Canto a la translibertad
El chileno Sebastián Lelio ('Gloria') presenta en Competición 'Una mujer fantástica', drama protagonizado por una mujer transexual
Al director Sebastián Lelio (Santiago de Chile, 1974), Gloria le cambió la vida. Su cuarta película se llevó tres premios en la Berlinale de 2013, incluido el de mejor actriz para Paulina García. Lelio acabó viviendo en Berlín, y mientras abría un bar (llamado, cómo no, Gloria) escribió -junto con Gonzalo Maza, que siguió en Chile- el guion de Una mujer fantástica. "Berlín fue un accidente, no estaba planeando vivir acá. Me dieron una beca, me enamoré de la ciudad, y creo que su espíritu se cuela en el libreto, porque es una ciudad donde cosas imposibles pueden ocurrir", contaba ayer en su primer encuentro con la prensa en el estreno en Competición en la Berlinale de Una mujer fantástica. Y la cosa no acabó ahí: Lelio no estará esta vez ni 48 horas en la capital alemana porque está rodando Disobedience, adaptación de la novela de Naomi Alderman, que produce y protagoniza Rachel Weisz, que contrató al chileno nada más ver... Gloria.
En Una mujer fantástica vuelve a una protagonista femenina con carácter, que conduce enfadada mientras canta, y que vive rodeada de cierta soledad. "Mi fascinación por esos personajes es producto de la intuición, no de la premeditación. Hay algo en lo femenino que me resulta atractivo. Quizá me interese filmar lo que es distinto de mí". Su Marina es una camarera con aspiraciones de cantante (posee una voz muy especial), que está emparejada con Orlando, un industrial veinte años mayor, un hombre que abandonó su familia pasada por vivir con ella. Una noche, tras celebrar el cumpleaños de la chica, un aneurisma acaba con la vida de Orlando. Marina pierde a su pareja, sí, pero también casa, coche y pertenencias, porque la familia de su pareja le reclama todas las posesiones, aunque no soporten ponerse delante de ella, porque Marina es una mujer transexual. O como resume Lelio: "Marina está preparada para el mundo, pero el mundo no está preparado para ella".
A Marina le da vida la actriz transexual Daniela Vega. "Marina encuentra relaciones donde no hay nada, poesía donde solo se levantan bloques de edificios. Fantasea, busca sus espacios de libertad. No se conforma, sino que explora la forma de que no le afecte lo que le rodea. En cuanto a mi transformación... Todos en el mundo vivimos una transición: nacidos bebés y morimos ancianos. Yo lo hice con mi cuerpo, y estoy feliz de ello". De su propio pasado, Vega recuerda que decidió ser cantante para salvar su vida: "Al principio el cambio fue abrumador. Pero empece a aceptar personajes que me apetecieran. Hasta ahora solo han sido transgénero, porque el mundo real aún está explorando este cambio. En el futuro espero interpretar hasta embarazadas, pero hoy aún es muy apresurado. Yo me tomaré en serio por igual todos los personajes".
Una mujer fantástica arranca como una película muy Lelio, deviene en su violencia a mitad en un tono Larraín (los hermanos chilenos son coproductores del drama junto a compañías estadounidenses, españolas y alemanas, y por ello se ve el nombre de la directora Maren Ade en los créditos), y acaba con una media hora rebosante de detalles almodovarianos, hasta el punto de que incluso la banda sonora de Matthew Herbert suena a Alberto Iglesias cuando el donostiarra parafrasea a Bernard Herrmann. "Entiendo de dónde viene tu reflexión, pero nunca estuvo en mí. Una mujer fantástica es más el cine de Louis Malle que Todo sobre mi madre".
"Todos en el mundo vivimos una transición: nacidos bebés y morimos ancianos. Yo lo hice con mi cuerpo, y estoy feliz de ello" (Daniela Vega, actriz)
Al que sí reconoce es a Buñuel, por un juego de vacíos cercano a la caja de Belle de jour. "Cuando las películas crean un espacio vacío, el espectador queda atrapado en él. Al abrir la última puerta no hay nada, pero no sé lo que significa eso. ¿Y ahora qué? Pues depende de cómo el espectador la complete en casa". Y aunque Una mujer fantástica no sea una película militante, apuesta por conjugar la diversidad, y Lelio sí aprovechó para lanzar un mensaje social. "Vivimos un momento delicado. Hay una gran ola terrible, de acuerdo, pero esconde una contraola que quiere abrazar la complejidad de la vida. ¿Qué mundo queremos construir? ¿Con muros, fronteras y etiquetas? ¿O en un mundo de vasos comunicantes? ¿Cuáles son los límites de la empatía, quién determina qué es legítimo o no, qué se puede amar y qué no? El cine debe parecerse más a una pregunta que a una respuesta, y eso he intentado".
Babelia
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