La liberación de Neymar
El delantero regresa al Barcelona después de coronarse en Río y formar una sociedad letal en la selección con Marcelo
La dupla de ataque formada por Romario y Ronaldo, conocidos con el mote de Ro-Ro, le acaban de dar a Brasil la Copa América de 1997 en la temida altura de La Paz, cuando Mario Lobo Zagallo, entonces técnico de la Canarinha, explotó. “Ahora me van a tener que tragar”, soltó el entrenador. La rabia de Zagallo tenía un porqué. Al técnico le costaba lidiar con las críticas que recibía su selección, amiga de un fútbol duro de digerir, olvidada de su delicado pedigrí. Con la Copa América en el bolsillo, Lobo mandó callar a sus desertores con una frase de hemeroteca.
Casi 20 años después y tras colgarse el oro en Río 2016, Neymar emuló a Zagallo. “Ahora me van a tener que tragar”, dijo el delantero del Barcelona. Hacía tiempo que Brasil perseguía la medalla dorada y con el chasco del Mundial 2014 fresco en la memoria, la torcida brasileña andaba sedienta de alegrías. Pero la selección de Tite no comenzó iluminada en Río y las miradas apuntaron a Neymar, último heredero de un jogo bonito en extinción. Después del segundo empate consecutivo en la fase de grupos, el 10 de la Canarihna regateó a los micrófonos y la prensa brasileña castigó al azulgrana. Sin embargo, Neymar tuvo su desquite. Emergió como el líder de Brasil y le dio a la pentacampeona del mundo el único título que le faltaba: el olímpico y en sus propios Juegos.
“Yo no cargo ni quiero cargar con ningún peso. Son ustedes los que me lo pusieron”, arremetió Neymar contra la prensa brasileña tras conquistar el oro en el Maracaná. Y, cuando nadie se lo esperaba, renunció al brazalete. “Fue algo que recibí y lo honré con mucho cariño. Para mí ha sido un honor ser el capitán de la selección, pero lo dejo”, expuso el paulista. No estaba solo Neymar, contaba con el apoyo de su entrenador. “Es inhumano darle toda la responsabilidad a un deportista. Neymar está entre los tres mejores jugadores del mundo, pero el fútbol es un juego colectivo y hay que dividir responsabilidades. Y cuando sucede se potencia a todos, incluso a un jugador como Neymar”, analizó Tite.
El amigo del Madrid
Y Neymar respiró. Una excelente noticia para Tite, pero sobre todo para la selección brasileña. Con el delantero del Barcelona en estado de combustión, la Canarinha se recompuso en las eliminatorias sudamericanas rumbo a Rusia 2018 y, tras vencer a Ecuador (0-3) y a Colombia (2-1), se colocó en el segundo puesto de la tabla, a uno de Uruguay. Siempre de la mano del 10, que se fue de cada partido con un gol. Arrinconado en el ala izquierda como lo hace en el Barça, Neymar se reencontró con Marcelo. El lateral del Madrid, ninguneado por el extécnico Dunga, es el socio ideal para el delantero azulgrana. Paredes en el campo, risas en el vestuario. Y hasta publicaron en las redes sociales un vídeo con puro baile; a la coreografía liderada por Neymar y Marcelo se le sumaron Dani Alves (no se pierde una) y Marquinhos y Paulinho.
Consolidado como el líder en su selección, Neymar regresa al Barcelona después de 110 días de ausencia. El brasileño jugó su último partido con la camiseta del Barça el 22 de mayo, en la victoria en la final de la Copa del Rey ante el Sevilla. De vacaciones durante la Copa América Centenario (el club azulgrana solo lo autorizó a disputar los Juegos), el 11 vuelve a su equipo, justo cuando Luis Enrique más lo necesita. Messi anda con problemas de pubis —ayer se entrenó un rato con el grupo— y, cuando el argentino se apaga, la batuta la lleva el brasileño.
El curso pasado, Messi se pasó cerca de dos meses en la enfermería por un esguince en su rodilla izquierda, y nadie se inmutó en el Camp Nou. Estaba Neymar. El 11 se puso en sus hombros al equipo de Luis Enrique y marcó nueve de sus 24 goles en La Liga en los seis partidos en los que La Pulga estuvo ausente.
El rosarino es duda para el partido del sábado ante el Alavés y el paulista, que aterrizó ayer en Barcelona con su nueva melena rubia, llega al rescate del Barça. Ahuyentados los complejos y con Brasil a sus pies, Neymar vuelve al Barça liberado.
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