“Echo de menos las pequeñas cosas”
El deportista español con más medallas olímpicas cuenta cómo es su vida en Brasil, donde prepara los Juegos de Río 2016
David Cal (Cangas de Morrazo, Pontevedra; 31 años) ha hecho un alto en su preparación en Brasil para cumplir con la UCAM, la universidad privada donde retomará sus estudios y que le patrocina, y con el Comité Olímpico Español. El deportista español con más medallas olímpicas, cinco, un oro y cuatro platas en tres Juegos Olímpicos, está cansado del viaje —estará menos de un día en Murcia—, pero cumple con todos los compromisos con una sonrisa. De ojos claros, brazos y torso gigantescos y voz suave, el gallego tiene fama de monosilábico, pero o bien la fama es falsa o Brasil le ha cambiado el carácter.
Pregunta. ¿Cómo es Brasil?
Respuesta. Muy grande. Estoy en São Paulo, que es la tercera ciudad más poblada del mundo. Tiene 22 millones de habitantes y es gigante. Estuvimos entrenando en un lago muy grande que se llama Guarapiranga, pero había mucho viento y había días que no nos dejaba entrenarnos porque levantaba mucha ola. Nos cambiamos a una pista olímpica de dos kilómetros que es perfecta.
P. ¿Y para vivir?
R. Para vivir, tiene sus pros y sus contras. Cuando llegué me preguntaron si quería vivir solo en un apartamento o con los canoístas brasileños y decidí irme con ellos porque no quería estar tres años solo. Es un cambio cultural bastante grande, al principio había cosas que me chocaban mucho, pero te vas acostumbrando.
P. El idioma no será un problema...
R. No es el mismo portugués. Es como el español de aquí y el de Argentina. Uno de los chavales habla muy rápido y me cuesta muchísimo entenderlo. Pero lo que más me chocó es cómo son ellos. Son la alegría de la huerta. Todo el día están contentos, de fiesta… Se levantan por la mañana y ponen música, bailan… Yo soy más tranquilo, más pausado, pero lo paso muy bien con ellos.
P. ¿El país es seguro?
R. No tanto como España. Vivimos en condominios, que son como pequeñas ciudades amuralladas. Hay bastante delincuencia, pero esperemos que vaya mejorando con el Mundial de fútbol y los Juegos.
P. ¿Da miedo?
R. Depende a qué horas salgas por ahí y de dónde te metas.
P. ¿Cómo es el grupo de entrenamiento?
R. Son muy jóvenes, pero llevan mucha vida. Somos un grupo de cinco. El mayor tiene 30 años y el resto, entre 19 y 22. El chico del C-1 1.000, que es mi rival, tiene 19 años y ya está casado y separado. Allí el ritmo de vida es más acelerado. A ellos les extraña que yo, con 31 años, no tenga hijos, no esté casado. Les digo: “En España es diferente”.
P. ¿Los entrenamientos son muy diferentes?
R. Llevo con Suso [Morlán, su entrenador] 16 años. Hay pequeños cambios, sobre todo para mis compañeros, porque un atleta de mi edad tiene ya mucha más resistencia que uno de 19, que se está formando y tiene que trabajar otro tipo de cosas.
P. ¿Qué echa de menos?
R. Estoy haciendo lo que me gusta. He dejado cosas atrás, pero también saco cosas positivas. Básicamente lo que echo de menos son tonterías, pequeños detalles, pequeñas cosas, como ir a casa de mis padres, la tortilla de mamá, las comiditas…
P. ¿Fue muy difícil tomar la decisión?
R. Nos costó porque la oferta llegó en los Juegos. Se la hicieron a Suso, pero yo no tenía claro si iba a continuar hasta Río 2016. Varios meses después decidí hacerlo y fue cuando tomamos la decisión de ir a Brasil. Creo que fue la decisión acertada. Llegué en mayo, estuve mes y medio allí, descansé una semana en España, otro mes y medio en Brasil y acabó la temporada. He vuelto a Brasil hace dos semanas y media. La familia está acostumbrada a que esté por ahí danzando, así que no hay problema.
P. A los 31 años, con cuatro participaciones olímpicas y cinco medallas, ¿cuál es su motivación?
R. Hay que tener hambre, de ganar, de conseguir cosas. La duda que tenía era si tenía ganas de continuar para una sexta medalla. Con la quinta sí que hace gracia porque no había ningún español con cinco medallas olímpicas, pero seis... Al final decidí seguir. El problema de los deportistas es que no podemos parar y volver después. O lo hago ahora o se acabó. Esa fue una de las cosas que me ayudó a decidirme.
P. También ha decidido volver a los estudios.
R. Voy a intentar retomarlos ahora porque los tenía un poco abandonados. Es muy complicado compaginar los estudios con los entrenos, sobre todo en las semanas duras, llegas muy cansado de entrenarte y ponerte a estudiar no apetece nada. Habrá que sacar tiempo y echarle ganas.
P. ¿Cómo es un día en Brasil?
R. Me levanto sobre las siete y media, más o menos, desayuno y a las 8.30 nos entrenamos. A las 12 comemos. Luego, una siesta, y a las tres y media volvemos a entrenarnos. A las ocho cenamos y después, para la cama.
P. ¿No se hace aburrido?
R. Hay cosas que me gustan más que otras. El gimnasio no me gusta demasiado, la bicicleta sí, sobre todo la de montaña, pero en Brasil no estoy haciendo. La natación la utilizamos para compensar porque la canoa es un deporte asimétrico y si no compensas acabas muy torcido. Es una parte importante. El agua evidentemente me gusta, pero no tanto el volumen de entreno, cuando hay que hacer mucho aeróbico, distancias muy largas, entrenos muy largos… Me gustan las series más intensas y más cortitas que al final son mucho más duras.
P. ¿Hasta cuándo puede alargar un piragüista su carrera?
R. La distancia de 1.000 metros te permite alargar la carrera deportiva más que la de 200 m. Hay campeones con 38 y 39 años. Lo que pasa es que no todo el mundo llega, depende mucho de cómo te cuides. Con 38 o 39 años estás jugando en el límite.
P. ¿Cuáles han sido sus Juegos favoritos?
R. Los que más disfruté fueron los de Sidney. Fui suplente y disfruté como un enano. Tenía 17 años. Era bastante crío. De las medallas, la primera fue muy especial.
P. ¿Lloró?
R. No lloré.
P. ¿Nunca llora?
R. Sí, pero no por eso. Me emociono, pero no soy tan extrovertido como para dejarlo ver. La última medalla, por ser la última, también es muy especial.
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