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Sin cabida para la especulación

Villarreal y Athletic equilibran sus fuerzas en un duelo apasionado entre dos equipos decididos al ataque

Bruno y Toquero se disputan un balón.
Bruno y Toquero se disputan un balón. JOSE JORDAN (AFP)

En una mañana radiante, casi veraniega, que invitaba al recreo y el disfrute, Villarreal y Athletic se dedicaron a jugar al fútbol con pasión y alegría y derivó en un partido de verdad, lleno de emoción, mucho fútbol y goles, con dos equipos decididos al ataque, concebidos ambos para agradarse y gustar. El Athletic tiene un aire apuesto y encantador, con el sello personal de Marcelo Bielsa, que está dando brillo a la excelente camada de Lezama. El Villarreal también destila aires de grandeza cuando se asemeja al que hasta hace poco fue. El conjunto de Molina volvió a demostrar que tiene más juego que puntos, pero se encontró con un Athletic ambicioso que marcará una época para recordar. El empate final no hizo justicia. Ambos equipos merecieron llevarse los tres puntos. Una oda al fútbol.

VILLAREAL, 2 – ATHLETIC, 2

Villarreal: Diego López; Ángel, Zapata, Gonzalo, Joan Oriol; Cani (Camuñas, m. 66), Senna, Bruno, Borja Valero; Martinuccio (Hernán Pérez, m. 80) y Marco Ruben (Nilmar, m. 38). No utilizados: César; Musacchio, Marchena y De Guzmán.

Athletic: Iraizoz; Iraola, San José, Javi Martínez, Aurtenetxe; Iturraspe, Íñigo Pérez (Ekiza, m. 67); Susaeta, Ander Herrera, David López (Llorente, m.46); y Toquero (Ibai Gómez, m. 78). No utilizados: Raúl; Koikili, Gabilondo y Ruiz de Galarreta.

Goles: 1-0. M. 10. Senna de falta directa. 1-1. M. 61. Llorente de cabeza. 1-2. M. 66. Susaeta en una contra. 2-2. M. 68. Nilmar tras un rechazo de Iraizoz

Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Senna, Aurtenetxe, Iñigo Pérez, Toquero, Iturraspe.

Unos 20.000 espectadores en El Madrigal.

Descansando Fernando Llorente medio acto, solo Toquero en el ataque daba cierto poso al aguerrido Athletic de antaño. A pesar de las ausencias de Muniain y De Marcos, que en la anterior jornada provocaron la amonestación para reposar de tanta tralla, el Athletic de Bielsa es otro Athletic, un equipo liviano, vertical y alegre. Por ello es que hasta ocho de sus futbolistas forman parte de la selección española entre la absoluta y la olímpica, debido a que el actual juego del conjunto vasco atiende al predicamento de La Roja. Iraola, Susaeta y, sobre todo, Ander Herrera tienen un espíritu vitalista y jovial. Y así lo hicieron ver en el inicio del Athletic en El Madrigal.

El Villarreal está en camino de reencontrar sensaciones. Y para ello nada mejor que encomendarse a sus clásicos, a sus futbolistas con más experiencia y peso en el equipo. Y no hay nadie más sabio y con más trayectoria en el conjunto castellonense que Marcos Senna, que a sus 35 años ha recuperado el físico y con él su fútbol. El brasileño nacionalizado español abrió el camino para el Villarreal a los diez minutos de iniciarse el encuentro, que presentaba así una hermosa postal. Senna envío a la red de la portería vasca un magistral lanzamiento de falta desde la frontal del área. Posteriormente, en una nueva falta botada también por el centrocampista, Iraizoz tuvo que hacer equilibrismo para evitar un nuevo gol del capitán amarillo. Para no ser menos que su homólogo, inmediatamente después, Diego López, en un gran escorzo desvió el lanzamiento del rojiblanco David López.

El partido estaba vivo, un continuo ir y venir con mucho ritmo y pasión, un canto al fútbol de ataque, una gozada para el espectador neutral. El Athletic no se resignaba a su suerte y en la filosofía del Villarreal no existe la especulación. Nadie se imponía a nadie, lo que daba más emoción y añadía interrogantes sobre el resultado final. La entrada de Llorente en el descanso por David López ofrecía más registros al ataque del conjunto de Bielsa, sobre todo en el juego aéreo. Por si acaso, Molina ya se había curado en salud desde el inicio con la titularidad de Zapata, un central con más envergadura que Musacchio. Llorente no tardó en conectar su primer cabezazo que a un paso estuvo de provocar la igualada. Fue el primer aviso. Al segundo, como no, de cabeza, cantó bingo tras un centro preciso de Toquero cual gran extremo.

El empate abría un nuevo escenario en el que nadie estaba conforme. Y llegaron los errores. Una pérdida de balón de Ángel en el centro del campo propició una contra de libro concluida por Susaeta con la ayuda de Diego López. Con gran esfuerzo y mucho fútbol, el Athletic había levantado un partido vital para sus aspiraciones de estar la próxima temporada en la Liga de Campeones. La alegría le duró lo justo. Esta vez fue a Iraizoz al que le faltó destreza para detener un tiro lejano. El rechazo lo embocó un Nilmar recuperado para la causa amarilla. Al final resultó un equilibrio hermoso.

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