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MÚSICA

Boris Vian, canciones sin corsé

Una muerte prematura y un legado repartido por todos los géneros señalan la figura del escritor Boris Vian. En el 60º aniversario de su desaparición, su obra musical renace con toda su insolencia y lirismo

Boris Vian con Miles Davis en una fotografía de los años cincuenta.
Boris Vian con Miles Davis en una fotografía de los años cincuenta.

El editor y promotor musical Jacques Canetti, recordando su época de colaboración con Boris Vian (1920-1959), se quejaba de no haber sido lo bastante receptivo a las ideas del versátil creador. “Cuando vuelvo a leer las canciones que escribió, comprendo que se había adelantado a la sensibilidad de la gente”. En la década de los años cincuenta del siglo XX, Canetti ejerce de director del sello Philips en Francia. Y el hermano del autor de Las voces de Marrakech suma a sus actividades artísticas la dirección del cabaret Les Trois Baudets, uno de los locales de moda del París existencialista de Saint-Germain-des-Prés. Sobre el escenario, la figura de Boris Vian cantando Le Déserteur, una canción antimilitarista creada durante la guerra de Indochina, provoca toda clase de insultos. Entre los testigos se encuentran un todavía no muy conocido pianista Lucien Ginsburg, para la canción y el escándalo Serge Gainsbourg. Décadas después, Gainsbourg, con su adaptación de La Marsellesa a ritmo reggae, volverá a levantar parecidas reacciones entre la clase más patriótica del hexágono. De Vian, el autor de Je t’aime moi non plus, también asimilará sus ingeniosos juegos de palabras, deformaciones fonéticas, una actitud de indiferencia ante la dificultad de vivir, la ironía frente a la indignación. Una escritura que no renuncia a su voluntad de sumar sarcasmo y lirismo.

Le Déserteur, una canción antimilitarista sobre la guerra de Indochina, causa toda clase de insultos

Sesenta años después de su muerte, la figura y la obra de Boris Vian no han dejado de ensancharse en ese gran puzle creativo donde se juntan el animador del París existencialista de posguerra; el amante —y practicante— de jazz; el escritor y su cara B, Vernon Sullivan, el seudónimo con el que firma algunas de sus “escandalosas” novelas; el autor de textos insolentes de canciones; el crítico musical; el ilustre miembro del Colegio de la Patafísica, una institución patrocinada por Alfred Jarry; el dandi flemático y distante sobre la escena… Las vidas paralelas de Boris Vian, como se titula una de las monografías dedicada a él, proyectadas en una obra densa, difícilmente clasificable, que reúne casi todos los géneros: novela, poesía, teatro, crítica, opera y canción, con una actividad creativa censada en cerca de 500 títulos. El jazz y la canción serán sus dos grandes pasiones. Vian vive de cerca “la guerra” entre las viejas y nuevas generaciones del jazz tomando partido por los renovadores. En sus reseñas musicales defiende la evolución del jazz, según él, la única forma de ser fieles a la tradición. En la música popular, sus textos se revelan demasiado provocadores para la época en una Francia animada por las melodías exóticas de Dalida y las operetas kitsch de Luis Mariano. Sobre el cantante vasco-francés, Vian teoriza con su Segundo teorema de Vian, conocido como Teorema de Mariano en un texto sobre la canción. Para Vian, Luis Mariano, a causa de sus excelentes condiciones vocales, “está condenado por definición a cantar canciones idiotas”. Al contrario de los cantantes-creadores menos dotados vocalmente que han de circunscribirse a sus propias vivencias, Luis Mariano puede exhibir un cancionero a su medida, en el que la melodía, la música, a diferencia de la canción de acento lírico, no está sujeta al texto, sino al servicio de la voz del intérprete.

A pesar de la incomodidad que producen sus textos, transgresores, eróticos, surrealistas, su repertorio poco a poco se abre entre algunos intérpretes, como el cantante franco-argelino Mouloudji, que convierte Le Déserteur en su canción-emblema entre la censura radiofónica, la actriz Magali Noël, la futura Gradisca felliniana, voz clásica del repertorio Vian que interpreta el sulfuroso Fais-moi mal Johnny con el propio Boris Vian como sparring vocal y que conocerá una excelente versión en las voces de Guillermina Motta y Joan Manuel Serrat. Junto a Henri Salvador, amigo y colaborador, estrena los primeros títulos de rock and ­roll en Francia desde una mirada paródica y humorística. Después de su muerte en 1959, voces como la de Jacques Higelin y el actor-cantante Serge Reggiani rescatan su repertorio produciéndose sucesivos renacimientos musicales. A las puerta de la celebración el próximo año del centenario de su nacimiento, Boris Vian puede presumir de haber escrito una obra, de la A a la Z.

Gainsbourg asimilará de Vian sus juegos de palabras y su indiferencia ante la dificultad de vivir

‘Boris Vian. 100 chansons’. Caja con 6 vinilos + 4 CD. Disques Jacques Canetti.

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