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Ni siquiera un ciclón doblega la solidaridad del rugby

La selección española de rugby 7 se suma a la ayuda a los afectados por la tormenta tropical de Fiyi

Imagen del ciclón Winston a su paso por Fiyi. 
 
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Imagen del ciclón Winston a su paso por Fiyi. -UNICEF Pacific (AFP)

Cuando el sábado el ciclón Winston, el más fuerte vivido en el hemisferio sur, estaba a punto de llegar a Fiyi, los miembros de la selección española de rugby 7 no se lo pensaron dos veces, soltaron las bolsas de entrenamiento y con las botas puestas se unieron a los fiyianos que estaban rellenando sacos de arena para intentar frenar en lo posible la entrada del mar. Una decisión natural para los jugadores: “Este deporte te enseña que el trabajo en equipo es esencial”.

“Ninguno se paró a pensar en que nos podía caer un coco, una rama o que los vientos de casi 300 km/h hacían volar las ramas por todas partes”, recuerda Pablo Feijoo, el capitán del equipo. “Era lo que había que hacer. No hemos hecho nada del otro mundo”, añade Matías Tudela; “la sensación que tuve era parecida a lo que vivimos todos los días en un campo de rugby. O estás unido o las circunstancias te superan”.

Los internacionales españoles se han pagado de su bolsillo una concentración de tres semanas en la cuna del rugby 7 para preparar tanto el torneo internacional de Hong Kong (que en marzo les podría devolver a las Seven Series, máxima competición internacional), como el torneo preolímpico de junio. Una de las razones para ir a Fiyi era el buen tiempo. Pero no contaban con la tormenta de categoría 5 sufrida en un país donde las construcciones de hormigón escasean tanto como los balones de fútbol.

Llevaban una semana esperando la llegada del tifón. “Al principio, no le dimos importancia”, asegura Feijoo y solo cuando vieron que los fiyianos, gente risueña por naturaleza, se ponían serios se dieron cuenta de que no era una tormenta más.

“La verdad es que no parábamos de hacer bromas con el tema”, recuerda César Sempere, uno de los veteranos de la selección; “por la mañana el manager del hotel había estado haciendo un foso con una excavadora, pero nosotros seguimos con nuestra rutina. Teníamos previsto jugar un triangular con dos equipos de aldeas cercanas, pero no se presentaron. Nos pareció raro, pero nos pusimos a entrenar. Una sesión muy exigente físicamente, como todas las que estamos teniendo aquí”.

“Sobre las 11.00, volvimos a los bungalows, a 100 metros del campo, y vimos que la gente del resort , que tienen un equipo con el que entrenamos a menudo, estaban tensos y nos pusimos a ayudarles a montar un muro de sacos de arena”, continúa el capitán . Construida la barrera, se fueron a comer y, a las 16.00, los responsables del hotel juntaron a todos los huéspedes para detallarles el plan de evacuación. “Nos dijeron que teníamos que tener las maletas hechas, que tuviéramos el pasaporte a mano, dónde nos esperaría el autobús, etc. Ahí nos empezamos a asustar un poco”, explica Sempere.

Pero, el miedo y el cansancio se desvanecieron cuando les avisaron de que la situación en la playa estaba empeorando. “Nuestro muro parecía infranqueable”, recuerda Tudela; “pero, en dos minutos, las olas se lo tragaron, igual que los dos fosos que habían hecho con la excavadora”. “Tuvieron que desalojar muchas de las habitaciones y el río que hay en el resort, que normalmente no lleva casi agua, estaba a punto de desbordarse”, añade Feijoo.

Volvieron a vestirse con la ropa húmeda de la mañana, “porque la lluvia hacía daño”, y retomaron la lucha contra los elementos. Consiguieron una vez más levantar un pequeño dique que evitó males mayores, y estaban preparados para volver a salir de madrugada, cuando la marea volviera a subir y la situación podría volver a ponerse peliaguda. Por suerte, el ciclón cambió de dirección y no pasó por encima del resort. Pero, el resto del país ha sufrido mucho, está en estado de “catástrofe natural”, se contabilizan cinco muertos, y un día después era muy difícil comunicarse con la única carretera de la isla muy dañada.

El viaje en general está siendo positivo para la selección española, que ha podido entrenarse con el equipo nacional de Fiyi, posiblemente el mejor del mundo. A nivel humano y como grupo, se llevan una experiencia única. Como asegura el capitán: “Nos prepararon para luchar contra los mosquitos y las picaduras, nos dijeron que tuviéramos cuidado con los cortes y las infecciones, pero no nos esperábamos vivir el mayor ciclón de la historia de Fiyi. Cuando lo ves por la tele, lo ves muy lejos. Cuando estás aquí la decisión es fácil: haces lo poco que puedes para ayudar”.

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