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Leo hace lo que quiere

La Pulga recibió casi más balones en su campo que en el adversario, y desahogó con sus conducciones y paredes

Jordi Quixano
Messi lucha por el balón con Fazio.
Messi lucha por el balón con Fazio. José Manuel Vidal (EFE)

Xavi plantó el balón en el suelo para sacar la falta rápido, persiguió con la mirada a Messi y le reclamó el desmarque. Pero Leo tiró hacia atrás en busca del enlace corto, de la pelota, bien atado por Fazio. Así, de tanto que reculó, el 10 acabó por sacar la falta y Xavi probando el desmarque. Síntesis del arranque de La Pulga, que se subrayó como crupier del juego hasta el punto de que solo trazó un desmarque en profundidad en todo el partido. No le importa al técnico Martino y tampoco al Barça la decisión de Messi: le vale con acompañar las contras para recibir —ahí sí, en posición de falso 9— y pegar, para descomponer a cualquiera.

Acosado Song en el primer pase al actuar de tercer central y sin dar aire los laterales por los costados, la Pulga recibió casi más balones en su campo que en el adversario. Lógico, porque al Barça le costó horrores dar réplica a la presión adelantada rival y su conducción y eslalon, también pared de emergencia, sirven para desahogar los entuertos y electrocutar los duelos; ilógico, porque el equipo careció de profundidad, toda vez que Pedro y Alexis se quedaron atados a las alas sin superar a sus parejas de baile.

Pero Messi es el mejor y por eso goza de esa libertad de acción; su zurda es única y definitiva, y con eso le alcanza para todo. Primero para calzar una falta con suavidad que Alexis convirtió en gol. Y después porque Messi no tira desmarques pero sí acompaña las jugadas que catapulta, como esa que dibujó Pedro y que Leo recibió en el balcón del área, retrasado y sin oposición, donde soltó el latigazo para festejar su primer tanto.

Acusado en las últimas fechas de desganado por Ángel Cappa y de desteñido por César Luis Menotti —“Si al mejor del mundo le tocas el orgullo, el problema lo tiene el rival de turno”, dijo Martino—, Messi se reivindicó a su forma, con su juego y definición. Gracias, en parte, a la necesidad del Sevilla, que en su ambición por cercar a Valdés dejó más espacios y lugar al contragolpe, suerte que este Barça domina y que explota La Pulga. En una de esas, tiró su único desmarque en profundidad, solo estropeado por su mal control; pero en la siguiente, Iniesta le dio otra oportunidad. El 10 domó el cuero y lo envió al palo y a la red.

“El hambre de fútbol no la ha perdido nunca y hoy ha hecho más que definir”, le defendió el director deportivo, Andoni Zubizarreta. Se queda Martino con cualquier versión de la Pulga: “Siempre es decisivo. A veces solo aglutinando rivales por dentro y sacando la pelota fuera para que otro la empuje”. “A Leo siempre se le echa en falta. En pocos minutos y en pocos metros resuelve”, añadió Iniesta. “Messi es decisivo, marca la diferencia en cualquier momento, pero a veces solo se le valora por los goles”, culminó Xavi.

Con el segundo de anoche Messi, máximo goleador del equipo, suma 21 tantos esta temporada. Con 225 en la competición doméstica, está a dos de Di Stefano, a tres de Raúl y a nueve de Hugo Sánchez. Le quedan 26 para cazar a Zarra como el más grande de la Liga. Y de paso, el Barcelona recupera el liderato. Resulta que a Leo, sea donde sea, le basta con media ocasión para decir esta pelota es mía, este juego es mío.

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