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Tiger Woods, peor que nunca

Penúltimo en Akronel liderato mundial del golfista estadounidense se tambalea

El rostro de Tiger Woods estaba desencajado. Nunca había vivido una situación similar desde hacía 14 años, justo desde el torneo en el que debutó como golfista profesional. Nunca desde 2003 había concluido una competición sin conseguir al menos andar un día por debajo del par del campo. Pero esas dos circunstancias se concretaron ayer en el torneo Bridgestone Invitational, del circuito norteamericano, que se disputó en un escenario emblemático para él, en el que ha ganado siete veces, el de Akron (Ohio).

"Simplemente, no he jugado bien", dijo después de firmar una tarjeta con dos dobles bogeys, seis bogeys y tres birdies para totalizar 298 golpes, 18 sobre par, y concluir la competición en el 78º puesto, el penúltimo. "Acabar así no es agradable. Solo puedo decir que fui paciente, pero eso no fue suficiente. Me siento como cuando cambié el swing. Tardé dos años en recuperarme", añadió.

Woods vivió uno de los peores momentos de su carrera. Parecía desorientado, perdido en un terreno en el que ha sido el rey. ¿Dónde estaba aquel hombre orgulloso, de mirada altiva, ausente siempre ante los aficionados? A sus 34 años, el gran campeón incluso afrontaba ayer el riesgo de perder el liderato mundial, que llevaba ostentando 269 semanas consecutivas ?desde hace cinco años? y 611 a lo largo de su carrera. El número uno podía pasar a manos de su compatriota Phil Mickelson si este terminaba entre los cuatro primeros. "Jugaré atacando", dijo el candidato a desbancarle cuando encaró el último recorrido en la décima plaza. Pero la presión le batió y concluyó el 46º, a 15 golpes del vencedor, el también estadounidense Hunter Mahan.

Mientras tanto, Woods tiene tiempo para reflexionar sobre su futuro inmediato. Esta semana se disputará el Campeonato de la PGA norteamericana, el último, cronológicamente, de los cuatro torneos del Grand Slam anual. Su reto es despertar de golpe y recobrar el hilo de unos éxitos que se le resisten últimamente: desde el Open de Estados Unidos de 2008 no ha ganado un grande. Sin embargo, parece difícil.

Su vida dio un vuelco espectacular el 27 de noviembre de 2009, cuando, de madrugada, salió de su casa precipitadamente y sufrió un accidente con su Cadillac Escalade. Después se supo que su esposa, la ex modelo sueca Elin Nordegren, con la que se casó en mayo de 2004, rompió el cristal trasero del coche con un palo de golf tras una acalorada discusión al confirmarse que había manteniendo relaciones extramatrimoniales.

De golpe, todo cambió para él. El 11 de diciembre de 2009 anunció que se retiraba del golf "por un tiempo indeterminado". Se le vio llorando en una multitudinaria conferencia de prensa, en la que pidió disculpas por su comportamiento, y reconoció estar enfermo. Recibió ayuda psicológica e intentó salvar un matrimonio que, a estas alturas, parece más perdido que nunca, tan solo a la espera de cuánto deberá cobrar Elin y cuándo se producirá el divorcio.

El pasado 5 de abril, presionado por los organizadores del circuito y sus propios patrocinadores, Woods decidió volver a competir. Eligió el Masters de Augusta. Y, aunque no estuvo a su altura habitual, concluyó entre los mejores. Sin embargo, vivía bajo presión. El hecho de haberse separado de su entrenador, Hank Haney, tampoco le ayudó a rehacer el camino. Ayer, en Akron, parecía solo y perdido. Pero sigue siendo un campeón. Aunque llegue a perder el liderato mundial, lo normal es que antes o después levante la cabeza de nuevo.

Woods, abatido.
Woods, abatido.AP

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