_
_
_
_
_

Volando hacia el continente

La contrarreloj por equipos de este martes en Niza romperá la igualdad de las primeras etapas corsas Gerrans vence la tercera etapa y Bakelants sigue vestido de amarillo

Carlos Arribas
Una vista aérea de la etapa entre Ajaccio y Calvi, en Córcega
Una vista aérea de la etapa entre Ajaccio y Calvi, en CórcegaREUTERS

Ni caídas, ni sangre ni descalabrados más allá de los provocados por el autobús atascado el primer día, un par de cojeras, unos puntos y una tirita. Nada más. Qué aburrimiento, dirían los tremendistas alimentados por tamaña penuria de morbo, una escasez en primeras etapas que no se conocía desde hace décadas, y clamarán desde sus púlpitos que como en estos tiempos podridos las terribles etapas corsas no han estado a la altura ni de las expectativas ni de su territorio, tan fastidioso. Y ha habido puertos, continuarían, y exceptuando el vuelo zancudo de Froome, corto, ninguno de los favoritos se ha movido…

De Córcega, volando y en transbordador hacia Niza, sale el Tour con un líder (sigue el buen Jan Bakelants) por 1s y 71 corredores, hasta el asturiano Dani Navarro, empatados, y ninguno de los favoritos ha perdido ni una centésima. Y Prudhomme, recordarán los tremendistas de ojos cerrados, nos había prometido que muy mal se tendrían que dar las cosas para que entre el destino, el recorrido y el aire corso no se llegara a la contrarreloj de Niza, los equipos, hoy, con diferencias interesantes. Y resulta que ni Sagan ha hecho un numerito, ni ha podido, ni tampoco Cavendish. Y va Valverde y dice que ha salido vivo, que era lo importante, y que tampoco era para tanto el miedo corso, pero que toda prudencia nunca es excesiva.

Clasificaciones

TERCERA ETAPA

Ajaccio-Calvi: 145,5km.

Velocidad media: 39,4 Km/h.

1. Simon Gerrans (Orica) 3h 41m 24s

2. Peter Sagan (Canondale) m.t.

3. J. Joaquín Rojas (Movistar) m.t.

GENERAL

1. Jan Bakelants (Radioshack) 12h 21m27s

2. Julien Simon (Sojasun) a 1s

3. Simon Gerrans (Orica) a 1s

19. Alejandro Valverde (Movistar) a 1s

PRÓXIMA ETAPA

Niza (contrarreloj equipos): 25 km.

Y, encima, Rolland de lunares de arriba abajo esprintando en los segundas con la boca cerrada… ¡Qué estafa!

El australiano Gerrans, del Orica, vengó con su victoria la fatalidad de su autobús

¿Estafa?, se pregunta cándidamente, con la ingenuidad del debutante de ojos bien abiertos y mirada hacia adelante, Nairo Quintana, que exclama: ¡Qué rápido se va! Habla del calor húmedo de las costas y los repechos a 400 metros entre pedruscos, al que le cuesta adaptarse después de dos meses en la primavera perpetua de los más de 2.000 metros de su Cómbita en Colombia; habla de los ascensos, que, pese a ser escalador, le duelen porque también lleva dos meses sin competir, sin ritmo de carrera; habla del llano, en el que sí que se siente a gusto, con su magnífico motor y suspira por que llegue la contrarreloj por equipos que los suyos, los del Movistar, creen que pueden ganar por las largas avenidas de Niza en la Costa Azul, y su Paseo de los Ingleses. Y los Sky, se sabe, los favoritos, no están como se temía y tienen a una de sus locomotoras, al galés Thomas, cojo; y el mejor de los Omega, Tony Martin, tiene el codo hecho un asco, y no podrá apoyarlo en el acople. Y habla también Quintana, un buen descendedor, de los descensos, rapidísimos y ordenados, tensos, a través de las rocas rojas vigilantes de granito rojo de los Calanches de Piana, los acantilados que llegan hasta las montañas de tomillo y que los turistas recorren con la boca abierta de pasmo, entre ¡ahs! y ¡ohs!, y se suben al Capo Rosso para ver la puesta de sol único y partirse la crisma a oscuras descendiendo por el sendero, la boca aún abierta, y el mar azul marino ahí abajo. Pero los ciclistas no son turistas sino gentes de paso, sin raíces, ladrones de emociones que coleccionan y descienden con los ojos bien abiertos y la mirada en el horizonte, insensible.

Nadie ataca, pero bajan rápido, sin tiempo para contar las curvas incontables. Los que bajan bien se relajan y con naturalidad avanzan puestos; a los que la naturaleza no les ha dado el sentido del descenso sino vértigo y rigidez de cartón, lo hacen mientras internamente van recordando las lecciones y los trucos de su profesor de descenso en Giant, el español Óscar Saiz, que les enseña a dominar unas bicicletas cada vez más complicadas de dirigir. Se obligan a no mirar la rueda delantera sino las dos o tres curvas siguientes, a calcular según las sombras si se cierran o si se abren, a recordar que hay que frenar con el freno delantero para no derrapar, a soltarse…

Chavanel es de los innatos, y generoso, de los que bajan muy bien, de los que no dudan en vaciarse sin cálculo. Después de Rolland subiendo, se destacó Chavanel bajando aerodinámico, y formó un cuarteto a 10 kilómetros de meta con otros atacantes en ascenso, Nieve entre ellos. El viento de cara acabó con su hermosa aventura. Hubo sprint junto al aeródromo de Calvi, y allí donde el año pasado habría ganado por una bicicleta, Sagan llegó tan justo que debió de anticipar el golpe de riñones, inútil ante la velocidad del australiano Simon Gerrans, del Orica, que vengó con su victoria la fatalidad de su autobús.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_