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Vuelta para un ‘victorino’ y triunfo de Juan Bautista en la feria de Logroño

Oreja para los rejoneadores Sergio Galán y Leonardo Hernández en la plaza de Las Ventas

Juan Bautista (izquierda) y el ganadero Victorino Martín, ayer a hombros en la plaza de Logroño.
Juan Bautista (izquierda) y el ganadero Victorino Martín, ayer a hombros en la plaza de Logroño.Raquel Manzanares (EFE)

Curro Díaz: estocada ligeramente desprendida (oreja); estocada trasera y tendida (silencio).
Juan Bautista: estocada (dos orejas tras dos avisos); casi entera al encuentro (oreja).
Román: estocada tendida (silencio); pinchazo, estocada perpendicular y descabello (silencio).

Juan Bautista, con tres orejas, salió ayer, sábado, hombros junto a Victorino Martín y el mayoral de su ganadería al término del último festejo de Logroño, en una tarde rotunda del francés y de los toros, con uno de ellos, Verdadero, premiado con la vuelta al ruedo.

Con media entrada en los tendidos, se lidiaron toros de Victorino Martín, bien presentados, bravos, con clase y de excelente comportamiento. Destacó el segundo, de nombre Verdadero, número 90, negro bragado entrepelado de capa y de 517 kilos, que fue premiado con la vuelta al ruedo tras denegarle la presidencia el indulto pedido por los tendidos.

Hubo que esperar a la última de feria para ver, por fin, un espectáculo de primerísimo nivel, gracias a los toros de Victorino Martín, que protagonizaron una tarde grandiosa en el coso de la Ribera, con una corrida brava y muy interesante, en la que destacó Verdadero, para el que se llegó a pedir el indulto, aunque al final fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Y con este ejemplar emergió un Juan Bautista también excepcional, que cuajó, posiblemente, una de las faenas más rotundas e importantes de su ya dilatada carrera. Un elegante toreo a la verónica dio paso a un gran tercio de varas a cargo de Alberto Sandoval. Ahí se vio ya que el toro podía ser de lío gordo. Y vaya si lo fue. Bautista lo toreó a las mil maravillas en una faena de mucha intensidad y ritmo creciente. Las tandas, siempre a más en número de pases, y los muletazos, muy templados, largos, profundos y por abajo. Con la plaza convertida en un hervidero llegó el momento en que francés se descolgó de hombros, se abandonó por completo y empezó a torear con desmayo y una cadencia extraordinaria. A partir de ahí empezaron a asomar pañuelos blancos en demanda del indulto del toro incansable, bravo y enclasado.

Sonaron hasta dos avisos entre la incertidumbre de qué iba a pasar. Pero al final no se le perdonó la vida. Fue el propio ganadero, en un gesto que le honra, el que así lo determinó. No le valía para semental, aseguraba, mientras la plaza abroncaba al palco por no asomar el pañuelo naranja. Bautista montó la espada y la dejó en todo lo alto. Hubo muerte de bravo y una tremenda ovación de los tendidos mientras se le daba la vuelta al ruedo.

Otro apéndice más obtuvo del quinto, un toro también excelente, muy humillado y con codicia, al que Bautista, que anduvo muy variado con el percal, volvió a torear de maravilla por el lado derecho a lo largo de una faena bien estructurada y muy bien medida.

Otro que rayó a buen nivel fue Curro Díaz, pero solo con su primero, un toro encastado y con mucha transmisión, al que cuajó sobre ambas manos en una labor de mucho gusto, pureza y plasticidad en la interpretación. Faena también muy medida y sin alharacas del torero, que cobró una buena estocada. El cuarto fue otro toro con movilidad, pero sin tanta franqueza como el anterior. Curro Díaz, correcto en los primeros compases, no acabó de cogerle el aire, motivo por el que la labor acabó silenciada.

Román pasó de puntillas en su primero, toro que acometía de largo, con codicia y por abajo, mejor sin cabe por el derecho. De ahí que no se entienda el empecinamiento del valenciano en torearlo al natural. Faena, por tanto, a la deriva y de muy poco contenido. Tampoco aprovechó convenientemente Román al encastado sexto, al que dio algunos muletazos aislados dentro de otra faena deslavazada.

Oreja para Galán y Hernández en Las Ventas

Los rejoneadores Sergio Galán y Leonardo Hernández cortaron una oreja cada uno de una buena corrida de los tres hierros del Niño de la Capea que sirvió para inaugurar la Feria de Otoño en Las Ventas.

Con más de un cuarto de entrada (7.940 espectadores, según la empresa), se lidiaron tres toros de El Capea (primero, segundo y cuarto), dos de San Pelayo (quinto y sexto) y otro de Carmen Lorenzo (tercero), reglamentariamente despuntados para rejoneo, de parejas y armónicas hechuras y manejables en distintos grados. Destacaron el primero y, sobre todo, el extraordinario tercero.

Sergio Galán: pinchazo, y rejón trasero, caído y atravesado (ovación tras petición); rejón trasero sin quebrar y descabello (oreja); rejón sin quebrar y dos descabellos (ovación).

Leonardo Hernández: pinchazo, rejón trasero y diez descabellos (silencio); rejón ladeado y nuevo rejón (silencio); pinchazo y rejón (oreja).

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