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Rosberg se queda solo

El alemán maneja a su gusto una carrera caótica que termina con Vettel y Webber en el podio y Alonso, el séptimo ● Massa y Maldonado sufren dos accidentes espectaculares

Oriol Puigdemont

Nico Rosberg tuvo más problemas para salir del monoplaza con el que se impuso ayer en Montecarlo, la ciudad donde vive y donde ha crecido, que para manejar a su gusto una carrera delirante y caótica, un auténtico correcalles con parón de 20 minutos incluido, tres apariciones del coche de seguridad, dos accidentes escalofriantes, siete abandonos e incontables roces y adelantamientos. En definitiva, una verdadera gozada vista a través de los ojos del aficionado y el examen más duro bajo el prisma de los técnicos, obligados a tomar decisiones trascendentales sin el más mínimo margen de error. Esta victoria convierte a los Rosberg, Nico y Keke, en la primera pareja padre e hijo que es capaz de vencer en un mismo escenario.

Por detrás del alemán cruzó la meta Sebastian Vettel, el gran beneficiado de tanta algarabía, y Mark Webber, que lo hizo el tercero. Fernando Alonso exhibió su versión más vulnerable en lo que va de curso, arrancó el sexto y terminó el séptimo, y bien podría haberle ido peor al asturiano de no ser por un par de incidentes, ya hacia el final, que le dieron un empujón.

En un tablero repleto de trampas para todos los corredores, si Nico Rosberg fue el gran protagonista, Lewis Hamilton, su compañero de equipo, fue el gran damnificado. El británico circuló tranquilamente detrás de su vecino hasta que el brutal castañazo de Felipe Massa (en la vuelta 29), que empotró su Ferrari contra las protecciones de forma idéntica a como lo había hecho el día anterior, provocó la entrada en escena del coche de seguridad.

El español se benefició de un par de incidentes al final para no acabar peor

Los dos Mercedes enfilaron el carril de los talleres para afrontar el primer cambio de neumáticos (vuelta 31), pero Hamilton tuvo que esperar su turno y cuando se reincorporó a la pista lo hizo en la cuarta posición, por detrás de los dos Red Bull. A partir de entonces, ni la neutralización de la prueba como consecuencia de otro castañazo de Maldonado (vuelta 46), ni la reaparición del coche de seguridad alteró los cuatro primeros clasificados, por más que a su espalda volaran los navajazos.

El día amaneció movido en Mónaco después de que a media mañana trascendiera que la semana pasada Mercedes completó tres días de ensayos secretos en Montmeló, un total de 1.000 kilómetros, a petición de Pirelli y con el W04, su apuesta actual. Al parecer, esos entrenamientos estaban destinados a recabar información de los compuestos que se emplearán la temporada que viene, aunque Paul Hembery, máximo responsable deportivo de la marca italiana, reconoció que también se utilizaron especificaciones similares a las que se verán a partir de la próxima cita, en Canadá, dentro de 15 días.

La información mosqueó a Ferrari y a Red Bull, que por la tarde interpusieron una queja formal ante la Federación Internacional de Automoviliasmo (FIA), por considerar que el constructor de Stuttgart vulneró el artículo 22.4 de la reglamentación, que impide recurrir al bólido actual para en ninguna sesión al margen de las programadas en el calendario. “No tengo nada que decir al respecto, será mejor que pregunten directamente a Pirelli”, respondió el ganador de la carrera cuando se le preguntó por la utilidad que habían tenido esas jornadas de ensayo en Barcelona.

Keke y Nico Rosberg son los primeros padre e hijo en vencer en la misma prueba

Independientemente de la poca transparencia de esta última maniobra, y de si esta hará realmente posible que el equipo de las flechas de plata se suba al carro de los favoritos, el rendimiento de Rosberg rozó la perfección durante todo el fin de semana. El colofón lo puso el domingo, con un impresionante ejercicio de control —comenzó desde la pole y lideró el rebaño desde el primer giro hasta el último— en una coyuntura de lo más delicada, minada con tres reanudaciones en las que nadie, ni siquiera Vettel, pudo alterarle.

La hoja de ruta preestablecida por Mercedes llevó al germano a ralentizar el ritmo del pelotón para alargar al máximo la vida de sus gomas. Lo consiguió a partir de una conducción suave y delicada, muy acorde a la imagen que transmite cuando se quita el casco y camina por el paddock. Nada disparó su pulso y eso que ocasiones para perder los nervios las hubo a cascoporro. Así, fiel a su ideario, este fino estilista demostró que le va la marcha y con mano de hierro gobernó el galimatías que en gran parte él solito había generado, hasta apuntarse el triunfo que más feliz le hace a cualquier corredor.

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