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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca
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Dámaso González volvió a triunfar en Tarazona, ‘la Azpeitia de la Mancha’

Los aficionados homenajearon a "un torero revolucionario" y "un ser humano descomunal"

Dámaso González y su cuadrilla, obra pictórica de José Ángel Ramírez.
Dámaso González y su cuadrilla, obra pictórica de José Ángel Ramírez.
Antonio Lorca

Ha pasado a la historia del toreo como "el rey del temple"; Joaquín Vidal lo definió como "el fundador del toreo contemporáneo", y todos los que lo conocieron lo recuerdan como un ser humano extraordinario.

Estas son razones suficientes para que Dámaso González, el maestro albaceteño fallecido el pasado mes de agosto, "volviera" la pasada semana a la pequeña y muy taurina localidad de Tarazona (la Azpeitia de la Mancha) para recibir el abrazo emocionado de unos aficionados que le guardan un respeto reverencial y afecto de hijos agradecidos.

El cine Sanchiz colgó el cartel de "no hay billetes" —más de 250 personas ocuparon sus butacas— para celebrar el acto central de las XXIX Jornadas Taurinas que organiza la peña presidida por Isidoro Ruiz y dirigidas por el periodista Emilio Martínez.

Seis meses después de su muerte, Dámaso recibió un homenaje de cariño de unos paisanos, dolidos por su temprana y repentina despedida, que habían vibrado con su toreo, y se sentirán siempre orgullosos del reconocimiento alcanzado por su ídolo en los ruedos y de su alta calidad humana.

“La tauromaquia de Dámaso ha sido un espejo para generaciones posteriores” (Ruiz Miguel)

La excusa fue el nombramiento de Dámaso González como presidente de honor de la peña "por los valores que ha transmitido como torero, por su relevancia especial y única en el mundo de los toros y por su grandeza como persona".

Pero ese no fue más que el comienzo de una intensa jornada que reunió en torno a la figura del maestro albaceteño a los toreros Francisco Ruiz Miguel y Pepe Luis Vázquez, y al presidente del Círculo Taurino Universitario ‘Luis Mazzantini’, Javier López-Galiacho, que desataron sus sentimientos y recuerdos para ‘resucitar’ a Dámaso, su revolucionaria tauromaquia y su bonhomía.

“Lo quería como algo mío” confesó Ruiz Miguel. “Se nos ha ido un caballero, —añadió— un hombre de palabra, que vivió para el toro y su familia”.

Dámaso González.
Dámaso González.J.C. Cárdenas (Efe)

A juicio del diestro gaditano, “la tauromaquia de Dámaso ha sido un espejo para las generaciones posteriores; por su sentido del temple, por su gallardía, y por su demostrado valor en la plaza y en los despachos”. “Su trayectoria como torero fue muy importante, —continuó— pero me quedo con la persona: fue un hombre inigualable al que tengo en mi corazón, un amigo fiel y un ser humano imborrable”.

“Fue un gran honor conocer a Dámaso González y alternar con él en la plaza”, comentó Pepe Luis Vázquez, quien recordó un consejo de su padre: “Fíjate cómo se coloca Dámaso en la cara del toro y su dominio de la técnica”.

Emotiva fue la intervención de Javier López-Galiacho, amigo personal del homenajeado y autor del libro De frente, en corto y por derecho sobre los valores del toreo. Suya es la expresión "la Azpeitia de la Mancha" al referirse a Tarazona “porque aquí, como en la localidad guipuzcoana, se rinde homenaje al toro íntegro”.

“Fue un maestro de la vida y uno de los toreros fundamentales del siglo XX” (Javier López-Galiacho)

“No somos conscientes de la grandeza heroica que representan nuestros toreros”, dijo en alusión a los diestros presentes en el acto, y se deshizo en elogios sobre la figura torera y humana de Dámaso González.

“Fue un ser humano descomunal”, afirmó; “un maestro de la vida y uno de los toreros fundamentales del siglo XX”.

“Era tan grande que no sabía quién era”, enfatizó.

Analizó, a continuación, su paso por la plaza de Las Ventas y destacó "tres tardes gloriosas": el día que salió por primera vez por la puerta grande, en la feria de San Isidro de 1979, después de cortar las dos orejas a un toro de La Laguna; el 21 de mayo de 1981, segunda salida a hombros, y el 2 de junio de 1993, su última tarde en Madrid.

Tres hitos que sirvieron, en su opinión, para que la exigente afición madrileña cambiara radicalmente su opinión sobre Dámaso y aceptara su consideración de figura del toreo.

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El folleto editado por la peña de Tarazona con el programa de las jornadas recoge dos crónicas de Joaquín Vidal, publicadas en EL PAÍS, que explican en pocas palabras la tauromaquia del torero albaceteño.

La primera de ellas, titulada Damasear o correr, analiza el festejo celebrado en la feria de Valencia el 30 de julio de 1983, y dice, entre otras cosas: “Casi todos damasean sin el menor rubor, aunque esté delante el propio Dámaso. Y si el toro no se deja damasear, corren. Dámaso es el Colón de las Américas taurinas, del péndulo y el circular en las que ciertos toreros buscan su El Dorado. Sería de justicia que, para damasear, los toreros pagaran derechos de autor, porque en la desleal utilización del invento se están haciendo ricos; de cosecha propia, además del valor, que se les supone, solo ponen la postura y la cara”.

La segunda crónica recoge la opinión del prestigioso crítico sobre la última tarde del torero en Madrid, el 2 de junio de 1993, y se titula Don Dámaso cita su última lección. “El fundador del toreo contemporáneo —escribió Vidal— dice adiós y deja que la torería en masa desarrolle sus enseñanzas. Pero sin que él lo vea. Pues debe ser duro contemplar cómo unos hacen lo que llaman el parón, otros se ponen a empalmar pases de pecho, aquel va de maestro, este de profesional, todos labran fortunas, y resulta que no pasan de ser un burdo plagio del toreo que inventó don Dámaso, sin darse tanta importancia ni llevarse la caja de los cuartos”.

(Las jornadas se completaron con la presentación del libro Pepe Luis Vázquez, torero de culto, una mesa redonda sobre La bravura del toro de lidia, y una exposición de pintura taurina de José Ángel Ramírez).

El homenaje a Dámaso, que había comenzado a la caída de la tarde acabó a las tantas, pero todos estaban encantados con la presencia de su idolatrado maestro. Después, se fueron a cenar, y opíparas viandas fueron testigos de cómo la madrugada quedó atrás entre recuerdos y afectos.

Una vez más, seis meses después de su fallecimiento, Dámaso González, un torero revolucionario y "un ser humano descomunal", había vuelto a triunfar en el generoso corazón de "la Azpeitia de la Mancha", en Tarazona, a veinte minutos escasos de Albacete.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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