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Crítica | Hasta que la boda nos separe
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Crear, copiar, mejorar

La moda de producción del último cine español, consistente en la realización de nuevas versiones de comedias recientísimas de países cercanos, es muy discutible

Belén Cuesta y Álex García, en 'Hasta que la boda nos separe'. En vídeo, un avance de la película.
Javier Ocaña

De la muy discutible moda de producción del último cine español, consistente en la realización de nuevas versiones de comedias recientísimas de países cercanos, ya sea por proximidad física o idiomática, pero que han pasado sin pena ni gloria por nuestra cartelera, se pueden sacar dos conclusiones. Primera, que la mayoría de los remakes españoles son mejores que los originales: por empaque de producción, por gusto en la dirección, por no quedarse anclados en la mera copia, enriqueciendo chistes y situaciones. Y segunda, que, a pesar de ello o justo por ello, se está desvelando una pereza creativa, una falta de originalidad y una carencia de riesgo alarmantes.

HASTA QUE LA BODA NOS SEPARE

Dirección: Dani de la Orden.

Intérpretes: Belén Cuesta, Álex García, Silvia Alonso, Antonio Dechent.

Género: comedia. España, 2020.

Duración: 110 minutos.

Como ya ocurría con Padre no hay más que uno, versión de la argentina Mamá se fue de viaje, con Lo dejo cuando quiera, salida de la italiana Smetto quando voglio, y con Si yo fuera rico, remake de la francesa Ah! Si j’étais riche, Hasta que la boda nos separe es mejor película que la también francesa La wedding planner, dirigida hace tres años por Reem Kherici. Dani de la Orden, confirmándose como el mejor director de encargo del cine español actual, abunda en el tono de screwball comedy estadounidense de la comedia original, le otorga su elegancia habitual en la puesta en escena y el tratamiento de la luz y de las músicas (¡Carolina Durante y Los Planetas con La Bien Querida!), enriquece la comedia más física con estupendos elementos de slapstick, y está a punto de salvar la suicida secuencia del barco en la tormenta, la única donde la producción (o su coste) está por debajo del nivel que pedía el momento.

El guion de Olatz Arroyo, Marta Sánchez y Eric Navarro cambia poco el original pero incide bien en el subtexto, alejado de cualquier romanticismo, de las parejas para toda la vida que se forman por mera inercia y sin demasiada reflexión. Y junto al espectáculo de carisma y gracia de Belén Cuesta, gran protagonista, al buen contrapunto de Silvia Alonso y a los aires de galán clásico de Álex García, cada puntual presencia de los secundarios resulta perfecta: Antonio Dechent, Adrián Lastra, Salva Reina, Leo Harlem, Antonio Resines, Ernesto Sevilla, Jordi Sánchez y, especialmente, las desternillantes Gracia Olayo y Malena Alterio, con apenas un puñado de frases.

Hasta que la boda nos separe es, en principio, una buena comedia. Sin embargo, en gran parte, ya estaba hecha, hace muy poco y aquí al lado. El hábito de los remakes, como siempre ha ocurrido en Hollywood, puede tener todo el sentido del mundo en lo comercial. Pero artísticamente resulta decepcionante.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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