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Santiago Sierra vuelve a Arco con otra provocación: un ninot de Felipe VI

La obra, realizada con Eugenio Merino, se vende por 200.000 euros bajo la condición de que se queme en un año

El ninot de Sierra y Merino que representa e Felipe VI en Arco.Foto: atlas | Vídeo: Álvaro García

Eugenio Merino y Santiago Sierra quieren incendiar Arco con un ninot de más de cuatro metros de altura que representa a Felipe VI. Su comprador deberá prender fuego a la pieza después de abonar 200.000 euros y antes de que transcurra un año. Los dos artistas han unido sus fuerzas y han levantado en el estand que la galería milanesa Prometeo tiene en la feria la imagen hiperrealista del Rey y el nuevo probable quebradero de cabeza de la cúpula de Arco, cuyo director, Carlos Urroz, había anunciado una feria “sexy” con poco escándalo.

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El año pasado, el presidente de Ifema, Clemente González Soler, mandó retirar de la pared de la galerista Helga de Alvear los retratos que componían la pieza titulada Presos políticos españoles contemporáneos, de Santiago Sierra, en un acto de censura que fue criticado y del que posteriormente la dirección de Ifema pidió disculpas. En esta edición, los artistas muestran su obra en la galería italiana de Sierra, quien ha asumido la instalación de una falla con la imagen del Rey.

Merino metió en la edición de 2012 una figura de Franco en una nevera (Always Franco) para denunciar lo “fresco” que anda el franquismo en España y al año siguiente la dirección evitó que el artista repitiera en la cita del arte contemporáneo, como él mismo declaró entonces. Tanto Merino como Sierra son viejos conocidos en la feria por sus acciones e instalaciones, siempre disonantes en las galerías que exponen sus productos en venta. De hecho, Sierra declaró, tras ser retirados los 24 retratos pixelados que componían Presos políticos, que compró Tatxo Benet para su colección, que “si España no es una dictadura, se le parece bastante”.

La retirada de la pieza le pareció a Sierra un insulto a la inteligencia del público y un desprestigio para la feria. Helga de Alvear accedió a la petición de Ifema porque, como dijo aquella jornada a la prensa, ella es “una simple galerista que quiere volver el año que viene”. Este año está incluida entre las galerías seleccionadas, pero la obra polémica de Sierra la lleva Prometeo. Un juez consideró en una sentencia que la selección de las galerías es poco transparente y no existe la concurrencia ni la igualdad.

Los ultrajes a España constituyen un delito tipificado en el artículo 543 del Código Penal español, que prevé penas de siete a doce meses de multa para aquellos que profieran ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus comunidades o a los símbolos nacionales. El Rey es uno de ellos. La mayoría de los pronunciamientos judiciales existentes sobre este delito se derivan de quemas de banderas nacionales y fotografías del rey.

Los magistrados del Tribunal Constitucional determinaron en 2015 que la quema de fotos de los reyes, que Enric Stern y Jaume Roura perpetraron en 2007 iba más allá de la libertad de expresión. “Quemar públicamente el retrato de los monarcas es un acto no solo ofensivo sino también incitador al odio, en la medida en que la cremación de su imagen física expresa, de un modo difícilmente superable, que son merecedores de exclusión y odio. La escenificación de este acto simbólico traslada la idea de que los monarcas merecen ser ajusticiados”; concluyeron siete de los once magistrados del TC,

Entonces, ¿la quema de un ninot puede estar perseguida? En 2014, en Valencia ardió una imagen de Merkel y Rajoy, por ejemplo. En las Fallas se han quemado en varias ocasiones figuras satíricas representativas de la familia real española, si bien estas no son tan habituales como las imágenes de gobernantes y políticos de todos los signos políticos. La sátira es uno de los componentes principales de los monumentos falleros.

Ese mismo año la Fundación Francisco Franco se jactaba de haber conseguido que Eugenio Merino “no vaya a ferias de arte”. La jueza de Primera Instancia desestimó la demanda contra Merino al considerar que “no dañaba la reputación u honor” del golpista, sino que era una “obra crítica” que tenía por objeto “llevar a la reflexión”. “Todo lo más que podría considerarse es como caricaturesca, irónica o humorística”, apuntó entonces la magistrada en la defensa de la libertad de expresión de las obras hiperrealistas de Merino.

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