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Izagirre hace olvidar un tiempo la ‘pesadilla amarilla’

Nairo se someterá la próxima semana a exámenes médicos para ver si algún problema de salud mermó su rendimiento

C.A.
Ion Izagirre tras ganar la 20ª etapa del Tour.
Ion Izagirre tras ganar la 20ª etapa del Tour. KIM LUDBROOK (EFE)

“Era importante ganar la etapa para mí y para el equipo. Habíamos venido para ganar el Tour con Nairo, pero pese a todo nuestro esfuerzo no hemos podido con Froome, que estaba muy fuerte”, dijo Izagirre, el hermano pequeño de Gorka, otro ciclista del Movistar que se retiró el jueves tras una caída. “Pero tampoco es una decepción no haberlo ganado. Una etapa, su tercer puesto y la general por equipos creo que no está nada mal”.

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Izagirre, guipuzcoano de 27 años, es tan mesurado hablando como inteligente corriendo, un ciclista con instinto ganador que sabe lo que tiene que hacer, dónde y cuándo. Lo hizo en abril en Estella, en la subida al Puy, para ganarle al mismo Sergio Henao intratable con Froome el GP Indurain, y lo hizo también en las contrarrelojs de la Vuelta a Suiza en las que triunfó y en el campeonato de España de la especialidad. “Bueno”, explicó, modesto, Izagirre. “Desde el coche, Txente me llevó muy bien. En la fuga supe hacer el menor gasto posible dejando a Sagan y Kreuziger que llevaran el peso y anduve tranquilo en la Joux Plane hasta que se movió Nibali. Le alcancé bien a él y a sus compañeros, y después sabía que me la tenía que jugar en el descenso, que no se me da nada mal”.

La victoria de Izagirre, la única española en un Tour que ha visto el dominio anglosajón de los nuevos países ciclistas, el mantenimiento de la Europa tradicional, Bélgica y Holanda, y la miseria de la latinidad —una etapa para Francia, otra para España, cero para Italia— permite olvidar a su equipo, el Movistar, que el Sueño Amarillo, el lema con el que se lanzó hace meses el asalto de Nairo a la victoria, se había convertido en una pesadilla, en noches repletas de preguntas y escasas de respuestas.

Después de que el domingo en el podio de París, al que subirá Nairo, de 26 años, por tercera vez en sus tres Tours —dos veces segundo y una vez tercero, un palmarés que haría feliz a cualquier otro corredor—, y el equipo al completo por segundo año consecutivo, dé motivos para una pequeña fiesta en los Campos Elíseos, desde el lunes se buscarán las respuestas entre los filones que se intuyen: presión, enfermedad o mala preparación. “Quizás hemos hinchado mucho las expectativas antes de Tour y eso ha jugado en contra de Nairo, que había asumido con mucha confianza su carácter de favorito y psicológicamente no ha podido luego cuando el cuerpo no le ha respondido como esperaba”, señalan en su equipo. “Hasta que no hagamos un análisis frío no tiene sentido decir nada”, dice José Luis Arrieta, el director de confianza del colombiano. “La próxima semana se someterá a exámenes médicos para saber si hay algo”.

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Sobre la firma

C.A.
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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