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El Barça más oscuro en Moscú

Los azulgrana caen con estrépito (75-61), acentúan sus dudas y se complican la clasificación

Robert Álvarez
Navarro y Augustine.
Navarro y Augustine.SERGEI ILNITSKY (EFE)

El Barcelona naufragó en Moscú, especialmente en una primera parte en la que echó por la borda su aspiración de ganar para enderezar su tortuosa trayectoria en el Top 16 de la Euroliga. El equipo azulgrana empezó mirando cómo los jugadores del Khimki le birlaban un rebote tras otro, prosiguió perdiendo balones de la manera más tonta y acabó tan impotente a la hora de anotar como vulnerable en la defensa de su aro. El suyo fue un despropósito de partido. Una cita echada a perder a las primeras de cambio. En ocho minutos ya nadaba contracorriente (20-11), antes de llegar al descanso ya tenía un pie y medio fuera de la contienda (47-25) y mediado el tercer cuarto no había encontrado un mínimo punto de inflexión (56-33).

KHIMKI MOSCÚ, 75; BARCELONA, 61

Khimki Moscú: Rice (5), Shved (16), Honeycutt (11), Monia (8), Augustine (13) –equipo inicial-; Dragic (7), Koponen (2), Vyaltsev (0) y Paul Davis (13),

Barcelona Lassa: Satoransky (6), Navarro (6), Perperoglou (7), Doellman (14), Tomic (5) –equipo inicial-; Dorsey (2), Pau Ribas (7), Samuels (9), Oleson (0) y Arroyo (5).

Parciales: 24-14, 24-15, 13-14 y 14-18.

Árbitros: Christodoulou (Grecia), Radovic (Croacia) y Balak (Israel).

Krylatskoye Sports Palace de Moscú. 3.800 espectadores.

Fueron tales los despropósitos del Barcelona que no se salvó nadie en su naufragio. Doellman fue el único que apareció en ataque durante el primer tiempo, aunque su defensa fue tan deficiente como la de todo el equipo. No hubo manera de que el quinteto blaugrana ajustara sus marcajes, ni en las asignaciones individuales ni en las ayudas. Así las cosas, Rice, el vivaracho base del Khimki metía balones a Paul Davis o Shved o el compañero de turno que llegara por la calle de en medio para finalizar con bandejas. Nadie guardaba el fortín. Dorsey fue la sombra de lo que fue en su impresionante reestreno la semana pasada. Todo lo contrario de lo que sucedía en el otro lado de la cancha, donde Augustine, Shved, Monia o Davis aderezaban con tapones la defensa de su canasta.

El Barcelona no empezó a corregir hasta mediado el tercer cuarto. Subió líneas, robó balones, obtuvo un parcial de 0-8, apareció Samuels en lugar de un Tomic que continúa extrañamente perdido, capeó el temporal y consiguió acceder al último acto con mínimas esperanzas. Se plantó en los últimos cuatro minutos a tiro de piedra (69-58), al menos para lo sucedido en los 36 minutos anteriores. La remontada se le hizo imposible a un equipo que perdió el doble de balones que su rival e inferior en el rebote. Un equipo en el que Navarro solo anotó desde la línea de tiros libres, Oleson de ninguna de las maneras, Dorsey estuvo fuera de onda, Arroyo y Satoransky perdieron cuatro balones y no encontraron el desparpajo necesario para despabilar el ataque de su equipo y Tomic se mantuvo muy lejos del nivel de hace un mes y medio.

El Barcelona logró al menos salvaguardar la diferencia de puntos -perdió por 14 y había ganado por 17 en el Palau-, un detalle interesante para deshacer en su favor un posible desempate a victorias al final de la liguilla. No es el caso, por el momento, el Khimki le arrebató la cuarta y última plaza que clasifica para los cuartos de final.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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