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“Cuando veo mis películas en español parece que solo hablan de sexo”

François Ozon estrena 'Frantz', un largometraje europeísta en tiempos de auge de los nacionalismos

Rut de las Heras Bretín
El cineasta francés François Ozon, el 19 de diciembre en Madrid.
El cineasta francés François Ozon, el 19 de diciembre en Madrid.Samuel Sánchez

Año 2016: Brexit, cierre de fronteras, amenazas de construcción de muros, auge de nacionalismos. 1919: tras la Primera Guerra Mundial muchas heridas todavía están abiertas tanto metafórica como literalmente. El cineasta francés François Ozon (París, 1967) lleva ese momento del siglo XX a este del XXI. En Frantz, que se estrena en España el 30 de diciembre, el director cuenta la historia de un soldado francés que visita la tumba de otro joven combatiente alemán, una suerte de prolongación de esa tregua de Navidad que fue una excepción al principio del conflicto.

Ozon niega que su película esté basada en Remordimiento de Ernst Lubitsch, al menos en un primer momento. "La idea de construir esta historia surge de la lectura de una exitosa obra de teatro de los años veinte de Maurice Rostand, L'Homme que j'ai tué ("El hombre al que maté"). Ya había empezado a escribir el guion cuando descubrí que había una película, ¡y de Lubitsch! Me replanteé si seguir. La vi y decidí que sí, ellos hablan desde el punto de vista francés yo quería hacerlo desde el alemán", explica el director en su fugaz paso por Madrid para presentar el film.

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En esa ficción que es el cine, una irrealidad que a veces sirve para mostrar la realidad, Ozon, siguiendo su marca de la casa, juega con el espectador. Frantz se mueve entre dos mundos: la verdad y la mentira; usa el blanco y negro (tuvo que convencer a sus productores, pero le daba más veracidad) y el color; se habla en francés y en alemán indistintamente en Francia y en Alemania. "Me gusta la ambigüedad", le dice a EL PAÍS. "Las cosas no son definitivas, ni nítidas, se pasa de una a otra sin cortes. Yo mismo soy muy dual. ¡Ese es mi problema!". En esa ambigüedad seguirá nadando en su próxima película, El amante doble, en la que promete que recobrará su particular sentido del humor, otra de sus señas de identidad que en Frantz no tenía cabida. Retomando la frontera entre lo real y lo falso y en esta era de la posverdad. ¿Está la verdad sobrevalorada? "No voy a hacer un elogio de la mentira. Pero en una época en la que hay que saberlo todo de todo, en la que se exige transparencia, sí que haría un elogio de la ficción para enfrentarnos a la realidad. Quizá para eso está el cine. Lo que intento mostrar en esta película es que a veces una mentira ayuda a vivir. Mi papel no es contestar si eso está bien o no, es dejarle espacio al espectador para que, si quiere, se lo cuestione".

El mensaje antibelicista tanto de Remordimiento (1932) como de la obra de teatro varía en el filme de Ozon. Él conoce lo que volvió a ocurrir 20 años después de ese 1919 en el que transcurre Frantz. El caldo de odio y nacionalismo que se fue cocinando entre Francia y Alemania -y que el director deja ver en algunas escenas- desembocó en la Segunda Guerra Mundial. El cineasta no esconde el sentido político de su película: "Es europeísta. Una de las razones para llevarla a cabo fue el momento que vivimos: el auge de los nacionalismos, las mentes cada vez más cerradas, el miedo al extranjero". Los antídotos los muestra en el filme, por allí pasan Manet y Friedrich, Rilke y Verlain: "La cultura une a pueblos diferentes: la pintura, la música, la literatura...", asegura Ozon.

Paula Beer y Pierre Niney como Anna y Adrien en 'Frantz'.
Paula Beer y Pierre Niney como Anna y Adrien en 'Frantz'.

A pesar de que la chispa que enciende el relato la generen dos hombres, el peso, el protagonismo del filme y la que va dosificando cada parte de la historia es Anna, la prometida del soldado alemán muerto, personaje encarnardo por Paula Beer (Berlín, 1995). Ganadora del Premio Marcello Mastroianni a mejor actriz emergente por este papel en el pasado Festival de Venecia y que, según el director, ha enamorado a los espectadores franceses. Probablemente al resto también, ella es gran parte de la película, su evolución, el camino que recorre. "Fue un riesgo, no la conocía. Pero cuando la observé en la primera escena que rodamos y se le cayó una única lágrima justo en el momento en el que yo quería, dije: '¡He ganado! ¡Es mía!", celebra Ozon.

Que sea una mujer el personaje principal de una película de Ozon no es una sorpresa. Cuando se le habla sobre los elementos comunes en su trayectoria dice no ser muy consciente. "Me doy cuenta cuando me preguntan por ellos. Supongo que es normal, tengo obsesiones como todo el mundo y eso se plasma en mis filmes". En particular, sobre los personajes femeninos, los prefiere: "Me interesan más, me da la impresión de que reflexionan más, tienen un comportamiento más pausado y eso permite dar más en una historia. Me gusta trabajar con actrices, me parece que son más inteligentes que los actores, entienden mejor al realizador y están más dispuestas que los hombres a dejarse dirigir". Lo que no baraja, por ahora, es trabajar con actrices españolas: "No podría rodar en un idioma que no hablo. Además los actores españoles son muy sexuales cuando actúan. Cuando veo mis películas dobladas al español tengo la sensación de que solo hablan de sexo".

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