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OPERACIÓN TRIUNFO
Crónica
Texto informativo con interpretación

‘OT 2018’ gala 13: Se nos rompió el amor (de tanto usarlo)

Operación Triunfo, definitivamente, no es el mundo real, es mejor

Famous Oberogo, ganador de la edición 2018 de OT. En vídeo, Famous hablando sobre su victoria en el talent.Vídeo: GTRES / EFE

No es sano meterse en una nueva relación cuando todavía no se ha superado la anterior. Entregas tu cuerpo pero no te involucras emocionalmente, ni le dedicas demasiado tiempo, ni te apetece quedarte despierto hasta la madrugada por ella. OT 2018 empezó siete meses después de que acabase OT 2017. Aún quedaban concursantes de aquella edición por sacar disco, aún había relatos que seguían sin desenlace y aún nadie echaba de menos el formato porque no se había cerrado el ciclo natural de asimilación y superación que exige la experiencia de implicarse en OT al máximo (que es como mejor se disfruta). Y la aparición de Amaia ha sido como reencontrarse con esa expareja y comprobar que no son imaginaciones tuyas, que no has superado OT 2017 porque, como decía la otra Amaia más importante de este país (Montero), el amor verdadero es tan solo el primero.

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Alba canta Creep, una canción que ya cantó Virginia en aquella edición en la que OT convirtió a Gran Hermano en un campamento cristiano, y actúa sorprendentemente contenta durante los primeros compases pero entra en la autocompasión furiosa de la canción a tiempo (curiosamente, justo cuando canta “I wanna have control”). Alba explica que utilizaría el premio para que su madre no tenga que volver a preocuparse por el alquiler, una honestidad que recuerda que OT jamás ha puesto de manifiesto las diferencias de clase entre sus concursantes. Se intuyen, pero dentro de la academia no importan. Allí todos son personas con el mismo sueño. Y ese es uno de los motivos por los que, como presume Noemí Galera, este programa es especial: no es el mundo real, es mejor. Alba, una de las mejores intérpretes que ha pasado por OT, sabe evocar esa sensación de estar a punto de sufrir un ataque de nervios pero contenerlo hasta la frase adecuada. Y eso la ha convertido en la concursante de esta edición con más actuaciones memorables y, quizá, el momento más emocionante dentro de la academia (cuando aprendió a tocar el piano y se le apagaron las luces), lo cual es casi todo lo que se necesita para ganar. Y ese casi será un 1% de los votos.

Famous canta And I Am Telling You I'm Not Going, una canción que es imposible cantar sin que parezca que necesitas un exorcismo. Esta también la cantaron antes en OT, en concreto Sandra (una peluquera maldita que le hacía bullying a Virginia) y Risto Mejide le acusó de “no cantar en inglés, sino con las ingles”, porque en aquella edición debía de haber bullying hasta en en el catering. Hay canciones que tienen un subidón vocal para que el cantante se luzca y los jueces del concurso admiren “su chorro de voz”, pero esta es toda ella un subidón estresante de principio a fin. La puesta en escena es tan delirante como esta edición nos tiene acostumbrados: hay parejas, vestidas como extras de El continental, discutiendo y poniéndose a bailar sensualmente. Oficialmente, no hay canción que ese cuerpo de baile no sea capaz de convertir en un ritual de apareamiento. [Los bailarines de OT, por cierto, llevan 10 ediciones entregándose al 200% pase lo que pase. No se puede decir lo mismo de nadie más].

Julia no puede esperar a quedar quinta y empezar su exitosa carrera musical de flamenquito, terciopelo y atardeceres en instagram con el pie de foto “PURA VIDA”. Y cuando acaba el primer estribillo, se gusta y se le escapa un “¡eh!” antes de agarrarse la inexplicable falda de leopardo que le han puesto, ya está ahí. Ya es una cantante profesional. No solo porque se lo está creyendo sino porque es la única que sale del concurso con un estilo musical definido que la gente va a querer escuchar. Alba, Famous y Natalia han buscado lucirse con canciones que solo funcionan en talent shows o películas, pero Julia ha optado por inaugurar su carrera musical esta misma noche. Vaya con la mosquita muerta.

