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las raíces del templo de la hierba
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La huella de Borg

El sueco no solo es el único tenista que ha completado tres veces el doblete Roland Garros-Wimbledon: nadie ha ganado más partidos seguidos en Londres (41) ni ha competido tie-breaks tan largos

Juan José Mateo
Bjorn Borg levanta el trofeo de Wimbledon
Bjorn Borg levanta el trofeo de WimbledonAFP

Hay cosas que cuesta digerir. Desde 1981, su última final, a 2007, Bjorn Borg solo volvió a pisar una vez la hierba de Wimbledon. “No podía volver porque el recuerdo era demasiado precioso, porque no quería ir cerca de mi casa, cerca del estadio, porque eso habría sido demasiado doloroso para mí”, dijo el sueco, campeón de 11 grandes, cuando por fin se decidió a volver a Londres. La huella que había dejado la catedral de la hierba en el corazón del hombre de hielo era profunda. Ocurre que la huella que dejó Borg en el corazón del torneo más prestigioso del mundo también es eterna.

Tras Rod Laver (1969), Borg fue el primer hombre que consiguió gobernar la transición radical entre la arcilla y la hierba, conquistando Roland Garros y Wimbledon en el mismo curso pese al poco tiempo de adaptación, la variación extrema en los apoyos y la necesidad de cambiar completamente el plan de juego. Desde que él consiguiera esa hazaña tres veces (1978-1980) y hasta 2008, nadie volvió a lograrlo. Desde entonces, Rafael Nadal (2008 y 2010) y Roger Federer (2009) han celebrado ese 'imposible', demostrando su condición de tenistas multipista en unos tiempos en los que la hierba no es tan veloz como en los del australiano y el sueco.

El sello de Borg en Londres, claro, no se reduce a ese triplete, o a los cinco títulos que conquistó. Según el Compendium de Wimbledon, el hombre de hielo se coronó en el tie-break con más puntos disputados en la historia de un partido individual del torneo (38, contra el indio Lall en la primera ronda de 1973), así como en el desempate con más peloteos de la historia de las finales (34, contra John Big Mac McEnroe en 1980). No son las únicas marcas absolutas que encumbran a Borg en la catedral de la hierba, ahí donde se han construido algunas de las mejores leyendas del tenis, ahí donde sentó las bases de su aura de competidor indestructible. Por ejemplo, nadie ha ganado más partidos seguidos que él en Wimbledon (41, todos entre la primera ronda de 1976 y la final, perdida, de 1981).

Con todos esos registros en la mochila, a Borg le costó un mundo volver a Wimbledon como ex tenista, comparar lo que fue con lo que era, medir a la leyenda con el hombre. Ahora, con la melena rubia llena de canas, se deja ver con mucha más frecuencia. “La busqué durante años, pero por fin he encontrado la armonía en mi vida”, ha dicho, cerrando la puerta al tenista atormentado que dejó la competición con 26 años.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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