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GOLF | MASTERS DE AUGUSTA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

20 años, un momento

El mánager de José María Olazábal rememora el mágico instante que compartió con él antes de su triunfo en el Masters de 1994

Olazábal, durante el Masters de 1994.
Olazábal, durante el Masters de 1994.REUTERS

De nuevo aquí, en Augusta, Georgia, EEUU, Washington Road, Magnolia Lane, azaleas en flor. Se acerca el segundo domingo de abril, y eso quiere decir The Masters en el Augusta National, aquí, un campo de golf. 

Aquí quiere decir donde nada cambia, donde todo es inmutable y perenne. Donde todo parece fijado en el tiempo por la tradición, por el amor al juego del golf elevado a límites insospechados por unos socios megafieles a la memoria de su primer socio y creador, Bobby Jones.

Aquí quiere decir encontrarte en el mismo puesto, en la misma barra, en el mismo grill, al mismo camarero, ya calvo, ya con el pelo gris, o a su hijo, al que conociste 30 años atrás, cuando debutaba de commis. Algo parecido a lo de Forrest Whitaker en lo del Mayordomo de la Casa Blanca, pero aquí, en Augusta. 

Aquí quiere decir que Bill el guarda de seguridad de la puerta del vestuario te diga, al igual que cada uno de los últimos 30 años: “Fulano, lleva bien visible la credencial, que este año vamos a ser muy estrictos”.  

Este jueves se cumplen 20 años justos de una situación que quedó marcada para siempre en mi ser

Aquí, donde hasta los robles son inmutables, nada cambia, nada parece cambiar; bueno sí, este año ya no esta en el hoyo 17 el Eisenhower Tree, un imán para las bolas, pero claro, no era un roble, era un pino. Algún otro detalle también cambia. Hace tres o cuatro años no me hubiera sucedido lo del domingo pasado, que la Sra. Condoleezza Rice me viniera de frente con su chaqueta verde de socia y la mejor de sus sonrisas y me espetara: “Hello Fulano, how are doing this year?”. Simplemente porque hace tres o cuatro años yo ya estaba integrado en este macro puzle, pero ella no, ni ninguna mujer. 

Sin embargo, dentro de esta eternidad incambiable, cada uno tiene derecho a su momento favorito, a su recuerdo más fuerte, ese que pasa por el fondo de tu alma a cámara lenta, arrancándote un escalofrío agónico. De todos mis momentos en el Augusta National,hoy se cumplen 20 años justos de una situación que quedó marcada para siempre en mi ser. Las dos horas que pasé con José María Olazábal sentado en un banco en la puerta del vestuario, viendo las salidas del hoyo 1, y dejando fluir la vida a ritmo lento, ramplón. Luego ganó. Se cumplen 20 años, pero esa situación precuarta ronda sigue siendo mi momento absolutamente privado y bestial, ya que solo él y yo lo vivimos.

Sergio Gómez es mánager de José María Olazábal, ganador del Mastersen 1994 y 1999.

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