_
_
_
_
_

Del chiste al monólogo: Marianico se apunta a la nueva comedia

El conflicto entre el chabacano humor de los noventa y el de ahora alimenta la nueva serie ‘El último show’ y subraya lo perecedero de la comedia

'No te rías, que es peor', programa de TVE que se emitió entre 1990 y 1995. En vídeo, tráiler de 'El último show'
Jaime Rubio Hancock

El primer capítulo de El último show arranca con Marianico el Corto actuando en El plata, histórico cabaret del centro de Zaragoza. Pero la actuación no va como de costumbre: a pesar de que el público está encantado con sus chistes, el cómico acaba con el rostro bañado en lágrimas, recordando su infancia.

Más información
Marianico el Corto: “No sabía que tenía registros dramáticos dentro de mí”
Apoteosis de ‘La Vida Moderna’, la radio llevada al espectáculo

Esta serie de ocho capítulos creada por Álex Rodrigo (director de varios capítulos de Vis a vis y La casa de papel) es la primera producción de ficción de Aragón TV, donde se estrena el 20 de febrero. Además, cada episodio estará disponible durante una semana en la web de la cadena y se emitirá en varios canales de la Forta.

Miguel Ángel Tirado (que así se llama el cómico) interpreta una versión ficticia de sí mismo que ya está cansada de sus propios chistes y que quiere dejar de ser Marianico el Corto. Su objetivo es rodar una película surrealista al estilo de Luis Buñuel y reconquistar así a su exesposa.

Este punto de partida, el de la autoficción, recuerda a experimentos similares como ¿Qué fue de Jorge Sanz? o incluso Curb Your Enthusiasm. Pero, al menos en su primer capítulo, la propuesta de Rodrigo es más dramática. El director explicaba en la presentación que su primera idea era “más loca, más gamberra”, pero la rebajó al conocer a Tirado, por “la pureza y la ternura de este hombre”. También tuvo que adaptarla a la cadena generalista, donde encajaba una propuesta algo más familiar.

No te rías, que es peor

Marianico el Corto se hizo popular sobre todo gracias a No te rías, que es peor, que se emitió en TVE de 1990 a 1995. Este concurso se podía ver de lunes a viernes antes del Telediario y contaba con una mecánica sencilla: los dos concursantes no podían reírse de los chistes que iban contando varios cómicos. Estos humoristas eran en su mayor parte cuentachistes ya conocidos, como Paco Aguilar y Manolo de Vega. Dos de ellos traían sus propios personajes: Marianico el Corto y el señor Barragán.

Probablemente Marianico caía mejor que Barragán o, al menos, la opinión al respecto estaba menos polarizada. Pero Barragán, que también aparecerá en la serie, fue más popular que su compañero: editó una revista, su cara ilustró el juego de mesa del concurso, protagonizó una colección de cromos y apareció en varias películas de Torrente. Y, además, originó una legión de imitadores de su “hola, cómo estamos”, muchos de ellos en los patios de colegios.

La rareza de No te rías, que es peor era Pedro Reyes, quizás el único que no se limitaba a contar chistes ya conocidos (al menos no siempre). Reyes añadía un toque surrealista y personal a un programa que ahora vemos anticuado, incluso aunque genere cierta nostalgia, pero que en los años 90 ya recibía críticas.

En 1995 el consejo de administración de Radio Televisión Española propuso cancelarlo por su “chabacanería”. Jordi García Candau, entonces director general de RTVE, admitió que se trataba de un programa "claramente fronterizo" con el mal gusto, aunque también recordaba su éxito de audiencia. El concurso dejó de emitirse ese año, aunque Gestmusic, la productora, lo recolocaría el año siguiente en Telecinco. Algo cambiado, con otro título (Sonría por favor), otra presentadora (Elsa Anka) y algún cómico nuevo. No Marianico, que ya había dejado el espacio.

Los programas de chistes no eran una rareza por aquel entonces: entre 1994 y 1995 Antena 3 emitió Genio y figura, otro programa con humoristas de un perfil similar, con otra excepción surrealista como la de Reyes: Chiquito de la Calzada, que además sustituyó rápidamente a Barragán como humorista favorito de los imitadores amateur y de las promociones de kioscos. No solo eso: Chiquito se acabaría convirtiendo en un referente del humor absurdo.

Del chiste al monólogo

Es normal que un programa de televisión de hace 30 años se nos haya quedado viejo. Pero es que además, los chistes, como género, también se han quedado anticuados: los humoristas ya no son las personas que repiten, con más o menos gracia, estas ocurrencias de autor por lo general desconocido. Las actuaciones en escenarios y platós acostumbran a ser, sobre todo, en forma de monólogo autoficcional (como Ignatius Farray).

Ignatius Farray, en la serie 'El fin de la comedia'.
Ignatius Farray, en la serie 'El fin de la comedia'.

Por supuesto, esto no es nada nuevo (ya hacían algo parecido Miguel Gila y Pepe Rubianes), pero sí es cada vez más raro ver a un cómico que se limite a contar chistes. De hecho, el propio Tirado (Marianico) contaba en una entrevista reciente que lo que él hace “son monólogos. Salgo a escena y hablo solo. Y toco muchísimos más temas”.

Este conflicto entre el humor de los 90 y el actual también se verá en la serie, asegura Álex Rodrigo. Ya se apunta en parte en el primer capítulo, cuando el representante de Tirado le consigue una actuación en lo que parece una versión de El club de la comedia (que, por cierto, ya tiene más de 20 años).

Pero Marianico (el de la serie) no quiere reinventarse como humorista en un mundo que ya ve como propio, sino haciendo algo completamente diferente. No es el único que lo hace: también el personaje de su exmujer (Luisa Gavasa), que recupera su afición a la pintura.

El humor envejece muy rápido. No todo y no siempre, pero sí mucho y a menudo. El drama y la ficción de El último show nos permiten volver a ese Marianico el Corto de los años 90 e incluso disfrutar de cierta nostalgia, pero con distancia y sin necesidad de regodearnos en lo que el escritor y humorista John Hodgman califica de “impulso tóxico”.

Es Marianico el Corto, pero no es el mismo Marianico el Corto. Es gracioso, pero aquí no cuenta chistes. Y ese no es su representante, sino un actor (José Luis Esteban). Es decir, no corremos el riesgo de acabar llorando al recordar nuestra infancia, como hace el protagonista en El plata. Y eso está bien, la verdad. No hace falta reinventar ni maquillar nuestros recuerdos para volver a ver a Marianico.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_