Música maestro, regresó el Barça
Piqué y Pedro plasman un triunfo angelical en un partido endemoniado y ahora hasta le valdría perder por 2-0 en Kiev
Los niños del Barcelona resolvieron de manera angelical un encuentro diseñado por los demonios. Arriesgó Guardiola con una alineación desfigurada, sin los lastimados Messi e Ibrahimovic, y Xavi e Iniesta condujeron al equipo a un triunfo tan hermoso como rotundo por la musicalidad del juego, la serenidad de los goles, la plasticidad de la contienda. A la exigencia, por la necesidad de la victoria y por la fiereza del Inter, respondió el Barça con la grandeza del campeón. A mayor desafío, cuando el reto se presenta más complicado, mejor se expresan los centrocampistas de Guardiola, un técnico lúcido y valiente, fiel a un ideario singular al que ha dado vuelo y títulos.
Mandan los medios en el Barça por encima de defensas y delanteros. Una diferencia abismal respecto al Inter y por tanto decisiva para entender el signo del encuentro. Xavi, Iniesta y Busquets, la escuela de la Masia, jugaron como si estuvieran en el patio del colegio frente a un plantel de futbolistas muy hechos y derechos, manejados por un general de renombre internacional como Mourinho. Artistas contra legionarios. Había quien temía la tragedia en el estadio y resulta que se encontró con una representación futbolística celestial.
Barcelona, 2; Inter, 0
Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Piqué, Abidal (Maxwell, m. 89); Xavi, Busquets, Keita; Pedro (Bojan, m. 85), Henry e Iniesta (Dos Santos, m. 94). No utilizados: Pinto; Márquez, Ibrahimovic y Messi.
Inter: Julio César; Maicon, Lucio, Samuel, Chivu; Zanetti, Cambiasso (Muntari, m. 46), Stankovic (Balotelli, m. 71), Motta; Eto'o y Diego Milito (Quaresma, m. 81). No utilizados: Toldo; Córdoba, Materazzi y Vieira.
Goles: 1-0. M. 10. Piqué remata un pase de cabeza de Henry a la salida de un córner botado por Xavi. 2-0. M. 26. Pedro empalma de primera un centro de Alves.
Árbitro : Massimo Busacca (Suiza). Amonestó a Motta, Puyol, Pedro, Chivu y Zanetti.
93.624 espectadores en el Camp Nou.
El paisaje no era precisamente tranquilizador para un aficionado tan desconfiado y sufridor como el azulgrana por más que desde Kazán llegaban buenas noticias por el empate a cero entre el Rubin y el Dinamo. A un lado formaba el Inter, intimidador y desafiante, con Mourinho en el banquillo, Eto'o de delantero centro y Figo en el palco, tres personajes muy excitantes y en su mayoría desquiciantes para el barcelonismo. Y por contra el Barcelona atacaba con Pedro, Henry e Iniesta, tres delanteros livianos y delicados, nada que ver con la fiereza del lesionado Ibrahimovic, que se quedó en la suplencia con Messi.
Aunque el partido quedaba aparentemente descompensado a su favor, el Inter jugó como un equipo pequeño, rácano y estraperlista, siempre a la expectativa, adaptado al fútbol del Barça. Al Inter, pura comedia, le iba la puñalada trapera frente a la ambición del cuadro azulgrana. Jugó el Barça con determinación y mucho vigor, bien puesto en el campo, y con una especial tensión competitiva. Apretaba muy arriba en la presión, manejaba ataques cortos y directos, y forzaba tantos remates como jugadas de estrategia. Desbordado, el Inter empezó a conceder faltas y córners, y al tercer saque de esquina tomó el gol.
Xavi sacó desde el córner, peinó Henry y remató Piqué, una acción ensayada. Los azulgrana habían preparado muy bien el partido a partir del juego de Xavi e Iniesta. Los dos volantes mezclaban estupendamente, Henry procuraba generar espacios y Pedro enfilaba sin miedo a Maicon. No está acostumbrado el Inter a que le presionen en su cancha, de manera que se desmontó en cada aceleración del Barcelona, intenso y profundo, malicioso como nunca ante la portería rival. El segundo gol fue un canto a la excelencia: los medios masticaron la jugada hasta que Xavi habilitó de primera, con un toque al espacio, para la llegada del lateral, Alves progresó mientras Henry se llevaba a los centrales al primer palo y el brasileño puso un centro preciso para el remate de Pedro, que no perdonó con la zurda.
El gol coronó la abrumadora superioridad azulgrana. El Inter aceptó la tunda y se replegó al camerino para reorganizarse al grito del estratega Mourinho. El encuentro requería una intervención drástica. Mourinho, sin embargo, se hizo el longuis y puso a Muntari por Cambiasso. Más madera para el tren del Barcelona, que continuó tocando la pelota, saboreando el partido, asfixiando al contrario, procurando neutralizar el mortal contragolpe del Inter. A los italianos les llevó una hora prácticamente alcanzar el área de Valdés, y fue después de un fuera de banda mal sacado por el Barcelona. Apareció entonces Maicon, que tocó para Milito y al pase del argentino no llegó Eto'o, superado por el cruce de Alves, que arrambló con el balón y el ariete en una acción que el camerunés reclamó como penalti.
La jugada despertó al Barcelona, que llenó el segundo acto con un fútbol control que narcotizó al Inter. Recuperaron los azulgrana su mejor versión por la atención defensiva, la tensión ofensiva y la elaboración y creatividad de los medios. Regresaron los violinistas y sonó de nuevo la música en el estadio. Fue un triunfo de equipo por excelencia tras un partido muy bien pensado, mejor jugado y excelentemente resuelto. Los azulgrana dominaron todos los registros posibles, cuadraron el encuentro perfecto a la velocidad adecuada, y alcanzaron el liderato la noche en que no se descartaba que el campeón pudiera quedar eliminado de acuerdo a los resultados de la jornada. A Mourinho de nada le sirvió sacar a Balotelli en el último cuarto y atacar con tres delanteros como en Kiev. No fue la noche precisamente de los delanteros. Ni de Eto'o ni de Ibrahimovic ni de Messi. Fue el partido del Barcelona de Xavi e Iniesta, el de siempre, el de toda la vida, el único. Música maestro, regresó el Barça. El domingo llega el Madrid. A Guardiola le costará cuadrar la alineación.
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