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Los chicos buenos del rock (ya no tan) ‘indie’

Shinova presenta en ‘Cartas de navegación’ un intenso cosmos romántico

Andrea Nogueira Calvar
El grupo de rock vasco Shinova, en Madrid.
El grupo de rock vasco Shinova, en Madrid. Álvaro García

Hace tiempo que se les viene calificando como banda emergente o promesa del rock, como si no acabasen de cuajar. En cambio, Shinova más que un grupo a punto de explotar –en el buen sentido­- suena a banda rodada, aunque no reviente estadios como otros exponentes del indie a los que recuerdan. Su habitual intenso cosmos ha llegado a la plenitud en su nuevo disco, Cartas de navegación (Warner), en el que han destilado la única etiqueta con la que están conformes, la de “buenos chicos que hablan de sentimientos”, para condensar su sonido en cada canción, “desvistiéndolas de elementos innecesarios”.

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No nos pega un toque canalla, somos así, como en las canciones, cuanto más maduramos las cosas y trabajamos más sale esa personalidad”, defiende Ander Cabello (bajo), sentado junto a la voz de la banda, Gabriel de la Rosa, y a otra de las guitarras, Erlantz Prieto. Faltan la tercera guitarra, Daniel del Valle, y el batería, Joshua Froufe. “Hablan poco”, bromea el resto para justificar su ausencia.

Shinova, que se ha criado en el directo de los festivales y locales, ha llegado al punto de madurez en el que defiende que menos es más. “Es verdad que el disco suena muy elaborado, pero se han quitado más elementos que se han añadido”, argumenta De la Rosa. Les han sobrado arreglos y orquestaciones que en lugar de sumar, añadían capas que ya no les convencen. El cantante cuenta que en la preparación de los directos se dieron cuenta de que “los temas sonaban solos” y apenas necesitaban adaptación. “Eso no nos pasó con el anterior disco, 'Volver”.

Esa limpieza de sonido se la agradecen a la mano de su productor, Mikel Santos, pero también a los años y la carretera, que dan “otras experiencias que han sido pico de lanza” también para las letras de las canciones. De la Rosa mantiene que han encontrado “una manera común” de expresarse con la que todos están a gusto: “Al final pasamos muchas horas juntos y nos pasan las mismas cosas”.

-Pero nosotros sabemos más de tu vida amorosa que tú de la nuestra, tú te desnudas más-, le espeta entre risas Cabello.

Esa vena romántica es la que los caracteriza y la defienden sin complejos. Han logrado crear un sonido familiar aunque sus canciones sean nuevas, todo empaquetado con un lazo sentimental. ”Cuando nos juntamos por primera vez fue para dar rienda suelta a la creatividad, para sacarnos etiquetas que teníamos en otros proyectos –De la Rosa y Cabello, únicos miembros originales del grupo, pertenecían a las bandas Muted y The Kraven- y creo que en eso hemos cumplido”, sostiene el bajista.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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