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Flores en el Calderón

El técnico del Espanyol logró el priemr título para el Atlético tras 14 años de sequía en una época muy convulsa del club rojiblanco

Ladislao J. Moñino
Quique Sánchez Flores, durante un entrenamiento del Espanyol.
Quique Sánchez Flores, durante un entrenamiento del Espanyol.JUAN BARBOSA

Sala Hamburgo. Una de las áreas VIP más cotizadas del Vicente Calderón está bautizada con el nombre de la ciudad en la que el Atlético volvió a sentirse campeón tras 14 años de sequía. La dimensión y la revitalización de la entidad que supuso la conquista de la Liga Europa de 2010 contra el Fulham inglés (2-1), llevó a la dirigencia rojiblanca a ligar a la ciudad alemana con la historia del club. Quique Sánchez Flores, ahora en el Espanyol, fue el entrenador bajo el que emergió aquella primavera rojiblanca. Hoy (20.45 beIN LaLiga) Sánchez Flores regresa por primera vez al Calderón tras aquel periplo en rojiblanco.

“Con Quique empezó todo, puso los primeros cimientos de lo que somos ahora. Su inicio fue muy bueno, con la Liga Europa y la Supercopa de Europa que le ganamos al Inter, pero su etapa acabó muy mal. El vestuario ya no estaba con él”, admite un directivo rojiblanco. En su último partido como entrenador del Atlético, el Calderón despidió a Quique Flores con una fuerte ovación antes de que este se atreviera a aventurar que sería muy complicado volver a alcanzar los éxitos que bajo su dirección había logrado el club. Nadie sospechaba ni imaginaba todo lo que el Atlético lograría después con la contratación de Diego Pablo Simeone. Tampoco nadie se atrevió a calificar de desmesurado ese vaticinio que, en parte, estaba dirigido a los críticos con su desempeño.

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Aquella Liga Europa que resucitó a Neptuno para la hinchada atlética se dio en medio de un contexto áspero. La masa social era muy contestaria con los dueños del club, de los que pedía su salida día tras día, la asfixiante deuda rebasaba los 300 millones de euros y las operaciones con jugadores mediante fondos de inversión comenzaban a proliferar. Quique Flores aterrizó en el Calderón en octubre de 2009 para reemplazar a Abel Resino en ese paisaje convulso que realzaba la bicefalia que, por entonces, dominaba la entidad. Mientras Miguel Ángel Gil cerraba su fichaje, Enrique Cerezo difundía en círculos privados que el nuevo entrenador del Atlético sería Milinko Pantic. Incluso Michael Laudrup y Luciano Spaletti fueron contactados antes que Sánchez Flores. “Quique es un entrenador que le ha dado cosas muy importantes a este club, en periodos no fáciles, cuando no ganaba títulos. Su trabajo fue muy bueno”, reconoce Simeone.

Un legado y un problema

El primer entrenamiento de Quique como entrenador rojiblanco, a puerta cerrada, agitó los cimientos de la institución y también a la prensa. La sesión se realizó en presencia de miembros del Frente Atlético que dialogaron con el nuevo técnico y con varios jugadores. Desde aquel controvertido día de trabajo, trató de construir un equipo sólido atrás que pudiera sacar provecho en ataque de la calidad de Agüero, Jurado, Reyes y Forlán. De los tres primeros, sacó lo mejor.

En cambio, su mala relación con el uruguayo fue insostenible desde el verano de 2010. Las suplencias de Forlán, que había sido elegido mejor jugador del Mundial de Sudáfrica, fueron una fuente permanente de problemas. Su enfrentamiento estuvo a punto de llegar a las manos con todo el vestuario como testigo. Por esa grieta, cada vez más grande, comenzaron a discurrir sus últimas semanas como entrenador del Atlético. Antes, las ventas de Jurado y Simao y algunas ausencias de los entrenamientos de Quique ya habían enrarecido el ambiente.

Juanfran, Godín, Filipe Luis, Koke y Tiago son los supervivientes de la etapa de Sánchez Flores en el Atlético. Con el primero, al que hizo debutar nada más aterrizar en el mercado de invierno, procedente de Osasuna, en un partido de Copa en el Bernabéu, apenas contó. Tiago fue un jugador de su confianza cuando no estuvo lesionado. A Koke le dio partidos en él último tramo colocándole como volante izquierdo. La misma posición en la que se consolidó con Simeone y a la que ha regresado tras la debacle del derbi. Filipe Luis y Godín llegaron en el verano de 2010 y en el curso en el que coincidieron fueron habituales en sus alineaciones. La consolidación de De Gea también estuvo entre su legado. Todos escucharon hasta la saciedad una proclama de Quique que también ha sido un eco permanente en el vestuario en la era Simeone: “Portería a cero”.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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