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En busca de las cadenas olvidadas de la última gran batalla colonial argentina

Un equipo de antropólogos estudia los eslabones hallados en vuelta de Obligado, donde fuerzas argentinas intentaron en 1845 frenar el paso de una flota anglo-francesa

Dos arqueólogos sostienen los eslabones de las cadenas de la batalla de la Vuelta de Obligado descubiertas por la bajante del Río Paraná
Dos arqueólogos sostienen los eslabones de las cadenas de la batalla de la Vuelta de Obligado descubiertas por la bajante del Río ParanáUniversidad de Luján

— ¿Puedo acercarme a ver las cadenas?

Lo pregunta, con timidez, una vecina de Obligado, unos 185 kilómetros al norte de Buenos Aires, al equipo de arqueólogos de la Universidad de Luján que mide y analiza 14 eslabones de hierro anclados a tierra a orillas del Paraná. El río más caudaloso de Argentina está en su nivel más bajo de los últimos 50 años y la retirada de las aguas propició que un pescador encontrase estas cadenas a principios de agosto. Todos los indicios hacen pensar que son parte del sistema defensivo contra la flota anglo-francesa que en 1845 buscaba imponer por la fuerza el libre comercio fluvial, prohibido a los extranjeros por el Gobierno de Juan Manuel de Rosas. En pocos días, en plena pandemia de covid-19, se ha organizado una campaña para investigar el hallazgo, presenciada por EL PAÍS.

El 20 de noviembre de 1845, la flota —formada por un centenar de naves mercantes, custodiadas por buques de guerra— fue frenada por tres hileras de cadenas de hierro forjado que atravesaban de costa a costa el Paraná montadas sobre 24 barcazas. Mientras trabajaban para romper la defensa ideada por el general Lucio Mansilla, comenzó el enfrentamiento. Primero, con fuego cruzado de artillería y al desembarcar, cuerpo a cuerpo.

Vuelta de Obligado fue el primer campo de batalla excavado en Argentina. Desde hace dos décadas, un equipo de investigación interdisciplinaria liderado por Mariano Ramos rastrea las huellas de ese combate recreado en los billetes de 20 pesos y en cuya fecha se conmemora el Día de la soberanía nacional. “Las cadenas son un símbolo de la soberanía de un país que se planta ante dos potencias como Inglaterra y Francia para cerrarles el paso impune que pretendían”, dice Ramos por Zoom.

Por prevención ante el coronavirus, Ramos no participa de la campaña en Obligado, pero está pegado al teléfono para saber en todo momento cómo avanzan. Este lunes, al reanudar el trabajo que comenzaron la semana pasada, los arqueólogos excavan alrededor de las cadenas, que quedan justo en la orilla. Se hunden tierra adentro, hasta una profundidad aún desconocida, y están contenidas por una gran capa de tosca — roca calcárea— que dificulta su extracción.

“Nuestro objetivo no es sacar la cadena, sino aprender de ella. Dónde está, cuando mide cada eslabón y cuánto medían, según Lucio Mansilla, que es similar si se tiene en cuenta que hay pérdida de material. Si alguien se lo lleva es como si yo agarro un libro de historia y arranco diez páginas”, describe Carlos Landa, investigador del Conicet.

Detalles de las cadenas halladas en Obligado.
Detalles de las cadenas halladas en Obligado.Carolina Leiva

Viaje reducido por la pandemia

La pandemia de la covid-19 obligó a suspender la campaña prevista en abril, pero el hallazgo de las cadenas y el hecho de que sólo podrán ser estudiadas mientras dure la bajante histórica del río permitieron obtener permisos para dos expediciones reducidas. De la veintena de personas que suelen trabajar, han viajado menos de la mitad. En vez de permanecer sobre el terreno algunas semanas, son breves salidas de dos días.

Landa achica el agua que entra en el pozo mientras su colega Alejandra Raies mide eslabón a eslabón y canta los números a Daniel Gómez, que los anota en un cuaderno. Carolina Leiva registra con cámara todo el proceso, Alejandro Ravazzola lo graba y Jerónimo Angueyra realiza una fotogrametría con drones.

“Hay que esperar los resultados de los análisis de laboratorio, llevará unos meses, pero las expectativas son altas”, asegura Landa sobre la posibilidad de que se trate de las cadenas de la batalla. Las universidades están cerradas por la pandemia, lo que obliga a aplazar tests complejos como el barrido electrónico, pero un análisis preliminar muestra que los eslabones se confeccionaron antes de 1845. Su ubicación coincide también con el plano de la defensa trazado por el capitán y cartógrafo inglés Sullivan. “Por posición geográfica es la primera vez que aparece una cadena en contexto, con posición original y tanto por apreciación a simple vista como por la metalografía que nos dio el ingeniero Horacio de Rosa se condice”, detalla Raies. La clave es el contrete, un travesaño situado en medio de los eslabones que impedía que la cadena se aplastase. Según el análisis de De Rosa, el eslabón está forjado y el contrete fue calentado al rojo vivo y metido a martillazos, una técnica usada en la primera mitad del siglo XIX.

