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FÚTBOL INTERNACIONAL

El Liverpool, campeón por los pelos

El equipo de Dalglish, incapaz de retorcer al Cardiff, alza la Copa de la Liga gracias a la tanda de penaltis

Jordi Quixano
Los jugadores del Liverpool celebran el último penalti, el trofeo.
Los jugadores del Liverpool celebran el último penalti, el trofeo.ANDREW WINNING (REUTERS)

La heroica siempre fue un traje que le sentó bien al Liverpool, definido por las hombradas, por batallas memorables resueltas a su favor. No varió la historia en la final de la Carling Cup [Copa de la Liga] ante el Cardiff, equipo de Championship (Segunda) que plantó más que cara con lo poco que tenía y que exigió la tanda de penaltis para resolver el apasionante entuerto. Laurel para el Liverpool, que ganó por los pelos y al fin repara las fisuras de su vitrina, seca desde 2006, cuando se impuso en la FA Cup.

Pases en horizontal en campo ajeno, disparos desde la frontal de Downing, Adam y Gerrard solo escupidos por Heaton, espléndido de reflejos y torpe en los balones aéreos. Toque y pase cerca del área, Luis Suárez como referencia universal. Balones colgados al área huérfanos de remate. Saques de esquina y fútbol de ataque y gol. Jauja para cualquiera, incluso para el Liverpool, que carece de un quarterback con pases definitivos. Pero para llegar a esa situación, el equipo de Dalglish las pasó canutas. Tanto, que cuando consiguió adelantarse, ya en la prórroga, se relajó en grado superlativo, encajó una diana y concedió el resultado al azar, a la ruleta de los penaltis. Le fue bien, más que nada porque los palos –a disparo de Miller y Gestede, más el error definitivo de Anthony Gerrard, el primo del famoso y del rival- repelieron dos disparos y le devolvieron la gloria.

CARDIFF, 2 - LIVERPOOL, 2

Cardiff: Heaton; McNaughton (Blake, m. 107), Hudson (Gerrard, m. 99), Turner, Taylor; Cowie, Gunnarsson, Whittingham, Gestede, Mason (Kiss, m. 95); y Miller. No utilizados: Marshall; Earnshaw, Conway y Naylor.

Liverpool: Reina; Johnson, Skrtel, Agger (Carragher, m. 87), José Enrique; Henderson (Bellamy, m. 58), Adam, Gerrard, Downing; Carroll (Kuyt, m. 103) y Suárez. No utilizados: Doni; Spearing, Maxi Rodríguez, Kuyt y Kelly.

Goles: 1-0. M. 19. Maison define un pase interior de Miller. 1-1. M. 60. Skrtel resuelve un barullo en el área. 1-2. M. 108. Kuyt dispara dos veces para batir a Heaton. 2-2. M. 118. Turner, a la salida de un córner.

Árbitro: Mark Clattenburg. Mostró la cartulina amarilla a Henderson.

Wembley. 80.000 espectadores. Se llegó a la tanda de penaltis, resuelta por el Liverpool (3-2).

Tan rápido quiso ir el Liverpool al principio que se convirtió en lento y previsible, superado por su propio ímpetu hasta el punto de que no acertó en el pase ni en el remate. A todo trapo. Como si cada jugada fuera la última. Demasiada irreflexión para anudar a un rival que le valía con subir la cremallera en defensa para trazar unos contragolpes fortuitos, para morder de vez en cuando. La efusividad del Liverpool la expresó Gerrard porque no acertó a la hora de ponerle pausa al juego. No le ayudó, en cualquier caso, la primera jugada del duelo, cuando se marcó una carrera de aúpa, a toda prisa, resuelta con un zapatazo de Johnson que solo la cruceta fue capaz de desacreditar. Fue una obra de arte sin firma; la mejor ocasión del Liverpool, que intuyó un partido exprés cuando se requería juego de cocción.

Sin exigencias en la composición, cómodo con el papel de secundario, el Cardiff interpretó a las mil maravillas la jugada, sin realce ni alardes. Fue un equipo tan rácano como pragmático, que desatendió por completo al cuero y se justificó con contragolpes esporádicos. Obviada la medular como punto fronterizo, el balón recorría el largo de Wembley como una exhalación, siempre en busca de la cabeza de Gestede, en la prolongación de Miller. Les salió la propuesta porque al Liverpool, de nuevo, le devoró la urgencia. Fue cuando el Cardiff le comió el terreno y cuando Agger, vehemente e infantil, salió de sitio para taponar el disparo de Miller. Un error porque anuló el chut, pero no el pase interior a Mason. Disparo raso a la red, previo túnel sobre Reina.

La heroica siempre fue un traje que le sentó bien a los 'reds', definidos por batallas memorables resueltas a su favor

El gol, sin embargo, fue la espoleta del Liverpool y la perdición del Cardiff, que defendió con ocho –descolgados Miller y Gestede-, todos dentro del área. Una debilidad que regaló segundos en la manufacturación contraria. Tiempo para la pausa, para el pase negado, para que Luis Suárez reclamara su cuota de protagonismo, futbolista de brega, conquistador de los espacios imposibles. No necesita de mezclas, sino que a veces le alcanza con su pelea. Como en esa ocasión que penalizó un despiste del zaguero y soltó un latigazo con la zurda que Heaton desbarató con las manoplas. Como en ese córner que se anticipó y que acabó con el esférico en el poste. El rechazo, hecho el embrollo en el área, favoreció a Skrtel, que resolvió con otro caño al portero. Vuelta a la vida del Liverpool, que, a falta de una catapulta en la zona de tres cuartos, se refugió en las segundas jugadas, donde Gerrard se expresa como un superdotado. Pero le faltó tino en el remate y a Heaton le sobraron los reflejos.

Con el guion escrito, se descontaban los minutos para que el Liverpool se llevara el trofeo a casa. Pero eso era demasiado fácil, poco para los de Dalglish. Así que asustó doblemente Kenny Miller, desafortunado en el remate, cuando lo fácil era enchufarla, y se llegó a la prórroga. Chut de Johnson, disparo de Bellamy, punteo de Gerrard… cantinela ya vista sin premio. Hasta que salió Kuyt al campo, que no tampoco da una bola por perdida, que chutó mal y tras el despeje rival, volvió a chutar a gol. No era el final porque el Cardiff atinó a echar el gancho en un córner, oportunista Turner. El juicio era la tanda de penaltis. Y por los pelos y los palos, el Liverpool sumó su octava corona de la Carling Cup, más que ningún otro.

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