La gloria no se planifica
Phil Mickelson conquista en Muirfield su primer Open, su quinto grande, cuando todo estaba calculado para una fiesta del inglés Westwood o para un triunfo histórico de Tiger
El triunfo de Phil Mickelson en el Open Británico es la demostración de que las cosas no pasan cuando están planificadas, sino simplemente cuando suceden. Porque lo que estaba previsto, calculado, era por ejemplo que ganara Lee Westwood, el chico de casa, el inglés que iba a suceder a Nick Faldo como vencedor de la Jarra de Plata por primera vez desde 1992. Todo estaba preparado, los grandes titulares en la prensa británica, la victoria por fin de Westwood en un grande, a los 40 años, después de 61 veces intentándolo en el Grand Slam, y la borrachera de éxitos culminada. Hasta le habían puesto nombre: El Gran Verano del Deporte en Gran Bretaña, esperando unir este Open al Wimbledon de Andy Murray, al Abierto de Estados Unidos de Justin Rose y al Tour de Froome.
Pero no, eso no fue lo que pasó en Muirfield.
También había otra posibilidad. También estaba calculado que ganara Tiger Woods, y para eso también había mucho confeti listo y titulares incluso más grandes, más universales: El Tigre que vuelve a conquistar un grande después de cinco años, que ya tiene 15 y se acerca con furia al récord de 18 de Jack Nicklaus, Woods que ha vuelto. Si el triunfo de Westwood suponía la fiesta local, el de Tiger iba a dar la vuelta al mundo.
Pero no, tampoco eso fue lo que pasó en Muirfield.
Lo que pasó en el Open Británico fue lo que no pasó en el US Open que se celebró hace un mes en Merion. Entonces, otra vez con las planificaciones dichosas, todo estaba listo para que Phil Mickelson, por fin, ganara al Abierto estadounidense después de ser nada menos que cinco veces segundo. Todo estaba escrito como en un cuento de hadas. Mickelson había llegado con el tiempo justo al US Open porque antes había estado en la graduación de una de sus hijas; el domingo defendía el liderato justo el día en que cumplía 43 años; y encima era El Día del Padre en Estados Unidos. Pero el destino no había escrito su nombre, y Mickelson perdió de manera dramática su ventaja. El triunfo fue para Justin Rose, que rompía además una sequía inglesa en los grandes de 17 años, y el pobre Phil se quedó sin fiesta de aniversario y con un segundo lugar por sexta vez, el Poulidor del US Open.
Después de Murray, de Justin Rose y de Froome, se esperaba el éxito de Lee
Así que lo que no pasó en el US Open, cuando todos lo esperaban, fue lo que sucedió en el Británico, cuando todos aguardaban que la puerta la abriera otra persona. En una última jornada frenética, Westwood se desplomó, Tiger dijo basta, Adam Scott estuvo a un pasito e Ian Poulter rozó la gesta con un eagle y tres birdies seguidos a mitad de ronda. Si tenían alguna posibilidad, Jiménez y Sergio García no la aprovecharon. Quien más creyó en sí mismo fue Mickelson, autor de la mejor tarjeta del día, cinco abajo, para acabar con tres golpes bajo par, tres de ventaja sobre el sueco Stenson y cuatro sobre Poulter, Scott y Westwood. El estadounidense dio una lección en Muirfield para grabar, soberbio en el putt de media distancia, casi infalible, como ese último golpeo en el hoyo 18 que ponía el lazo a su victoria. Fueron cuatro birdies en los seis últimos hoyos.
También Woods tenía a tiro su reconciliación con la victoria en el Grand Slam
Entonces, cuando ya había firmado la tarjeta, Mickelson todavía tuvo que esperar a que nadie mejorara sus números. Allí permaneció el sonrosado estadounidense, junto a su mujer Amy y sus tres hijos, Amanda, Sophia y Evan. Hasta que recibió la Jarra de Plata, su primer Británico en 20 participaciones, su quinto grande, después de tres Masters (2004, 2006 y 2010) y un Campeonato de la PGA (2005). Es curioso. Mickelson tiene todos los grandes menos el que desea con más fuerza, el US Open. A veces el exceso de deseo puede jugar en contra. Le ha pasado a Mickelson en el Abierto de su país, y le pasó ayer a Westwood y a Tiger Woods en este Open. Tanto deseaban el inglés y el estadounidense saldar sus cuentas pendientes que les pudo la presión y la adrenalina, y acabaron fuera de la foto. Mickelson acaparó los focos, retratado al final junto a su familia, su mánager (Steve Loy), su entrenador (Butch Harmon) y su inseparable caddie (Jim Mackay, con quien lleva 21 años juntos) en una imagen de álbum.
Solo el zurdo fue capaz de bajar del par del campo tras los cuatro días
Muirfield ha sido un campo demoledor. Solo Mickelson ha conseguido derrotarle y bajar del par del campo al final de los cuatro días. “Es un sentimiento increíble tener este grande”, comentó el ganador, el segundo zurdo que conquista el British después de Bob Charles en 1963, y que venía de lograr la semana anterior la victoria en el Open de Escocia; “he jugado probablemente la mejor ronda de mi carrera y he dado alguno de los mejores golpes que he dado nunca. Sentía que iba a jugar realmente bien”. Su reto es ahora ganar por fin el US Open y convertirse en el sexto jugador de la historia en completar el Grand Slam, tras Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods. "Si lo consigo, será el signo de un gran jugador", afirmó.
El Open es para gente sabia. Es la tercera victoria seguida de un golfista con más de 40 años. Darren Clarke lo ganó en 2011 con 42, la misma edad que Ernie Els la temporada pasada.
No ganó Westwood, ni Tiger, ni nadie que estuviera previsto. La gloria no se planifica.
Clasificación final: 1. P. Mickelson (EEUU), 281 golpes, tres bajo par. 2. H. Stenson (Sue), 284. 3. I. Poulter (Ing), A. Scott (Aus) y L. Westwood (Ing), 285. 6. H. Matsuyama (Jap), Z. Johnson (EEUU) y T. Woods (EEUU), 286. 9. F. Molinari (Ita) y H. Mahan (EEUU), 287. 13. M. Á. Jiménez, 289. 15. E. de la Riva, 290. 21. R. Cabrera-Bello y S. García, 291. 54. G. Fernández-Castaño, 295.
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