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Columna
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Netflix necesita y maltrata las cadenas públicas

El gigante del 'streaming' compra series a cadenas internacionales para luego presentarlas como 'originales'

LIONEL BONAVENTURE (AFP)

La primera vez que Netflix compró una serie a una cadena pública extranjera fue Lilyhammer (2012-2014), una comedia dramática producida por el operador público NRK sobre un mafioso neoyorquino escondido en Noruega. Fue tempranamente cancelada tras tres temporadas, según Netflix, porque no podían mantener el nivel de exclusividad global al que aspiraba con sus series. Pero de fondo había una cuestión de desigualdad en el trato entre el gigante del streaming y las pequeñas cadenas públicas.

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La cuestión es que no es fácil para el usuario saber qué contenidos son originales de la compañía y cuáles son adquisiciones. Netflix presenta como original todos aquellos contenidos sobre los que tiene derechos en exclusividad, aunque no haya tenido nada que ver con su producción o sólo fuera un participante minoritario. En el actual catálogo de Netflix España aparecen identificadas como originals series de cadenas públicas como la sueca SVT (Una familia unida), la francesa France 2 (Le Chalet) y la italiana Rai (Carlo & Malik). BBC es la única cadena que logra mantener su marca (Doctor Foster, Happy Valley) y sólo a veces. El éxito Bodyguard (de la BBC, aunque no lo parezca fuera de Reino Unido) llega justo cuando la corporación pide recursos para hacer un BBC Player competitivo frente a Netflix.

En España, Netflix fue fundamental para que la serie de TVE El Ministerio del Tiempo fuera renovada para una tercera temporada, en la que participó como co-productora minoritaria. La serie ya se encontraba en su catálogo, pero las exigenicas de exclusividad del nuevo acuerdo restringieron a los espectadores internacionales de ver de los capítulos en RTVE.es. Al poco, la serie desapareció del portal. Actualmente, la única manera de ver El Ministerio del Tiempo, quintaesencia de la ficción de servicio público por su representación de la historia y la literatura españolas, es a través de Netflix (la tercera temporada no se encuentra todavía editada en DVD). Cabe preguntarse si la cantidad aportada por Netflix al presupuesto justifica esa restricción de acceso para los ciudadanos.

Las oportunidades abiertas por Netflix para la ficción europea son incuestionables. Pero en el caso de las cadenas públicas hay que alertar de las consecuencias de seguir las reglas del juego impuestas por la compañía norteamericana, gracias a sus amplios recursos y la hegemonía que mantiene en el mercado. El peligro está en que su imagen ante los ciudadanos se diluya en un momento clave en el que necesitan considerable apoyo para afrontar los profundos cambios que tienen por delante. Cadenas como TVE, BBC, NRK o RAI asumen el riesgo y aportan la mayor parte de la financiación, pero es Netflix quien se fortalece con el éxito global de su ficción. En unos pocos años, el desigual matrimonio de intereses se puede resultar un caballo de Troya que arrincone a las televisiones públicas.

Concepción Cascajosa es profesora de Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid

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