando prácticamente nadie estaba sobre la pista, como si fuera una oportunidad inesperada y facilitada por la buena relación del director deportivo Robert Fernández con el Valencia, que le fichó por 15 millones del Benfica. El Barça pagó más del doble —35 millones y 20 de variables— por aquel centrocampista que rompió a llorar con su padre el día de la presentación. Ambos se declararon culers</CF> y se conjuraron para triunfar en el Barça. Una vez ganada la confianza del técnico, que le tiene por universal en un equipo de especialistas, ahora le toca convencer a la gente y a la crítica, cosa que va más lenta, como el propio ritmo del Barça en la Liga.
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