Mientras hablan, tres perros persiguen a una cerda a lo largo de una costa casi vacía y un buque chino de gran calado baja por el Paraná, posiblemente cargado con soja, la principal fuente de divisas de Argentina. La bajante del río que favorece a los arqueólogos complica, en cambio, la navegación y la extinción de los incendios provocados en las islas del delta. El humo llega hasta Obligado y con el paso de las horas irrita los ojos y la garganta.

Amaru Argüeso sale de bucear en el Paraná, envuelto en el humo de los incendios del delta.
Amaru Argüeso sale de bucear en el Paraná, envuelto en el humo de los incendios del delta.Carolina Leiva

“Es muy emocionante. Quería venir con los chicos, no es lo mismo que estudiarlo en la escuela”, cuenta un vecino que ha pedaleado con sus dos hijos hasta la playa. Los tres observan cómo el equipo traza una línea de cien metros con estacas desde las cadenas en dirección al promontorio dibujado en la cartografía de Sullivan, donde estuvo fijado el sistema defensivo argentino. Hacen sondeos cada diez metros y recorren la zona con un detector de metales, cavando cada vez que suena. Desentierran anzuelos, clavos y papel de cigarrillos. “Los resultados fueron negativos, pero eso es información para nosotros, porque sabemos que es un espacio que no tenemos que volver a abordar”, dice Landa.

Un día después, los pozos excavados desaparecerán: la Municipalidad está rellenando la zona con tierra para crear una playa fluvial con la que atraer al turismo una vez se levanten las restricciones de la cuarentena. Las cadenas permanecerán bajo custodia de Prefectura. “El arqueólogo tiene que hacer un trabajo de conciencia patrimonial sobre la población. Sos un investigador de la nación, hay una ley de patrimonio, pero trabajás con la comunidad, que tiene su imaginario. Cuando uno piensa que la arqueología es excavar y no tratar con gente se equivoca, es un trabajo antropológico”, subraya el investigador.

Aguas sin visibilidad

El equipo planeaba también sumergirse frente a la costa para buscar en el agua una posible salida de las cadenas, pero Prefectura les prohíbe la inmersión con tanque. Aún así, el especialista en arqueología subacuática Amaru Argüeso inspecciona la zona con breves inmersiones en apnea. “Lo que identifiqué es que hasta los ocho, nueve metros de profundidad, hay como una barranca en declive con un limo arcilloso muy blando. Probamos con una varilla de 1,40 para enterrarla y seguía. Eso nos dice que tiene un potencial de enterramiento muy alto por lo que es poco esperable poder encontrar la cadena al tacto”, cuenta Argüeso al emerger de ese río color tierra.

La visibilidad nula de las aguas del Paraná —que obliga a bucear al tacto—, su profundidad superior a los 40 metros, la fuerte corriente y el tráfico de embarcaciones han hecho imposible por ahora una campaña subacuática para intentar comprobar si las anomalías detectadas en un barrido en 2016 pertenecen o no al sistema defensivo desbaratado por la flota anglo-francesa.

Mansilla escogió Obligado por el potencial ofensivo de sus barrancas y por el meandro del Paraná en el lugar, que obliga a ralentizar la navegación. Los europeos, muy superiores en armamento y formación, derrotaron a las fuerzas argentinas, pero el viaje para comerciar río adentro fue considerado un fracaso y poco después desistieron de su objetivo.

Carlos Landa pasa el detector de metales por la costa del Paraná.
Carlos Landa pasa el detector de metales por la costa del Paraná.Universidad de Luján

El martes, el agua ha subido 30 centímetros y cubre las cadenas que eran visibles un día antes. Parte del equipo cruza con un pescador los 700 metros del Paraná hasta la otra costa para rastrear tres puntos marcados de antemano y hacer un barrido con el detector de metales que también da negativo. Por la tarde, rastrean el río con un imán y el barco prestados por otro pescador.

Ramos confirma que les gustaría conocer la extensión de las cadenas halladas y el tipo de fijación, pero no planean retirarlas del lugar, más allá del eslabón extraído como muestra. “Queremos que se preserven en el lugar y señalarlas de algún modo”, anticipa. Las cadenas volverán a quedar bajo el agua, pero su historia se mantendrá a flote.

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