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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los viajeros del tiempo se convierten en refugiados

La serie noruega 'Beforeigners' mezcla la fantasía con una reflexión sobre la crisis de refugiados y la integración de los migrantes

En vídeo, el tráiler de 'Beforeigners'.
Guillermo Altares

Pocos hechos han tenido un impacto político tan grande en Europa en las últimas décadas como la crisis de los refugiados, que mostró, a la vez, lo peor y lo mejor de las sociedades contemporáneas, la solidaridad de la mayoría frente al rechazo lleno de prejuicios de una minoría. Como consecuencia directa de la guerra de Siria, millones de personas se lanzaron en 2015 a las carreteras europeas en busca de un lugar seguro. Muchos murieron intentando llegar durante su travesía marítima. El racismo se parapetó detrás de la idea de diferencia, como si la presencia masiva de musulmanes pudiese afectar los valores europeos cuando, en realidad, la principal diferencia cultural residía en que venían de un país en guerra y sometido a una dictadura asesina, circunstancias no siempre fáciles de entender desde la seguridad que otorga la paz. Aquel debate colectivo, todavía no cerrado (basta con escuchar a los responsables de Vox y de otros partidos ultraderechistas), ha encontrado una ingeniosa y reveladora respuesta en la serie Beforeigners, una producción noruega de seis capítulos que emite actualmente HBO.

¿Qué ocurriría si la entrada masiva de refugiados se produjese dentro del propio país pero desde una distancia remota, si las diferencias culturales no fuesen geográficas sino temporales? Beforeigners arranca cuando, sin mayor explicación, comienzan a aparecer en el presente personas que provienen de otras épocas, desde habitantes de la prehistoria hasta guerreros vikingos del Medievo –que trabajan como repartidores en bici—o burgueses del siglo XIX. Los refugiados del pasado emergen en el mar, respirando a duras penas, en una imagen cargada de simbolismo.

Sus creadores son Anne Bjornstad y Eilif Skodvin, responsables de Lilyhammer, una divertida serie de Netflix sobre un mafioso estadounidense que recala en un pequeño pueblo noruego. La serie se articula en torno a un relato policiaco: un inspector del presente, Lars (Nicolai Cleve Broch), trabaja con una policía vikinga, Alfhildr (Krista Kosonen, que interpreta al mejor personaje de la serie, un auténtico hallazgo), para resolver un asesinato relacionado con los desplazamientos temporales.

Paradojas temporales

La serie juega con todas las paradojas que plantean los viajes en el tiempo; pero el hecho de que se trate de un movimiento masivo –el presente se llena literalmente de refugiados temporales– proporciona una alta densidad política al asunto (con pintadas contra los visitantes de otras épocas incluidas). Al igual que ocurre con la española El Ministerio del Tiempo, los viajes no se sustentan en efectos especiales y en grandes presupuestos, sino en un ingenio afilado, ágiles toques de humor y una cuidadosa investigación.

“Todo el universo que creamos es una alegoría de la crisis de los refugiados y los problemas que plantean las migraciones”, explicó Bjornstad a la revista Variety. “Como migrante tienes tu propio lenguaje y tu propia identidad y creímos que era muy importante que esto quedase reflejado en los personajes”. El nórdico antiguo, por ejemplo, está muy documentado en las sagas vikingas, pero tuvieron que recurrir a lingüistas para recrear la forma de pronunciarlo, al igual que el acento de los personajes prehistóricos. En cuanto al siglo XIX, como explicó uno de los expertos, intentaron que los personajes “no hablasen como escribe Ibsen”.

Beforeigners es un cóctel imposible que, sin embargo, funciona y se ha convertido en una de las sorpresas de la temporada. Su mayor logro es utilizar los viajes en el tiempo para ponernos ante un espejo tan realista que al final olvidamos la parte fantástica de la historia y nos quedamos solo con una sociedad que respira intolerancia ante lo que no conoce y otra que busca una salida solidaria ante unos desplazamientos que nadie puede frenar porque, al final, la historia de la humanidad es el relato de un gran viaje en todos los tiempos y en todos los espacios.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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