Pedrero, un mochilero sin mochila

Cuando Marc Coma le contó, en el aeropuerto de Madrid y dos días antes de que el piloto lo hiciera oficial, que no correría el Dakar este año, Joan Pedrero se quedó blanco: “¡Lo que se me viene encima!”, pensó. Desde entonces, ha pasado momentos de angustia y miedo muchas veces: “Sientes que tienes que dar el callo, llega la presión, las órdenes, los sustos”. Pedrero, de 33 años, que ha sido el escudero de Coma desde el Dakar de 2011, es este año un mochilero sin mochila: sin el piloto líder del equipo, no tiene que correr más que pensando en él, en el mejor resultado posible, en contentar a los patrocinadores y al equipo, KTM, que ha confiado en sus posibilidades.

“Mis amigos me dicen que disfrute, pero es imposible. Un rally no se disfruta más que cuando lo terminas, solo entonces eres el más feliz del mundo; pero mientras compites hay angustia, miedo a una caída, pesadillas por las noches, sueñas con aquel punto del libro de ruta que recuerdas complicado, con un accidente…”, narra, resuelto, mientras termina su cena en el comedor del vivac. No se acaba el plato. El pasado año inició una dieta mucho más estricta, controlada por su preparador físico, Pau Bartoló, que le tiene prohibidas, entre otras cosas, las salsas y la mayonesa.

Es la primera vez que cuenta con un preparador físico, que le ha ayudado, también, a programar sus entrenamientos: antes hacía lo que le venía en gana: un día bici, otro día moto, un poco de gimnasio… Ahora tiene todas las sesiones guiadas. Gracias a esos cambios pesa cuatro kilos menos que el año pasado. “Lo he notado mucho, voy mejor sobre la moto, tengo más ritmo”, concede. Curiosamente, ha cambiado muchas cosas los últimos meses para llegar a Perú con la mejor preparación posible, como si el destino le tuviera preparada esta aventura en solitario, aunque él todavía no lo sabía. Por vez primera en 2012, combinó algunas carreras del campeonato de España con los rallies de Marruecos y Cerdeña, “para coger el chip de ir solo”, dice. Un año antes, no había corrido ninguna carrera de raids. “Solo soy un mochilero y los mochileros hacen las carreras que pactan”, explica.

“Mientras compites hay angustia, miedo a una caída, pesadillas por las noches...”, dice el piloto

Pero ya no es solo un mochilero. Y la progresión ha sido mayúscula: “Hace cinco años seguía el Dakar desde el sofá, luego lo corrí como privado, hice un buen resultado y me convertí en piloto oficial de KTM”, resume. Fue el mejor español en 2010, cuando corría por libre, con una décima posición. Y, desde entonces, ha aprendido del mejor. “Se me hace extraño ir sin Marc, aunque me ha ayudado a leer mejor la carrera los primeros días. Para mí, es el mejor piloto en el desierto”.

De momento, atiende a los consejos de Jordi Durán, ex piloto y director deportivo del equipo. “Me calma, y me dice que aproveche mí físico y técnica porque en navegación me faltan kilómetros”. Así, este tiarrón de 1,94, tras una primera etapa discreta, arriesgó en la segunda, recortando distancia para adjudicarse el segundo puesto, su mejor clasificación hasta la fecha. Los últimos dos días ha tenido más problemas, como ayer. Era la etapa más dura hasta la fecha. De repente, explica, se encontró que algo no funcionaba. Se había caído, pero, todavía inconsciente, se volvió a subir a la moto: “Me di cuenta de que había tenido un accidente al notar que había roto el radiador”, relata, con el morro inflado y la espalda dolorida: “No sé cómo he caído, ni en qué kilómetro”. Terminó la etapa pidiendo agua para el radiador a todo al que podía. Y solo cedió unos 23 minutos respecto a Barreda, el mejor ayer.