Natalia canta Never Enough con una falda gigante donde aparecen lucecitas, desaprovechando la oportunidad de proyectar la cara de Itziar Castro (sería su única aparición en esta gala, por cierto). Roberto Leal, que ha acabado la edición con el doble de canas que en la gala 0, asegura que Natalia va a hacer historia y lo cierto es que no exactamente. Pero no es culpa suya, su trayectoria ha sido una de las más sólidas que se han visto en OT junto con las de Chenoa, Soraya y Amaia (aunque muy lejos de su carisma), pero Natalia era una bomba en la gala 0 y en la 13 ha sido la misma bomba pero subida a una falda gigante. Y allí se ha quedado mientras la cámara giraba a su alrededor épicamente y el público la jaleaba, unos segundos de absoluta ganadora que el programa no le ha concedido a nadie jamás. Pero la verdadera triunfadora de la noche es Elina Nechayeva, la cantante que llevó una falda similar en Eurovisión, tuiteando la foto de Pilar Rubio a las puertas de los juzgados. Que Elina conozca ese meme ya es para invitarla como jurado en la gala para elegir nuestra canción de Eurovisión (y con “nuestra canción” quiero decir Muérdeme), pero si lo ha puesto siendo consciente de que Pilar Rubio presentó OT en 2011 es para nombrarla miembro del consejo de RTVE.

Sabela hace una cosa preciosa con Tris tras. Hay que tener las agallas del tamaño de Riazor para cantar una canción en gallego en una final de OT, pero ella ha venido a pasárselo bien y a confirmar, de nuevo como ha indicado Noemí Galera, que en ningún otro programa se hacen actuaciones como las de OT. ¿Acaso has visto algo igual que esto en tu vida? Sabela ha logrado por fin dejar huella en el programa olvidándose de la ambición, del lucimiento y de llenar estadios. Ella sabe que tiene un hueco de por vida garantizado en Luar y, como le aconsejó su madre, “lo que tenga que pasar ha pasado”.

La recta final de la noche resulta tan anticlimática como en las nueve ediciones anteriores. Alba canta Dangerous Woman vestida con pantalones de camuflaje y transparencias, un look que no se veía en televisión desde Popstars; Famous confirma que es el concursante con mayor evolución al levantar a un público que en la gala 0 solo se acordó de él por su nombre y por su color de piel; y Natalia lo hace muy bien todo otra vez.

Entonces aparece Amaia y canta, a la una y once de la madrugada, una canción de 100 segundos. ¿Es que nunca puede dejar de hacernos felices? Pocas personas podrían cantar esa letra tan simple y que no solo tenga sentido sino que signifique tanto. “No sé lo que acabo de hacer”, “mi disco saldrá cuando yo esté a gusto”, “adiós”. Amaia tiene que ser de otro planeta, tanto por su talento como por su personalidad. Pero de momento, en este planeta el nuevo ganador de OT es Famous, confirmando que Sevilla tiene un color especial y, si la estadística se mantiene, garantizando la carrera musical de Alba Reche. Ella pasa al panteón de segundos clasificados de OT que ocupan David Bisbal, Manuel Carrasco, Soraya y Pablo López (sí, ese Pablo López cuyo paso por OT nadie menciona ni siquiera cuando visita el programa). La noche acaba con Somos y por alguna razón solo se escucha el micrófono de Marta, la concursante a la que la edición menos ha sabido escuchar.

Esta semana, Javier Calvo le ha confesado a Famous que ha descubierto una nueva expresión en su cara con esta canción, exactamente lo mismo que le dijo a Ángel Llácer a David Bisbal durante los ensayos de Vida loca. Aunque para vida loca, que 17 años más tarde ese mismo programa lo haya ganado un negro cuando hay partidos políticos que proponen construir un muro en Melilla. OT, definitivamente, no es el mundo real. Es mejor.

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